Un Mundial para reflexionar
La cita mundialista celebrada en Asunción, Paraguay, ha estado plagada de inconvenientes, desastres organizativos y críticas; el Gobierno paraguayo podría auditar el evento.
El Mundial de pádel que se celebraba en Asunción, Paraguay, se presentaba como una fecha de alegría y jubilo para el mundo del pádel. Nada más lejos de la realidad. La cita mundialista ha estado plagada de contratiempos, debacles organizativas, inclemencias meteorológicas y un halo constante de polémica.
Dos años después del Mundial de Lisboa, la competición por selecciones más importante del mundo del pádel volvía a la actualidad y se presentaba apasionante. Con el bagaje de las selecciones, los estados de forma de las parejas y los posibles cruces, lo que iba a ocurrir en la pista era una verdadera incógnita. Pero nadie imaginaba que tanto.
Y es que la cita mundialista ha sido un verdadero caos. De principio a fin. Más allá de los resultados previsibles en lo deportivo, de que España y Argentina protagonizarían las finales y de que los mundiales por parejas estaban al alcance de muy pocas duplas, el Mundial de Paraguay no ha estado a la altura de una competición de tanta importancia.
Porque, para empezar, la organización ha estado muy lejos de lo esperado. Y de lo exigido. Las instalaciones y el acondicionamiento de las pistas y las zonas de jugadores no han estado a la altura de un Mundial. Tal fue el reflejo de esta situación que tras no poder disputarse las semifinales femeninas en la pista principal del Centro Deportiva Ventura, se trasladó la competición al Club La Quinta Sport donde las pistas no cumplían los propios requisitos de la Federación Internacional de Pádel (FIP).
Y es por ello que, ni 24 horas después y en la la final femenina, hubo un gran revuelo. A puerta cerrada y sin streaming se disputarían los encuentros, pero, además, sucedería que la selección femenina argentina dudaría sobre si jugar o no –con la consiguiente demora del encuentro- y lo acabaría haciendo única y exclusivamente por amor a unos colores y una profesión. La española, por su parte, decidió desde el primer momento jugar haciendo gala de una profesionalidad que, quizá bajo esas circunstancias, se hubiera entendido que abandonasen. Incluso, tuvieron que emitir un comunicado conjunto tras la decisión tomada.
Una selección argentina que, se ha conocido después, pagaba de su propio bolsillo los billetes para disputar el Mundial. Así lo reclamaba en las redes sociales la jugadora argentina Cecilia Reiter –una institución en el pádel- cuando se dudó de su profesionalidad tras los hechos acaecidos.
Para colmo, la final masculina no se disputó. Los jugadores de España y Argentina se pusieron de acuerdo para no jugar la eliminatoria ante el mal estado de las pistas que podía poner en peligro el físico de todos los disputantes. Un hecho inédito pues nunca había quedado huérfano el título de campeón del mundo y, por primera vez, ha ocurrido.
Una política de comuniciación inexistente
Unos hechos ya de por si graves a los que se une, además, una comunicación nula. La propia web de la FIP ha actualizado tarde los resultados o directamente ni lo ha hecho. Incluso a día de hoy, más de 48 horas después de haber finalizado el Mundial, los cuadros siguen sin completar y el palmarés vacío. Su seguimiento a través de las redes sociales –única vía para la información de los seguidores- simplemente no existió.
Una política informativa que por parte de la Federación Paraguaya de Pádel (Feparpa), la organizadora del evento, ha seguido la misma línea que la de la FIP. Sin material fotográfico o informativo y sin streaming de las competiciones, se limitaron a emitir escuetos comunicados en redes sociales una vez los hechos ya habían sucedido.
La situación se agravó tras no disputarse la final masculina del Mundial y siendo el silencio la única respuesta por parte del máximo organismo del pádel internacional y de la federación organizadora. Un hecho sin precedentes que sembró el desconcierto durante más de 12 horas hasta que la FEP, en un alarde de transparencia, informó mediante un comunicado sobre lo ocurrido.
Tal ha sido el desastre que recientemente el propio Gobierno paraguayo, a través de la Secretaría Nacional de Deportes, ha anunciado que exigirá a la Federación Paraguaya de Pádel que rinda cuentas sobre el evento, llevando a cabo una auditoría profunda.
Un paso atrás del pádel en su objetivo de ser un deporte olímpico. Un tropiezo que tan solo debe servir para reflexionar, arreglar lo dañado y seguir mejorando un deporte cuyas cuotas aún siguen por desconocerse.