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El hombre que siempre estuvo allí

Arrancamos este blog con un personaje curioso dentro de la historia del Real Madrid.

El hombre que siempre estuvo allí

Arrancamos este blog con un personaje curioso dentro de la historia del Real Madrid. Hasta el momento, el conjunto blanco ha jugado cuatro encuentros a puerta cerrada en competiciones europeas: tres el primer equipo (el último ha sido el pasado mes de noviembre en Varsovia), todas en la Copa de Europa / Champions League, y uno su equipo filial, el Castilla en la Recopa, y...

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Sí. Siempre estuvo allí. Quizá no llamase la atención. No era de los más importantes, pero su rol, con el paso del tiempo, le ha convertido en un secundario de lujo en la apasionante trayectoria del Real Madrid. Se llama Miguel Porlan Noguera. Es conocido por su apodo, Chendo (‘Chendi’ para Zidane). Para muchos, yo incluido, fue el Sexto hombre de La Quinta del Buitre. Un exfutbolista que pertenece al club blanco desde que entrase en la década de los 70. Procedente de Murcia, actuó en el lateral derecho desde 1981 hasta 1998, año en el que pasó a ser el delegado del equipo. Casi 500 partidos (497) defendiendo la elástica blanca, repartidos entre Liga (363, con tres goles), Copa (53), Copa de la Liga (8), Supercopa de España (3), Copa de Europa (34), Recopa (1) y Copa de la UEFA (35).

Y sí. Es uno de los pocos elegidos que ha estado en directo los cuatro partidos que el Madrid ha disputado a puerta cerrada. Tres con el primer equipo y uno con el Castilla, en 1980. Por aquel entonces ya despuntaba. Subía la banda sin problemas y cerraba al atacante rival sin ningún problema. En la temporada 1980-81, el Castilla tuvo el honor de ser el representante español en la Recopa de Europa. Había jugado la final de la Copa ante los mayores, y había perdido 6-1. El sorteo deparó un enfrentamiento con el West Ham inglés.

El primer encuentro, disputado el 17 de septiembre de 1980, acabó con una sonora victoria de los mirlos blancos 3-1, tras remontar el gol inicial de Cross. Paco, Balín y Cidón le dieron la vuelta en una frenética segunda mitad: marcaron tres goles en 12 minutos, del 64 al 76’. Todo quedaba pendiente para la vuelta. Sin embargo, el comportamiento de los hooligans hammers, provocando altercados en el Bernabéu y alrededores, motivó que la UEFA dictaminase que el encuentro de vuelta se jugase a puerta cerrada. Y allí, en Boleyn Ground, en Upton Park, Londres, jugó 120 minutos de partido. El Castilla caería eliminado en la prórroga, pero esa experiencia nunca se le olvidaría. La UEFA permitió un pequeño cupo de personas (262) en el estadio inglés. Y allí se presentó el joven Chendo con el resto de sus compañeros. Algunos creen que jugar sin público les perjudicó. "No hubo ni broncas. Se oía todo lo que decías", rememoraba Salguero.

Su segunda experiencia fue en el Bernabéu… y nada más y nada menos, ante el Nápoles de Maradona, el campeón de Italia. En 1987, la UEFA, inflexible en la década de los 80 tras la barbarie de Heysel (39 muertos y 117 heridos, todos seguidores de la Juventus y víctimas de los holigans del Liverpool), sancionó al Madrid con una dura sanción tras un encuentro plagado de incidentes entre los blancos y el Bayern Múnich: tendría que jugar un encuentro puerta cerrada y otro a 300 kilómetros de la capital. El bombo dictaminó que los merengues se enfrentarían a los partenopeos en la primera ronda. Y allí, ante apenas 200 personas, los madridistas se impusieron a los italianos 2-0, con goles de Míchel, de penalti, y de Tendillo. Pero lo mejor de partido lo protagonizó el mismo Chendo: intentó hace un caño al mismísimo Maradona. Al Diego que un año antes se había proclamado campeón del mundo en México. Un Diego que fue sometido a un marcaje imperial por parte del murciano, que le frenó sin cometer apenas faltas. Quedó tan sorprendido por las maneras de Chendo, que le pidió a Valdano poder cenar con él esa misma noche… El mismo Valdano que luego diría: “Fue como si los pájaros se tirasen a las escopetas”, y que jalearon algunos empleados del club repartidos por los diferentes anfiteatros.

Chendo se retiraría en 1998 siendo campeón de Europa. Pasó a ser delegado del equipo. Y de tal guisa ha vivido otros dos encuentros a puerta cerrada. El primero, ante el Roma, en el Olímpico, en la temporada 2004-05. El conjunto romanista fue sancionado por la UEFA al ser alcanzado el colegiado sueco Anders Frisk por un objeto lanzado desde las gradas en un partido frente al Dinamo de Kiev. El Madrid también ganó (0-3, goles de Ronaldo y dos de Figo, uno de penalti). Allí ante unas 1.000 personas entre delegaciones de ambos equipos, entradas VIP (sponsors de la UEFA más la gente se servicio (policías, bomberos y técnicos sanitarios)… y diez aficionados blancos redebutaba en estas cuestiones. Allí atendió las peticiones de García Remón, técnico por aquel entonces de la primera plantilla del Madrid. Cambios, anotaciones, instrucciones, todo en un magnífico escenario donde los gritos entre los compañeros se oían incluso a través de la televisión. Y donde se produjo la única foto galáctica: celebrando un gol de Figo, acudieron Ronaldo, Beckham, Zidane y Raúl. La quintaesencia de un equipo magnífico.

La última ha sido este año que está terminando. Fue en Varsovia. También en un partido disputado a puerta cerrada por diversos incidentes provocados por los ultras polacos. Ultras. El estigma del fútbol. Fue un agónico empate para los madridistas a tres tantos, con un postrero tanto de Kovacic que evitó la derrota cuando al descanso se había marchado ganando 1-2. Para él, fue otro día en la oficina. En el fondo, una nueva muesca más en su currículum. Y una nueva historia que contar. Porque él siempre estuvo allí...