El atletismo debe salir más a la calle
El atletismo es mucho más que atletas compitiendo en un estadio. Se sabe desde hace tiempo por la gente más innovadora y de hecho está en la calle desde siempre: cross, maratón, media maratón, carreras de 20 o de 10 kilómetros, millas urbanas (todo fuera de los estadios, obviamente), exhibiciones… Pero el atletismo debe salir aún más y más frecuentemente a la calle. Y también en velocidad, en saltos, en lanzamientos…
Hay un interesante intento en este sentido protagonizado por el G5, un grupo de federaciones europeas que componen España, Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia. El proyecto se llama Fly Europa y comenzó el pasado día 11, en Berlín, junto a la Puerta de Brandeburgo, con pruebas de 60 metros, longitud y pértiga. Seguirá en París el día 24 y el año próximo se extenderá al resto de países, España incluida, lógicamente.
El atletismo en pista es maravilloso, pero nuestro deporte debe extenderse más, sobre todo en los países donde la afición es más escasa, como es el nuestro. El atletismo en la calle crea afición y debe extenderse lo más posible. No es una competencia para el atletismo que podríamos llamar clásico, sino un complemento necesario.
Aparte de las carreras urbanas, ya muy frecuentes, y que, en el caso de las millas, sirven para redondear los ingresos de los atletas de élite, me vienen a la memoria espectáculos como el de Usain Bolt corriendo en una pista montada en la playa brasileña de Copacabana, en la que a punto estuvo de batir el récord mundial de 150 metros, una vez, y de bajar de diez segundos en el hectómetro, en otra. El Relámpago, por cierto, se prodiga bastante, alentado por Puma, su marca comercial: ha corrido con niños, con una campeona invidente, con cuyas facultades se quedó maravillado…
También me acuerdo de la exhibición bellísima de Renaud Lavillenie y de otros pertiguistas junto a la Torre Eiffel, que propició espectaculares imágenes; el lanzamiento de peso de la Weltklasse de Zúrich, que se hace en el inmenso hall de la Estación Central, un recinto que conozco bien, lleno de vida…
Y entre la tradición y la exhibición (más de lo primero que de lo segundo) está la famosa Carrera de las Doce Campanadas del Trinity College de Cambridge, que recoge magistralmente la película Carros de Fuego. Esa carrera la reeditaron Sebastian Coe y Steve Cram, con vestimenta deportiva de los años veinte. Un grandioso espectáculo, transmitido por la BBC y con amplísima repercusión no sólo en Gran Bretaña, sino en medio mundo.
En España se realizó hace tiempo una exhibición de pértiga en la calle disputada en Madrid, con la presencia de los mejores entre los nuestros, que fue un grandísimo éxito. Pero, sobre todo, siempre recordaré una milla celebrada en La Castellana en 1984, no mucho después de que José Manuel Abascal conquistase el bronce en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, y con la presencia, también, de los mejores, incluido José Luis González.
En La Castellana, un domingo por la mañana, se concentraron 50.000 personas, unas pocas en una grada montada a tal efecto, y millares desperdigadas por todo el recorrido. Ganó Abascal y, en mujeres, la chilena afincada entonces en Madrid Alejandra Ramos, una atleta de gran calidad, que venció más de una vez en los Campeonatos de España, aunque fuera de concurso, lógicamente. Cuando regresó a su país me envió una carta muy afectuosa agradeciéndome mis críticas perioíisticas sobre ella, que siempre fueron elogiosas. Un dama del atletismo y perdonad el paréntesis.
Volviendo a La Castellana. Hasta se presentó allí, por sorpresa, Ernest Lluch, ministro de Sanidad y Consumo en aquellos momentos y, por desgracia, posteriormente asesinado en un atentado terrorista. La carrera fue noticia de portada en muchos periódicos y su repercusión mediática fue enorme en radio y en televisión. José María Fernández-Matinot, un amigo ya fallecido al que todos llamábamos Mati, fue el alma mater de aquello.
Una anécdota: Valentín Rocandio, entonces atleta, presenció la carrera subido a un árbol, ante la tremenda aglomeración de público. El fotógrafo de AS que me acompañó para hacer la información le hizo una foto, que yo le regalé al guipuzcoano. Luego, Rocky llegaría a ser responsable de relevos en el Comité Técnico de la RFEA y dejó huella de calidad en su trabajo.
Las competiciones en la calle hacen afición, dan espectáculo, atraen patrocinadores, abren las puertas del atletismo a más y más gente, que es lo que necesitamos, tanto como conseguir medallas. El atletismo español debe romper sus costuras, abrirse más a la sociedad, popularizarse…
Las exhibiciones vienen de antiguo: en el viejo estadio del Real Madrid de fútbol se hicieron alguna vez carreras en el césped durante el descanso, en el siglo XIX ya había exhibiciones y duelos con mucho dinero en apuestas en Gran Bretaña y Estados Unidos, y Jesse Owens corrió contra trotones después de sus cuatro medallas olímpicas en Berlín. Y no hay que olvidar la maravillosa carrera
¿Os imagináis una competición de salto de altura femenino, por ejemplo, en un lugar emblemático de España protagonizada por Ruth Beitia y por alguna atleta extranjera de élite, además de las otras mejores españolas. Por supuesto con una fecha que no interfiriera en la preparación de las atletas ni en su descanso. Hay días adecuados para hacerlo, por supuesto.
Sería fantástico. ¿No, Ruth?
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