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MEMORIAS DE CHAMARTÍN

El Madrid se estrena en Maracaná

Los blancos juegan por primera vez en el coliseo de Río de Janeiro con una sensacional actuación en el primera parte. En la segunda, el calor y la humedad pesan en los madridistas.

Madrid
Un defensa del vasco se apresta a sacar el balón del fondo de la portería. canario acaba de marcar el segundo tanto...

Tras haber ganado la Copa de Europa por quinta vez consecutiva, la campaña 1960-61 prometía ser una temporada rica en títulos. El objetivo de reverdecer laureles ligueros y ampliar el dominio blanco por el continente europeo eran fines prioritarios. A su vez, el enfrentamiento frente al Peñarol en la Copa Intercontinental en septiembre de 1960 (con sonoro triunfo), le había llevado a la cúspide del universo futbolístico. Así pues las cosas, la directiva blanca soñaba con mantener al equipo en lo más alto y prolongar su hegemonía. Comenzó la campaña con el fichaje relámpago del portero Vicente. En la octava jornada de Liga los blancos se colocaron líderes del campeonato. Todo parecía planeado para otra campaña exitosa cuando sobrevino la catástrofe.

En el primer sorteo de la Copa de Europa (los dieciseisavos), los bombos caprichosos depararon un nuevo enfrentamiento Real Madrid-Barcelona. Ya se habían enfrentado en la campaña 1959-60, con sendos triunfos de los blancos. Así que más morbo a la hoguera. El primer encuentro se disputó en el Bernabéu, y concluyó con empate a dos tantos. El partido de vuelta acabó con triunfo azulgrana (2-1, con el bello gol de Evaristo). Pero provocó un escándalo en toda Europa: a los blancos les fueron anulados hasta cuatro goles, haciendo que toda la crítica europea se centrase en la horrorosa labor del colegiado inglés Reginald Leafe. 11 días después, azulgrana y madridistas se volvían a ver las caras, en este caso en la competición liguera: los blancos se impusieron 3-5…

Con la eliminación de la competición europea, los blancos, que a lo largo de la temporada ya habían realizado viajes para jugar bolos amistosos y recaudatorios donde recibían homenajes y dólares que manejaba la directiva, buscaron nuevas vías de financiación económica. Tal fue el caso de sendos amistosos en Zúrich y de otro en Manchester, al que Bernabéu nunca dejó de lado tras su terrible accidente de aviación. Pero había que conseguir más dinero. Viendo que marchaba con amplio margen de puntos sobre el segundo clasificado (le sacaba nueve puntos al Atlético de Madrid, su siguiente perseguidor), se decidió aceptar una oferta que consistía en viajar a Brasil y enfrentarse al Vasco da Gama en el incomparable escenario de Maracaná. 

Pues bien, la expedición madridista puso rumbo a Rio de Janeiro. La fecha elegida fue el 8 de febrero de 1961, miércoles. Ese día, madridistas y vascaínos disputaron un espectacular encuentro de fútbol. Por parte del Vasco se alinearon: Humberto (Miguel Ita, 25’); Paulinho, Bellini, Coronel; Ecio, Orlando; Sabara, Delem, Moreira, Lorico (Waldemar, 79’) y Pinga. Los blancos formaron con: Domínguez; Marquitos (Miche, 42’), Santamaría (Zárraga, 77’), Casado, Vidal, Pachín, Canario, Del Sol, Di Stéfano (Pepillo 63’), Puskas y Gento. El colegiado era el argentino Brizzo, y Maracaná presentaba un aspecto impresionante: más de 120.000 espectadores acudieron a ver a los pentacampeones de Europa. Se recaudaron ocho millones de pesetas al cambio entre taquilla y por la retransmisión televisada (en total fueron 27 millones de cruzeiros). El presidente del Brasil, Janio Quadros, tampoco quiso perderse tal visita y acudió al partido.

El partido empezó de cara para los dirigidos por Miguel Muñoz. Tras amainar durante los primeros minutos las embestidas locales, dos goles en apenas tres minutos, obra de Del Sol (minuto 14) y Canario (minuto 16) acallaron Maracaná. Sumando a lo que dijo Alcides Ghiggia, autor del gol del Maracanazo en el Mundial de 1950 (“Sólo tres personas silenciaron Maracaná: el Papa, Sinatra y yo”), habría que añadir al Real Madrid en esos primeros 45 minutos: un juego veloz, efectivo, ordenado… un trueno en toda regla. Muchos aficionados cariocas se marcharon del campo debido a la escasa respuesta de su equipo.

Sin embargo, la segunda parte fue toda del cuadro local. Los madridistas, visiblemente cansados por la duración del viaje, el calor y la humedad reinantes, se vieron sorprendidos por un autogol de Casado a los 52 minutos. El bochorno y encajar ese tanto le dieron alas a los locales, que acabaron empatando diez minutos más tarde a través de un penalti transformado por Pinga. El primer encuentro del Madrid en Maracaná finalizó en empate a dos tantos, pero dejando una extraña sensación: ¿cuál era la verdadera imagen del Madrid? Si la de la excepcional primera parte de los blancos, la segunda, empañada por su desplome físico en la segunda mitad, y que sugiría un fin de ciclo, otras...

Tres días después, el Madrid jugó en el estadio Ramón Sánchez Pîzjuán ante el Sevilla. Los blancos ganaron 0-2 con dos tantos de Alfredo di Stéfano. No hubo quejas por el viaje, el partido, y el regreso. Eran otros tiempos, claro.

El Madrid volvería a jugar en Maracaná en el Mundial de Clubes en el año 2000. Pero esa es otra historia…

https://www.youtube.com/watch?v=D4hAbPf3GXA