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Todos contra Nole

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Por Jorge Ducci

En 2011 Novak Djokovic hizo una campaña para la historia y en 2015 parece empeñado en superarse a sí mismo, y ni siquiera la decepción que sufrió en Roland Garros ha mermado su ritmo avasallador.

Si bien es cierto el serbio dejó escapar una chance inmejorable de completar el Grand Slam en París, donde perdió la final ante Stan Wawrinka, sus números de la temporada son deslumbrantes y lo ponen, una vez más, como favorito para ganar el US Open por segunda vez.

El año pasado en la Gran Manzana el mundo del tenis se sorprendió por partida doble. Acostumbrados a ver a Federer, Djokovic, Nadal o Murray en las finales importantes, la definición del título se jugó entre dos debutantes: Marin Cilic y Kei Nishikori. El presente del croata, campeón defensor, dista mucho de ser un digno contendor al título ya que tiene un modesto registro de 18-13 en el año (al 23 de agosto) sin títulos. El japonés ha ganado tres coronas en la temporada y se ha consolidado en el Top 4, pero sería demasiado ambicioso aventurar que repita su campaña.

Djokovic, en su mejor nivel, será muy difícil de batir. El serbio está un escalón por sobre el resto y en este año sus números demuestran que, comparado a esa histórica campaña de 2011, su tenis ha evolucionado, especialmente con su servicio. De hecho, según estadísticas de la ATP, el serbio lleva casi el doble de aces que hace cuatro años, añadiendo más variantes a un juego que prácticamente no tiene fisuras.

El hecho que Djokovic sólo haya ganado una vez el US Open le suma una presión inmediata por demostrar que su dominio es en todos los rincones del mundo. Ocho de sus nueve coronas de Grand Slam han sido en Australia o Wimbledon, y sólo uno en Nueva York, por lo que si bien es cierto que su lugar en la historia no está en duda, de seguro que pretende un mejor equilibrio en las conquistas de los torneos importantes para sacar un mayor brillo a su carrera.

“Creo que siempre hay espacio para mejorar. Sé que puedo llevar mi juego a un nivel superior”, declaró en julio Djokovic y no son sólo palabras de buena crianza. El serbio sinceramente cree en el constante perfeccionamiento y en su fuero interior el US Open es un anhelo prioritario, al mismo nivel que Roland Garros.

Pero ojo con otros contendores. Andy Murray cortó la demoledora campaña de Djokovic en los Masters 1000 este año en la final de Montreal y demostró una vez que en su mejor nivel es capaz de molestar al máximo al serbio con su tenis que neutraliza las cualidades de Nole. De hecho el escocés le ganó la final en Nueva York en 2012 y la de Wimbledon en 2013; en instancias decisivas, la fortaleza mental de Murray lo eleva un peldaño y lo acerca a Djokovic en una batalla que siempre es un placer.

Roger Federer con su simple nombre mete miedo, pero en la cancha aún impone su jerarquía de leyenda. En Cincinnati tuvo un regreso notable a las canchas tras perder la final de Wimbledon ante Djokovic, y conquistó su primer torneo importante de la temporada, el séptimo en ese certamen, con una formidable final ante Nole. Ese descanso que tuvo en las semanas previas puede ser crucial para llegar en su mejor forma y buscar un nuevo Grand Slam, quizás el último, para coronar una carrera memorable.

El último major del suizo fue en un lejano 2012, en Wimbledon, y desde entonces ha entregado la posta de su legado a sus principales amenazas como Djokovic o Murray, pero su ambición no se detiene y con 34 años recién cumplidos, podría ser el tercer jugador de más edad en ganar un Grand Slam. No es menor para un jugador al que le quedan muy pocos registros por conquistar.

Lo de Nadal es un caso dramático. El zurdo está librando una batalla consigo mismo en una temporada donde bajó a su peor ranking (10° en junio) en una década y ni siquiera la gira europea sobre arcilla le dio los acostumbrados réditos, ya que si bien ganó dos torneos - Stuttgart y Hamburgo – no conquistó ningún Masters 1000 y Djokovic lo aplastó en cuartos de final de Roland Garros. Su marca ante rivales Top 10 es de un mediocre 2-7, que sirve para reflejar su alicaído presente y que ante los de su mismo nivel, sucumbe. Sólo un buen sorteo le permitirá llegar lejos en el US Open, pero la copa que ganó en 2010 y 2013 parece ya un sueño inalcanzable.

Luego de ganar su último título en Hamburgo, el español declaró: “Soy el de hoy y quiero disfrutar del día a día. El mejor Nadal volverá o no volverá. Ahora soy el que soy”. Una verdadera lucha interna con resultado incierto y donde los resultados no van de la mano con las sensaciones.

No se puede dejar de lado a Wawrinka, campeón de Roland Garros este año, aunque el suizo fue metido en una polémica en Montreal con Nick Kyrgios y ha confesado la dificultad de concentrarse en la actividad. De todas formas el suizo ya demostró tener el temple mental para las grandes instancias, y con un par de semanas inspiradas puede derribar a cualquiera, incluso al número uno del mundo.

Puede que en los pronósticos el último Grand Slam del año no tenga mucho espacio para un golpe mayúsculo, pero lo que pasó el año pasado invita a soñar con un torneo apasionante, donde las principales potencias sienten la amenaza del pelotón y con la esperanza de estampar un legado en la Gran Manzana, el último mayor de la temporada.