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PLANETA E-BIKE

¿Se ha esfumado el buen rollo entre los ciclistas?

El saludo es una costumbre que está cayendo en desuso entre los practicantes del ciclismo de montaña.

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¿Se ha esfumado el buen rollo entre los ciclistas?

Última hora de un miércoles cualquiera del mes de agosto. Los ciudadanos de Madrid han huido en masa del rigor veraniego y disfrutan de sus vacaciones en los más variados destinos. Un día laborable, por la tarde y en pleno estío no es muy frecuente cruzarte con otros ciclistas en los caminos de la sierra madrileña, una gozada salir a rodar en bicicleta cuando la temperatura comienza a dar un alivio.

Mira, por allí viene alguien con su mountain bike. Nos cruzamos en un camino amplio y cómodo, levanto la mano y saludo con un simple ‘¡Hoooola!’. Silencio. Ninguna respuesta. El personaje baja la cabeza, se pone de pie sobre los pedales de su ligera bici rígida y acelera como si tuviera a tiro una medalla olímpica. Y yo me quedo con cara de tonto, para qué nos vamos a engañar…

No por mérito sino por edad, llevo más de 30 años montando en bici de montaña. A finales de los 80 éramos pocos los que nos encontrábamos al manillar de ese artilugio que era casi una excentricidad. Así que cuando ocurría, se trataba de un acontecimiento. Por supuesto que nos saludábamos con la complicidad de quienes comparten una afición y a menudo incluso nos parábamos a charlar un rato sobre ese nuevo deporte, nuestras bicis o rutas. Cordialidad y buen rollo.

En estos tiempos, la reacción de mi amigo mudo, por desgracia, no es infrecuente. He llegado a pensar que quizá algunos puristas (cualquier postura es respetable, desde luego) no tenían interés alguno en saludar a quien se sube en una e-bike. Ya sabemos: eso no es una bici, es una moto. Pero no. Imposible adivinar que se trata de una de ellas cruzándose de frente a la velocidad de dos vehículos que suman su ritmo. La cosa creo que es más simple: la camaradería es ya historia, como en otros tantos ambientes la educación y los buenos modales están pasados de moda.

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Entiendo que hoy somos muchos más en el monte que tres décadas atrás, que no siempre esa cortesía es posible por una cuestión de mera repetición. Puede que un soleado domingo por la mañana en una concurrida ruta llegue a resultar tedioso saludarse una y otra vez. No entro ni siquiera en estas valoraciones, lo limito todo a casos tan flagrantes como el que he descrito al inicio. Algo así como subirse con un vecino en el ascensor y no darle ni los buenos días… que también ocurre.

Disculpadme si hoy me desvío de un asunto puramente relacionado con las bicicletas eléctricas, pero durante estos días he pensado en ello en más de una ocasión y me apetecía compartir con vosotros la cierta desilusión que me produce el ocaso de tan sencillo habito. Los que somos motoristas entendemos bien el asunto: un gesto de la mano en la carretera sirve para sentirte acompañado, incluso algo especial en esa jungla hostil de automóviles, desde luego diferente a la mayoría y con la seguridad de que siempre habrá alguien dispuesto a ayudarte. Una costumbre que no se ha perdido entre los moteros y de la que incluso el colectivo se siente orgulloso.

No me parece que vaya a ser así entre los ciclistas de montaña. Se me escapan las razones para justificarlo, pero sí constato la realidad cada día que salgo un par de horas a pedalear. Por supuesto que hay excepciones y se agradecen, aunque pienso que la tendencia mayoritaria es la del mutismo. Y además, claro está, muy contagiosa: cansado de tener la sensación de que te diriges a una pared se vuelve muy tentador optar por la misma estrategia. Aunque yo me niego a que nos convirtamos en un grupo de bordes desagradables. Seguiremos intentándolo…