La historia esperaba a Serena
Hace unos meses estuve viendo un documental sobre Serena Williams. Narraba la historia de esta tenista mientras compartían con ella la temporada en que buscaba el Grand Slam en el mismo año. Bueno, todos sabéis cómo acabó. Faltó el US Open y se apartó durante un tiempo. Es normal que estuviese dolida o decepcionada consigo misma. Pero lo que más me llamó la atención de ese documental era un discurso que daba ella en un evento en el que venía a decir que cuanto más abajo la viesen más fuerza tendría ella para levantarse, y que cuanto más le dijesen que no podía más lucharía ella por hacerlo realidad.
Lo que hoy vimos ante Venus Williams no fue una pelea de tenis al uso. Era un partido entre hermanas, dos hermanas de sangre pero también dos mejores amigas. Sin embargo durante toda su carrera sí ha luchado por demostrar que podía. Ha plantado cara al racismo, ha luchado por los derechos de los negros con sus declaraciones así como también por los de las mujeres. Ha aguantado las críticas sobre su cuerpo aprendiendo a quererlo como es. Y además ha luchado por ser la tenista número uno incluso cuando todos trataban de buscarle un relevo.
Hoy, Serena Williams, con 35 años y cuatro meses, ha ganado el Abierto de Australia, a la sazón, su vigesimotercer grande, lo que hace que supere a Steffi Graf (22), la tenista que más majors acumulaba en la Era Abierta. Y se queda a uno de Margaret Court (24), que comenzó en la época amateur. Pero no solamente eso, sino que también ha recuperado el número uno de la clasificación WTA, la tenista de mayor edad en ocupar esa posición, igual que la de más edad en ganar un grande. Y lo mejor de todo esto es que parece que puede hacer todavía más, que no hemos visto el final de sus triunfos. A veces me pregunto qué repercusión se le daría a esa gesta si fuese un hombre o si perteneciese a nuestro país.
Este es un gusto personal, pero he decir que a mí de Serena me impresiona su cabeza casi tanto como su juego. Ella se concentra y sabe a lo que va cuando sale a la pista. Es casi imposible sacarla de un partido. Recuerdo que una vez vi un encuentro de dobles con su hermana en el que ella se encontraba enferma. Creo recordar que tenía fiebre. No era capaz de meter un saque. Perdía todos los puntos. Pero allí seguía, insistiendo e insistiendo. Esa cualidad no la tienen todas las personas, ni todos los tenistas, y en gran parte ahí puede estar la diferencia entre muchos. Puedes tener un físico privilegiado o un gran talento que sin cabeza para enfocarlos no sirven de nada.
Y hablando de su hermana, de Venus, todo el reconocimiento a una tenista que se planta en una final con 36 años, después de haber pasado momentos difíciles por una enfermedad, y que parece estar viviendo una segunda juventud en el tenis. Otro gran ejemplo para todos los empiezan y, por qué no, para muchos de los que están en el circuito.
Lo de hoy fue una lección de tenis, pero también de vida.