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Auger-Aliassame: un prodigio predestinado al éxito



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Por Jorge Ducci

Nacer el mismo día que Roger Federer no pasa de ser una anécdota para cualquiera. Si se trata de un tenista profesional, tiene un toque divertido. Pero en el caso del canadiense Félix Auger-Aliassime es un llamado del destino.

Félix sorprendió al mundo del tenis en marzo pasado al superar las clasificaciones y jugar su primer torneo Challenger en Drummondville. Y repitió la gracia en Grandy, donde además se dio el lujo de llegar a cuartos de final del cuadro principal. ¿Cuál es la gracia? Tiene apenas... 14 años.

Cuando la mayoría de los aspirantes a tenistas están compitiendo en torneos regionales, alguno que otro con la suerte de hacer giras internacionales, pero en general preocupados de videojuegos o pasarlo bien con los amigos, este canadiense ya compite con tenistas profesionales, que en promedio le deben llevar al menos 10 años de edad de ventaja. Y les gana.

Félix Auger-Aliassime dice que creció (como si aún ese proceso no hubiera terminado) admirando a Federer, Gael Monfils y Jo-Wilfried Tsonga. Y las cualidades de sus ídolos se han mimetizado en su tenis.

Imagine a un jugador con la flexibilidad y movilidad de Monfils y la potencia de Tsonga. Así juega Auger-Aliassime. Sus raíces togolesas, por parte de su padre, le dan un físico privilegiado para su edad y su nacionalidad canadiense le entrega el apoyo de una federación seria y con recursos para proyectarlo. Una mezcla perfecta.

A esa edad no es raro que los niños tengan un estilo más de ataque, de pegar fuerte por el simple placer de hacerlo, ese feeling de estar descubriendo la potencia, los efectos y los ángulos sin preocuparse de tácticas ni nada. Pero para ganar a nivel Challenger Tour hay que tener regularidad en el juego y, además, cabeza para enfrentar situaciones de presión. Por eso sorprende que un niño de 14 años ya maneje esos aspectos con una brutal naturalidad.

En las pocas entrevistas que Auger-Aliassime ha dado, confesó que le gusta mucho leer y pretende seguir estudiando en paralelo con su carrera tenística. O sea, no sólo podemos esperar un tremendo tenista, sino un personaje en sí que puede enriquecer mucho a un circuito a veces demasiado superficial.

Está bien, quizá lo estamos pintando como un fenómeno que va a romper todos los récords que existen, incluyendo los de su ídolo Federer, pero está claro que el camino de la promesa a la consolidación es muy largo y son muchísimos los talentos que se han quedado en el olvido con proyecciones parecidas.

No es que el tenis esté muy impaciente o necesitado de figuras, pero siempre que aparece un proyecto de este tipo genera ansiedad para saber si logra explotar o no. En algunos años más sabremos si se transforma en Auger-Aliassame, el gran talento del circuito, o pasa a ser ese canadiense con apellido extraño que pintaba para bueno cuando era niño.