La primera gran noche de Keylor
El verano de 2015 fue duro para Keylor Navas. Cuando la marcha de Casillas le abría las puertas de la titularidad del Real Madrid...
El verano de 2015 fue duro para Keylor Navas. Cuando la marcha de Casillas le abría las puertas de la titularidad del Real Madrid, al portero costarricense le fueron creciendo los enanos constantemente con los rumores diarios de la inminente llegada de David De Gea para suplir al meta mostoleño. Sin embargo, Keylor se aferró a sus tres grandes pilares: su trabajo (siempre en silencio, pero siempre dando un extra más en cada entrenamiento), su familia y su fe (otros le llamamos constancia y creencia en lo que hacía cada día en Valdebebas). Y gracias a eso fue consiguiendo labrarse un espíritu inmune a las críticas. Bien es cierto que el último segundo del último día del mercado de fichajes de verano estuvo a punto de saltar todo por los aires, pero en ese agosto de 2015 dejó patente sus cualidades en los diversos amistosos que disputó el conjunto blanco.
Uno de los más importantes tuvo lugar en el Allianz Arena. En ese majestuoso escenario muniqués, el tico realizó una soberana actuación en la final del torneo de la Audi Cup, a la que había acudido el Madrid, junto con el Milán italiano y el Tottenham inglés para participar. El otro invitado era el Bayern Múnich. El cuadrangular dispuso que los madridistas se enfrentaban a los Spurs, mientras que los locales se midieron a los italianos. Tanto blancos como bávaros se clasificaron para jugar la final.
Rafa Benítez, entonces técnico blanco, alineó el siguiente once Keylor; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Kroos, Casemiro; Lucas Vázquez, Isco, Cheryshev; y Jesé.
Pero los aplausos se los llevó Keylor. El meta demostró que estaba dispuesto a apurar todas sus oportunidades de ganarse una ficha en la plantilla madridista. Realizó siete paradas, a cada cual mejor, recordando al portero que había brillado sobremanera en el Mundial de Brasil apenas un año antes y que le había abierto las puertas del Bernabéu. Comenzó rechazando de puños un poderoso disparo de Alaba desde fuera del área. Poco después fue Müller el que intentó sorprenderle, sin suerte, con una peligrosa vaselina. Al filo del descanso, corrió de poste a poste para evitar un tanto de Götze: tras un pase de la muerte de Douglas Costa hacia el alemán, Keylor, tras tener que apartar a Müller, llegó rápidamente para rechazar el chut con la rodilla cuando el estadio ya cantaba el gol muniqués.
En la segunda parte siguió con la misma tónica: se anticipó para blocar un testarazo de Müller (le amargó la noche), pero lo mejor lo protagonizó en el minuto 78: voló para desviar a mano cambiada un disparo de Höjberg (abajo), levantando la admiración en los más de 60.000 espectadores presentes en el estadio. Apenas unos minutos más tarde, estuvo ávido de reflejos para desviar un disparo de Alaba, al saque de una falta, que encaraba el fondo de las redes.
Sólo Lewandowski, a tres minutos del final, pudo abrir el muro tico: fue una falta sacada por Douglas Costa, que Ramos no acertó a despejar y el polaco remachó al fondo de las mallas. Fue su único error de aquella noche. Pero aún habría tiempo para más: ya en el descuento, de nuevo el brasileño Costa buscó sorprender al meta madridista: hizo una ruleta seguido de una maniobra, respondiendo Keylor con un gesto rápido y abajo para desbaratar dicha ocasión. A eso hay que sumar su seguridad por alto, bloqueando hasta cinco centros. Dio 20 pases bien, dos malos, recuperó tres balones y dio la sensación de que la portería del Madrid iba a estar en buenas manos tras la marcha de Iker Casillas, su inquilino desde 1999.
Fue la primera gran noche de Keylor Navas. La primera gran reivindicación de un portero que siempre estuvo bajo el atento escrutinio de la afición madridista. Hasta que comenzó a ganársela con actuaciones como aquella en el mes de agosto de 2015.