Que viene el lobo
Este verano, después de unos años sin ir al norte, por fin he vuelto a disfrutar de una semana de vacaciones en Asturias.
Este verano, después de unos años sin ir al norte, por fin he vuelto a disfrutar de una semana de vacaciones en Asturias.
Siete días entrañables donde el monte descansa en el mar, un paisaje de los que quedan pocos y ¡Sin cobertura en el móvil! Un pueblecito compuesto con 4 casas desperdigadas en el monte, donde he tenido la posibilidad de alternar el ocio con la buena comida. Eso sí, esta vez no me acompaña ni mi morral ni arma de caza alguna. Mi perro, siempre.
¿Que poder decir de esta pedanía y de sus rincones? Un sitio maravillo donde la flora y la fauna son excepcionales, donde se respira paz y el aire con aroma a monte y sal, hace que no quiera salir de los pulmones. Idílico lugar donde poder perderse es ya privilegio de sólo unos pocos.
Cazar sin arma, con prismáticos, e intentando responder a las preguntas de los más pequeños, te hacen sentir privilegiada.
Pero como la cabra tira al monte y los que somos cazadores, por norma general, solemos terminar hablando ello (un poco pesados, si somos), no pude evitar entablar conversación con los vecinos de la aldea.
Echo que me permitió ver la perspectiva de los lugareños, de esas personas que están los 365 días al año con sus 24 horas del día trabajado la tierra y cuidando de su ganado.
Intenté no preguntar demasiado, pero obviamente, no pude evitar preguntarles por el canis lupus después de la manifestación que, días atrás tuvieron en la provincia asturiana.
Si duro es leerlo, más duro es escucharlo de quién lo sufre, observar como su rabia e impotencia se mezclan con su amor incondicional al campo.
Como tratan de explicar que no están en contra del lobo, que ellos y sus antepasados llevan muchos años conviviendo con él, que el problema es esta nueva moda de la ecología, personas que desde un despacho deciden criar lobos en cautividad, dándoles la comida en platos como si perros fueran y después soltándoles en un medio que no es el suyo, acostumbrados a la presencia humana y a la comida fácil, sin saber cazar al animal salvaje.
Lobos que matan su ganado ya que no tienen miedo del ser humano ya que han vivido con ellos, ni a carreteras, ni coches. Lobos que se plantan a la puerta de sus casas como si nada. Lobos que nos venden salvajes cuando parecen domésticos.
Y mientras ellos, arruinándose, viendo como absolutamente nadie, mueve un dedo por ellos, y lo peor, controlados y vigilados por las instituciones como si estuvieran delinquiendo.
Todas sus palabras, una a una, te hacen ver las cosas desde otra perspectiva. Aún más cuando salen de personas que conocen el campo más que 100 de nosotros juntos. Que llevan trabajando el campo toda su vida y que mal viven para llegar a fin de mes. ¿A qué precio? A que un lobby les tache de delincuentes ¡Que triste!
A modo de conclusión, conversaciones de esas que te hacen reflexionar y ver que solo buscan su beneficio de una manera u otra, aunque con ello tengan que acabar con el mundo rural.
Tras estas enriquecedoras conversaciones, cargadas de tantos y tantos conocimientos de las personas del lugar, hacen que vuelvas al mundo real con la espinita clavada de pensar como les puedo ayudar. Pregunta que me repito una y otra vez ¿Cómo? Aún no tengo la respuesta certera. Pero de momento, desde este rinconcito, quiero darles voz a los que nunca se les deja gritar.
¡Salud y buena caza!