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Aquellos mundiales de los sesenta

En Chile 62, España era la primera potencia en clubes y se esperaba prolongar la felicidad a la selección. A Inglaterra 66, se llegó tras ganar la Eurocopa del 64.

Gol de cabeza de Amarildo, en el Brasil-España (2-1) del Mundial de Chile 62.
AS

España fue cuarta en 1950, pero luego no se clasificó, por tropiezos ridículos, sí para el 62, en Chile, lo que despertó una enorme ilusión. El fútbol español era primera potencia en clubes y se esperaba prolongar la felicidad a la selección.

Escartín, el seleccionador que nos había clasificado, dejó el cargo y con él un informe para su sucesor, Hernández Coronado. Marca lo publicó y se creó una polvareda tremenda, porque resaltaba los defectos de varios jugadores. La polémica se acrecentó cuando Hernández Coronado nombró entrenador a Helenio Herrera. Eran dos personajes excesivos por sí solos. Su unión fue conocida como "Fórmula H3C".

La lista incluyó cuatro foráneos entrados en años: Santamaría, Eulogio Martínez, Puskas y Di Stéfano. Este iba a jugar su primer Mundial, cuando ya frisaba los 36. Estaba en decadencia, pero seguía siendo un coloso. El día de la lista definitiva se jugó un amistoso en San Mamés ante el Osanbrück y a Di Stéfano le dio un tirón muscular. ¿Cómo excluirle? Se pensó que no podría jugar el primer partido, ni quizá el segundo, pero sí después.

El primer partido fue contra Checoslovaquia. Aun sin Di Stéfano, salió un equipo con media de edad muy alta... sólo superada en nuestra historia por las tres primeras de Hierro en Rusia. Perdimos 1-0 ante Checoslovaquia. Juego técnico pero lento, gran actuación del meta rival, lesiones de Rivilla y Reija, fallo tonto en el gol checoslovaco. Eso nos contaba la radio. Aquellos partidos no se televisaban en directo. Se metía la cinta en el primer avión y se veían la tarde siguiente... por los que tuvieran televisión y ganas.

Luego, toca México. Hay cuatro cambios. Se juega con nervios, ante un mal equipo. En el minuto final hay un córner contra España, el despeje le llega a Gento, que suelta una carrera deslumbrante de ochenta metros, centra y Peiró marca. Hemos ganado 1-0, aunque un poco de milagro.

Ahora Brasil, el campeón del 58. ¿Podrá llegar Di Stéfano? Esa es la pregunta. La respuesta es no. Tampoco está Pelé, con un desgarro en su partido con Checoslovaquia. La Fórmula H3C modifica más el equipo. Sólo quedan cuatro del primer día. Se juega mejor, Adelardo marca por delante, pero nos timan un penalti de Nilton Santos a Collar, que el árbitro saca fuera, y al lanzar esa falta le anulan a Adelardo un gol de tijereta. Ya cerca del final, llegarán dos tantos en diez minutos de Amarildo, el sustituto de Pelé.

Nos volvemos, sin haber estrenado a Di Stéfano y entre dimes y diretes. ¿Por qué tanto veterano? ¿Por qué no fue Amancio, el único que podía hacer de extremo derecho? Los responsables se defendían con las lesiones, el árbitro de Brasil (se decía que a Chile le interesaba más Brasil, que llevaba gente, que España) y con el hecho de que los dos que pasaron en nuestro grupo fueron finalistas.

En el 66 volvimos con fe renovada. Por una parte, España había ganado la Eurocopa del 64, con un equipo joven, y seguía el mismo seleccionador, Villalonga. Por otra el Madrid ye-yé, todos españoles, había ganado la Copa de Europa.

Villalonga concentró al equipo cuarenta días en Santiago de Compostela. Buscaba clima británico. Llovió continuamente. Los jugadores llamarían a aquello El Arca de Noé, porque “llovió cuarenta días y cuarenta noches”. La fe se empezó a romper cuando nos visitó un equipo con nombre de jabón de lavadora, el Ajax. Entonces no sabíamos lo que se estaba cociendo allí, y perder 1-2 ante semejante equipo se consideró pésima señal.

Cuando el grupo aterrizó en Birmingham se encontró con sol y calor. ¡Para eso hemos tragado tanta lluvia! Este Mundial ya se televisó por satélite, se pudo ver en directo en todas partes. El parque de televisiones en España ya había crecido. Muchísimos españoles compraron su primer televisor para este Mundial.

Debutamos con un equipo veterano y distinto de la Eurocopa ante Argentina. Jugamos muy mal. En el descanso perdíamos 1-0, gol de Artime. Elola Olaso, Delegado Nacional de Deportes, bajó al vestuario a animar al grupo: “Ustedes saben hacerlo mejor”, se le ocurrió decir. Una voz del fondo le replicó: “Salga usted a ver si lo hace mejor”. Ese era el ambiente. Tras el descanso, una acometida de Pirri a Roma acaba con el balón dentro de la portería, pero pronto desempata Artime. Perdemos el primer día, como en Chile.

Ahora, Suiza. Sólo hay un cambio. Se vuelve a jugar mal. Se adelantan los suizos. Mediada la segunda parte, Sanchis, lateral derecho, sube en un arrebato, hace varios regates y marca sobre la salida del portero. Un gol heroico. Más adelante, la única escapada de Gento en todo el Mundial acaba en un cabezazo de Amancio que es el 2-1. Hemos ganado el segundo partido, ante el fácil, jugando mal y con una galopada de Gento. Como en Chile.

Ante Alemania. Villalonga sí le da un vuelco al equipo que por fin se parece al de la Eurocopa. Empezamos bien, y marca Fusté. Pero en un saque de banda Sanchis descuida la vigilancia de Emmerich, que recibe adelantado y bate sin ángulo a Iríbar. La segunda mitad alterna juego bueno de España con arreones alemanes. Finalmente, el gran Uwe Seeler marca el 2-1. Hemos perdido el último día, ante el mejor del grupo, tras cambiar el equipo, jugar bien y adelantarnos. Como en Chile.