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¿Qué hubiera hecho Bolt con los 4,8 de viento que tuvo De Grasse en Estocolmo?

Correr con viento huracanado a favor no garantiza para el crono por debajo del récord mundial. Ni siquiera a los atletas punteros. Ayer el canadiense Andre de Grasse, un velocista emergente, tuvo en la Diamond League de Estocolmo un ventarrón de espaldas de nada menos que 4,8 metros por segundo y registró un tiempo de 9.69 , a once centésimas de la plusmarca mundial de Usain Bolt, lograda con una brisa de 0,9 de espaldas. ¿Qué hubiera hecho Bolt con esos 4,8 en su momento culminante de forma?

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Difícil cuantificarlo, pero, desde luego, una barbaridad. Quizá un crono cercano a los 9.30. Mucho más que ciencia-ficción. Pero hasta ahora Bolt nunca se ha encontrado con ventarrones similares. 

Hay estudios científicos que intentan establecer cuál es la ventaja que reporta correr con vientos más que generosos soplando por detrás del atleta. Pero las conclusiones nunca son definitivas, ni pueden serlo. No es lo mismo que el viento empuje a un atleta como Usain Bolt, con un peso superior a los 90 kilos, que lo haga con Kim Collins, de Saint Kitts & Nevis, que pesa oficialmente 64. El viento, además, puede ser racheado, constante, totalmente a favor o esquinado... La medición que se realiza es la mejor de las posibles, pero eso no quiere decir que sea absolutamente perfecta.

¿Quién ha corrido más rápido con viento ilegal, es decir, superior a 2,00 metros por segundo? Pues es el estadounidense Tyson Gay, que el 29 de junio de 2008, en la pista milagrosa de Eugene y durante los Trials para los Juegos Olímpicos de Pekín hizo una marca de 9.68, una centésima menos que De Grasse, con un viento excesivo de 4,1. Es decir, mayor velocidad, pero menos viento empujando.

También bajó en su día de 9.70 Obadele Thompson, de Barbados, que el 3 de abril de 1996 invirtió en los 100 metros un tiempo de 9.69 (como De Grasse), pero con cinco metros como mínimo: la medición no fue suficientemente precisa. Además, tuvo la ayuda suplementaria de la altitud (1.140 metros sobre el nivel del mar).

¿Y Carl Lewis, por citar una de las megaestrellas del sprint? Pues lo mejor que hizo en esas condiciones fue 9.78 con +5,2 en otra pista muy rápida: Indianápolis. Sucedió el 16 de julio de 1988, en los Trials para los Juegos Olímpicos de Seúl, en los que venció tras la descalificación por dopaje del canadiense de origen jamaicano Ben Johnson. 

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¿Qué marcas soberbias se han alcanzado en otras especialidades, también con viento excesivo?

Pues en 200 metros el propio Andre de Grasse hizo 19.58 (+2,4) en Eugene, el 12 de junio de 2015, en los Campeonatos Universitarios de Estados Unidos (estudió Sociología en la Universidad del Sur de California). 

En 110 metros vallas el estadounidense Roger Kingdom marcó 12.87 con +2,6 en la Copa del Mundo de Barcelona, el 10 de septiembre de 1989, un día en el que una feroz tormenta obligó a interrumpir la competición y anegó el que iba a ser tres años después Estadio Olímpico en los Juegos de la Ciudad Condal. Igual marca tiene el chino Liu Xiang, con +2,4, en el Prefontaine Classic de Eugene, pista que sale a relucir constantemente en este tipo de cosas.

En longitud Mike Powell llegó a 8,99 (+4,4) en la localidad alpina de Sestriere, el 21 de julio de 1992, un año después de haber desbancado a Bob Beamon (8,90 en los Juegos de México 1968), con 8,95. Sestriere siempre fue bastante ventosa. Powell saltó allí 8,96 (+3,9) el 31 de julio de 1994. Al año siguiente, probablemente hartos de que se saltase mucho, pero con el viento empeñado en anular reglamentariamente las marcas, algún italiano hizo alguna trampilla.

Iván Pedroso aterrizó a 8,96 metros, un centímetro por encima del récord de Powell, y el viento se midió en +1,2. Por fin. Pero el gozo de los organizadores duró poco. La RAI, la televisión pública, demostró posteriormente que un misterioso personaje se colocaba delante del anemómetro cuando saltaba Pedroso. Filtraba el aire, por decirlo así, abriendo una gabardina en un espectáculo que ahora parece hilarante. La marca del caribeño, que era desconocedor del chanchullo. fue anulada, lógicamente. 

Carl Lewis también figura entre los atletas que llegaron más allá que Bob Beamon, pero con empuje excesivo del viento. En aquella final inolvidable de Tokio 1991 en que Powell legó a 8,95, el Hijo del Viento aterrizó a 8,91, con +2,9. En ese mismo concurso hizo una marca válida de 8,87... ¡con viento contrario de 0,2! Tuve la fortuna de estar allí y todo aquello fue inolvidable.

Y un hombre que tiene una marca superior a su propio récord del mundo es Jonathan Edwards, que el 26 de junio de 1995, en la Copa de Europa de Villenueve d'Ascq (Francia), aterrizó a 18,43 con 2,4 de viento favorable. El récord actual lo tiene el británico en 18,29. 

Y es que resulta verdad el viejo dicho de los cronistas clásicos de este deporte: el viento excesivo es el peor enemigo del atleta. Porque cuando lo tiene a favor, anula sus marcas, y cuando lo tiene de cara, las arruina. Lo primero le ha sucedido en la Diamond de Estocolmo a Andre de Grasse. 

Podéis leer la crónica de Juanma Bellón en http://masdeporte.as.com/masdeporte/2017/06/18/atletismo/1497801288_060599.html