Europeos: ilusión y medallas. Paso adelante
Los números dicen que hemos progresado en los Europeos de Amsterdam respecto a algunas ediciones anteriores y el corazón me dice que, efectivamente, así ha sido. En atletismo los datos son muy importantes, pero las sensaciones lo son a veces mucho más. En la ciudad holandesa creo que se dan las dos cosas. Me quedo contento de lo que he visto. Y creo que es una sensación generalizada.
Ruth Beitia ha tirado del carro, como casi siempre. Pero hemos visto cosas mucho más que interesantes. Por ejemplo, un velocista espléndido como Bruno Hortelano, que va a marcar un antes y un después en el sprint español. “El velocista que estábamos esperando”, dice Antonio Sánchez, explusmarquista español de los 200 y ahora responsable de velocidad en el cuadro técnico de la Federación Española.
Atleta excelente y ambicioso, que lucha siempre a tope y que, como él dice, se olvida de la genética: vamos que no mira el color de la piel de los que están a su lado en la línea de salida. Y que dice que si en Río se encuentra al lado de Usain Bolt, irá a ganarle.
Y volvemos a la senda de las medallas en los 1.500 metros, con David Bustos, en una recta final impresionante. Él fue el último en conseguir un puesto en el podio, en Helsinki 2012, donde fue bronce. Las antepenúltimas se consiguieron en Barcelona 2010: oro para Arturo Casado (también en un tramo final de antología, que le llevó al triunfo) y bronce para Manuel Olmedo.
Y gran actuación por equipos en la media maratón, distancia que debutaba en los continentales para compensar la ausencia de la maratón, que se ha excluído de las ediciones en que los continentales coinciden con los Juegos, por razones obvias. Corrieron Carles Castillejo, Jesús España, Ayad Lamdassem e Iván Fernández, que se llevaron la plata y perdieron el oro por dos segundos en la suma de los tiempos. Espléndido. Una pena la ausencia de Javi Guerra, lesionado. Lo habrá sentido por él, como es natural, pero estoy seguro de que se habrá alegrado gozosamente por sus compañeros.
Y en los 5.000 metros tremendo doblete de dos españoles, Ilias Fifa y Adel Mechaal, nacidos en Tánger y El Jebha (Marruecos), pero que llevan muchos años aquí, que aquí se han hecho atletas y que aquí tienen sus lugares de entrenamiento, sus clubes y sus preparadores. Bienvenidos a la fiesta. Por cierto, la foto-finish parece más de una carrera de 100 metros que de cinco kilómetros.
En 10.000 Toni Abadía se llevó el bronce, batido sólo por dos turcos nacidos en Kenia y comprados, casi literalmente, por el país otomano, prácticamente, como otros países, de una costumbre perniciosa a la que hay que poner freno de forma inmediata.
Y vuelvo a Ruth Beitia, para la que hace tiempo que se me terminaron todos los elogios. Espléndida, como siempre. Intimidadora simpática de sus rivales en la pista. Tres títulos seguidos. La cifra habla por sí misma. A la cántabra, espero, la veremos subir al podio en los Juegos Olímpicos de Río.
España, repito, ha ganado ocho medallas en Amsterdam, tres de ellas de oro. Hace dos años, en Zúrich (con pruebas de marcha) se alcanzaron seis (dos títulos) con lo que el avance ha sido extraordinario. Y hace cuatro, en Helsinki, llegamos a otras cinco, pero con sólo un oro. España únicamente había ganado más de ocho medallas en Múnich 2002, con quince (6-3-6), Gotemburgo 2006, con once (3-3-5) y Helsinki 1994, con nueve (3-2-4).
Pero además de los datos, tenemos las sensaciones. Y esas sensaciones han sido espléndidas. El ambiente en Amsterdam, me cuentan, estupendo, y la moral de todos ha subido mucho. Necesitábamos algo así. Creo que estos Europeos van a marcar un antes y un después. Por las medallas y por esa sensación bonita que ha dado el equipo.
Ramón Cid, el director técnico, llegó a Barajas casi exhultante. Hubo muchos aficionados recibiendo a nuestra Selección, y eso también es importante. Y tuvieron que soportar una espera de dos horas sobre el horario previsto.
Me ha gustado España en los Europeos, resumo. Un equipo compuesto por veteranos (Ruth Beitia, Jesús España, Carles Castillejo…) y una nueva hornada de jóvenes. No importaba tanto la actuación de éstos en la ciudad holandesa como el darles armas para que aprendan a combatir. Y aquí recuerdo al finlandés Pekka Vasala, oro olímpico en los 1.500 metros de Múnich 1972, que cuando tenía veinte años fue seleccionado para los Juegos de México 1968, en los que cayó eliminado. “Gracias a la experiencia que gané allí pude ser campeón cuatro años después, así que le doy las gracias a mi país”.