Yo también tengo una toalla de Wimbledon
Leo con estupefacción una de las noticias más divertidas de este Wimbledon, donde a los problemas por la lluvia se está sumando el robo de toallas por parte de los jugadores (y no solamente de los júniors, como se dice sutilmente para que se den por enterados los profesionales del circuito que se las están llevando a casa y que están causando un agujero en las arcas del torneo de más de 150.000 euros.
Y no me extraña. Yo, he de confesarlo, tengo también una toalla de Wimbledon, pero pagada. Fue el regalo de alguien que hizo el tour del All England Club y después pasó por su tienda para traerme unos recuerdos. Pero lo que recuerdo fue su queja: “Todo era carísimo”. Así, me conformo con una pequeña toalla rosita, una muñequera y un paraguas de bolsillo, y el saber que se acordaron de mí.
Sólo imagino que si los tenistas tuviesen que hacer regalos a sus amigos y aficionados por valor de los 35 euros que vale cada una de estas toallas de algodón no llegarían a fin de mes. Vale más una de estas toallas que lo que cobra por clase Marcus Willis, el monitor de tenis que el otro día se midió para disfrute de la afición al maestro Roger Federer nada más y nada menos que en la central del club.
Los pobres júniors han sido los grandes señalados y ahora han de salir con unas toallas blancas, después de que la organización calculase que únicamente el 20 por ciento de las más de 6.000 que se dispensan se han devuelto. Es decir, que por ahí circulan unas 5.000 piezas que no están localizadas. "Los juniors han creído por muchos años que pueden competir a ver quién se lleva más toallas", dijo al diario británico The Telegraph Goerge Spring, jefe de las pistas del All England desde el 2000.
Lo más divertido en realidad de la noticia son las declaraciones hechas por los profesionales de más rango, incluido el números uno.
"Planeo antes del partido dejar la mitad de mi bolso vacío o un bolso entero para las toallas que me llevo de Wimbledon", admitió el serbio Djokovic antes de ser eliminado en la tercera ronda.
En el cuadro femenino, la primera de la WTA al parecer es muy buena en esto de llevarse las toallas. Según Spring, la estadounidense “Serena Williams es una leyenda... ya se podría haber comprado una segunda casa”. Y la hermana de esta dijo: "Tengo muchas en casa, desde 1997. Tengo algunas toallas de hombres también, se pueden cambiar en el mercado negro de toallas".
Por su parte, Eugene Bouchard, de 22 años, tiene su propia táctica para llevarse más que las dos toallas por partido cuando hay lluvia. "Cuando hay demora por lluvia, te llevas otras dos toallas extras. En un partido, cuatro toallas. Creo que lo hago bien".
El estadounidense John Isner es otro de los que bromea con el tema. "Creo que me he podido hacer con seis en un partido (por la interrupción). Paramos en el 1-1 y ya son dos; termino 7-6 y 1-3 y dos más. Así las reparto como caramelos".
Y luego hablan de los hoteles…