Sobre Federer y su 91º título ya no hay nada que decir
Llevaba unos días pensando en que quería escribir una entrada después de que Roger Federer conquistase un nuevo Masters 1000, en Miami, nada más y nada menos que el vigesimosexto ya de su carrera, su título 91º de la ATP. Pero ¿qué es lo que queda por decir de este tenista? Estuve incluso tentada con titular la entrada con algo como “Federer me ha dejado sin palabras” y mandarla en blanco, sin más. Y es que poco más se puede contar del suizo.
El pasado domingo volvió a ser mágico para los que disfrutamos de ese deporte. No sé vosotros, pero yo cada vez que hay un partido de esos buenos, como un Federer-Nadal, ya me despierto como con un cierto cosquilleo en el cuerpo, con ganas de verlo. Me recuerda a esa sensación que tenía de pequeña el día de la semana que sabía que iban a poner mi serie favorita, o incluso cuando escuchaba ya la música de la cabecera de esta. Yo, que soy una gran fan de Oasis, lo comparo con cuando voy en el coche con la radio puesta y de repente escucho los primeros acordes de “Don’t look back in anger”. Es la confirmación de que los siguientes serán unos minutos bonitos.
Quizá me haya ido por la música, por las sensaciones, porque realmente, como decía al principio, no sé qué contar. Podría hablar de que ya acercándose a los 36 años sigue batiendo récords, de que es el jugador con más majors, de que es el de más edad en ganar un grande, de su gran ratio de victorias-derrotas de este año (solamente ha perdido un encuentro), de la cantidad de puntos que ya ha hecho en la carrera para las finales de Londres, de ese revés casi perfecto del que hemos descubierto que tenía incluso margen de mejora… Pero la verdad es que hoy escribo con el corazón, con la alegría de estar volviendo a ver tenis del bueno, o al menos del que se disfruta al otro lado del televisor, a recuperar la ilusión por dos tenistas a los que casi habíamos jubilado, como son el suizo y el manacorí.
Me centro en Federer porque es quien se está llevando todas las ovaciones, y también los títulos. Quizá ya no tenemos esa sensación de que flota sobre la pista como pasaba hace una década, pero ¿quién se esperaba vivir lo que estamos viviendo ahora? Dice que lo más seguro es que ya no vuelva a jugar hasta Roland Garros, previsiblemente se va a saltar el resto de la temporada de tierra. Pero el verano, y con él, Wimbledon, está ya a la vuelta de la esquina. Así que poco más queda por decir, que siga la fiesta.
Mientras, tenemos la Davis esta semana. ¿Qué opináis por cierto de la espantada española? ¿Estáis en decepcionados con lo que ha ocurrido o, por el contrario, lo veis justificado?