Frank Shields, el finalista que no disputó la final de Wimbledon
Por Marta R. Peleteiro MPeleteiro_AS
¿Qué tienen en común Juan Carlos I, Wimbledon y Andre Agassi? Frank Shields (1909-1975), un tenista con fama de guapo y cuyos éxitos no pasaron desapercibidos. El abuelo de la actriz Brooke Shields, quien estuvo casada con el también tenista Andre Agassi, contrajo matrimonio en segundas nupcias con la princesa italiana Marina Torlonia di Civitella-Cesi, hermana del príncipe Alessandro Torlonia, marido de la infanta Beatriz de Borbón y Battenberg, tía de Juan Carlos I, pero quizás sea más conocido por ser el primer jugador que no se presentó en la final de Wimbledon, convirtiendo ese partido de 1931 en el único de esta ronda cancelado sobre la hierba de Londres (a excepción de los partidos que no se jugaron en tiempos de guerra).
Sorprendentemente, Shields había llegado a la final del prestigioso torneo con apenas 20 años tras imponerse al temido francés Jean Borotra. Allí se vería las caras con su amigo, compañero de la infancia y de equipo en la Davis, Sidney Wood, otro norteamericano y otra sorpresa en el torneo, quien había alcanzado el último partido del prestigioso campeonato derrotando al futuro tricampeón local Fred Perry.
Durante la semifinal con Borotra, el también conocido como Francis se lesionó la rodilla. No era de gravedad, pero aunque él no quería perderse la final inglesa, la federación estadounidense prefirió no arriesgar de cara a unos partidos que habría en unas semanas y pidieron al joven tenista que no se presentase, dejando a aficionados y organizadores con la boca abierta y un enfado de órdago. Así, Wood se enteró un día antes de la final de que el título era para él. Aunque realmente no fue allí donde lo ganó…
Quizás ambos eran demasiado jóvenes para enfrentarse a una decisión de la federación de su país, y quizás a su edad pensaban que todavía les quedaban muchas más finales que jugar. Influyó también su sorpresa por llegar a la final y su amistad: para ellos el título ya había quedado en casa, se sentían cocampeones. Lo triste fue que, pese a aceptar el encargo, Shields perdió el quinto y decisivo punto ante Bunny Austin y Estados Unidos quedó eliminado de la Davis frente a Gran Bretaña, que se vengaba así de la afrenta americana.
Pero Wood no ganó realmente el trofeo de Wimbledon en el All England Club, sino en Queen’s. Ambos sabían que Shields podría haber jugado, así que la decisión de sus jefes en la federación no les pareció una solución justa y ellos buscaron una mejor. Optaron por un pacto secreto para que se quedase con la corona quien de verdad se la mereciese: la tenista estadounidense Maud Barger-Wallach custodiaría el trofeo hasta que ellos pudiesen verse las caras de nuevo en una final sobre hierba.
Aunque ese partido tenía más consecuencias. La federación estadounidense también les había dicho que de esa final saldría el número uno de la Davis de cara a un futuro enfrentamiento con Australia. Mucha presión sobre los hombros de ambos. Así, en Queen’s 1934, Wood recuperaba el trofeo.
No obstante, además de ser el único jugador de la historia en no presentarse a la final de Wimbledon, este intimidante y gran sacador también llegó al partido crucial del US Championships en 1930, donde perdió ante John Doeg, y fue determinante en las actuaciones estadounidenses en Copa Davis durante los años 30. Una trayectoria con la que sería posteriormente capitán y entraría en el Salón Internacional de la Fama del Tenis.
La polémica le rodeó también durante su vida, tanto profesionalmente (se le culpa de la retirada de Dick Savitt) como en el plano personal. Después de dedicarse un tiempo al cine como actor secundario en Hollywood y casarse y divorciarse hasta en tres ocasiones, se dejaba ver ebrio en montones de ocasiones hasta morir joven, con 65 años, en un taxi de Manhattan por un tercer ataque al corazón que no le dio más oportunidades.