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7 claves de la supremacía de Djokovic

Por Tomás de Cos

Novak Djokovic ganó su segundo Madrid Open y sumó el vigésimo noveno Masters 1000 de su carrera. En la Caja Mágica demostró que sigue manteniendo un par de escalones de ventaja sobre el resto, incluidos los mejores. Tratamos de analizar los porqués...

1. Su fortaleza mental. Djokovic sabía desde muy joven que sería #1 del mundo. Y a ello entregó toda su vida, superando obstáculos que a otros en su pellejo les hubieran resultado inexpugnables. Alcanzar la cima no hizo más que reforzarle interiormente. La forma de invertir sus enfrentamientos directos con Nadal es un ejemplo que habla por sí solo.

Djokovic nunca pierde el control mental del partido

2. Un físico trabajado y a la altura de su juego y las características de su tenis. En su ascenso meteórico la exigencia física de los partidos le pasó alguna factura. Sobrellevaba regular el calor extremo y eso le hacía vulnerable ante los rivales más duros. El salto en la exigencia física del circuito júnior al ATP es muy duro. Más si cabe para un jugador de fondo como él. El tenis es hoy uno de los deportes con mayor exigencia física.

Djokovic es un portento físico hoy por hoy

3. Su tenis no ha dejado de evolucionar. Crecido a la sombra de la rivalidad Federer-Nadal, Djokovic no ha dejado de mejorar su tenis. Comenzar a jugar más liftado le dotó de mayor solidez, dejando sus naturales golpes planos para buscar winners. Un cambio de estrategia clave. Pero también aprendió a sumar puntos gratis de saque y a acortarlos con la volea cerca de la red... Nunca ha dudado en hacer cambios en su equipo técnico si lo ha necesitado y ha llegado a ser temible en todas las superficies.

Djokovic ha dejado de mejorar la técnica de sus golpes

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5. Ha hecho de la excelencia una constante. Fruto de su fortaleza mental, la confianza en sí mismo y su balance perfecto, Djokovic ha alcanzado una fiabilidad envidiable. Y debido a su adicción a la competición y a su sed de victoria, la mantiene en el tiempo de la forma más natural. Algo que sólo está a la altura de los más grandes. Su palmarés y su tiranía en el ranking ATP son resultado de esa excelencia. Lo normal es alternar éxitos y fracasos, como le sucede a Andy Murray, su gran rival generacional.

6. Gestiona muy bien la presión. Nunca ha rehuido su favoritismo. Lo asume con naturalidad, pero sin que ello implique ningún tipo de autocomplacencia. Es consciente de que cada partido depende principalmente de su nivel de juego. Y tiene facilidad y diferentes fórmulas para focalizarse en un objetivo incluso cuando las cosas se tuercen. Su lenguaje no verbal es muy espontáneo y relajado. Es capaz de sonreír, gritar, celebrar un gran punto, bromear con un recogepelotas o aplaudir al rival tras una gran jugada, sin que se vea afectado su nivel de concentración.

7. Disfruta con lo que hace. El tenis es su vida y nunca ha dejado de saberse un privilegiado por su don con la raqueta. Esa espontaneidad le ha permitido hacerse un hueco entre Federer y Nadal y ganarse numerosos aliados en las gradas. Es y sigue siendo una bendición para el tenis, por más que muchos vean en él un potencial aniquilador de los récords del suizo y el español.