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SUSURROS DEL CAMPO

¿Muerte o vida?

Hace unos días, ojeando redes sociales, me encontré con un monólogo de un famoso actor/humorista (por no llamarle payaso, que no tiene buena connotación), mofándose y riéndose de los cazadores después de las concentraciones del pasado 15 de abril en toda España, haciendo juegos de palabras con la muerte de los animales.

¿Muerte o vida?

Hace unos días, ojeando redes sociales, me encontré con un monólogo de un famoso actor/humorista (por no llamarle payaso, que no tiene buena connotación), mofándose y riéndose de los cazadores después de las concentraciones del pasado 15 de abril en toda España, haciendo juegos de palabras con la muerte de los animales.

Me llegó a parecer hasta gracioso, pero cuando mencionó en dicho monologo a un parricida, que actualmente está donde debe, entre rejas, por asesinar y quemar a sus dos hijos, no pude por menos que echarme las manos a la cabeza.

Desde el mismo momento que llegamos a este mundo, lo único seguro que tenemos es la muerte. La vida es muerte, y la muerte es vida. ¿La muerte es cruel? No, es parte de la vida.

Una palabra que a algunos nos puede dar miedo utilizar cuando de caza hablamos, empleando mil palabras para no referirnos a algo tan natural como la muerte: abatir, dar caza, tumbar... Pero, al fin y al cabo, intentamos omitir la realidad, muerte.

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En la caza, como en la vida, la muerte es una parte de ella. Salimos al campo, cuidamos de él, cuidamos de nuestra flora y nuestra fauna, nos asfixiamos en verano proporcionando comida y agua a los animales, nos jugamos la vida sofocando incendios, pero el acto final de la acción de cazar es dar muerte al animal.

¿Qué intento decir con todo esto? (No, no me he vuelto loca). Lo que muchos no ven es que esa muerte es vida con la que se regulan las poblaciones de animales, con la que se evitan enfermedades y que es parte esencial e imprescindible de la conservación del medio. En definitiva, con la muerte proporcionamos vida.

La sociedad de hoy en día se ruboriza con solo ver en televisión la transmisión de una corrida de toros o un programa de caza, se ruboriza porque se publican fotos con animales abatidos, muertos (algunas de ellas yo no las publicaría, pues no respetar al animal cazado es algo que no concebiré nunca).

Nos llaman asesinos y mil adjetivos más (que no voy a trascribir en este, mi rinconcito). Eso sí, mientras están en frente de su televisor con un chuletón en la mesa y viendo "el parte", donde se habla de la guerra de Siria, de un maltratador que ha asesinado a una mujer, de unos jóvenes que fallecen en un accidente de coche o de cinco malnacidos que violan a una chica, su moral les hace atacar a un colectivo como somo los cazadores, que lo único que hacemos es regular y asegurar la supervivencia de la fauna.

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La muerte en los telediarios no está mal vista, es culturalmente aceptable. Así es la vida, pero no queda en eso la cosa.

Mientras nos critican por llevar a nuestros hijos al campo de caza, los suyos juegan a asesinar personas en algún juego de la Play Station 4. La sociedad hipócrita ve normal lo segundo y no lo primero... ¿Saben que les digo? Que yo seguiré saliendo al campo, cuidando de él, pasando calor en verano, ayudando cuando las nevadas dejen a nuestra fauna a su suerte, haciendo cortafuegos, disfrutando de mi pasión, de mi forma de vida.

Seguiré yendo de caza y cazando piezas que después degustaré en un plato; seguiré llevando a mi hijo para que empiece a respetar la naturaleza, aprenda a cuidarla y, por supuesto, para que vea cómo se caza, hasta que él quiera dejar de acompañarme o decida seguir mis pasos.

Pero sobre todo intentaré alejarme y alejar a mi familia de la hipocresía de aquellos que ven la muerte de sus semejantes como lo normal y no la critican, pero se vuelven locos con la muerte de un animal sin llegar a entender nunca que esa muerte asegura la vida y continuidad de las especies.

¡Larga vida a la caza! Long life to hunting & hunters!