Lewis, el gran perdedor (y ganador) del atletismo
¿Es posible perder una carrera de maratón terminando los 42.195 metros en un tiempo de 2h 03:13, superior en calidad al récord del mundo anterior? Sí, es posible. Que se lo pregunten a Emmanuel Mutai.
¿Es posible saltar más que Bob Beamon en longitud y subir sólo al segundo escalón del podio? Sí, es posible. Que se lo pregunten a Carl Lewis.
¿Es posible correr los 1.500 metros en 3:26.34 y llegar segundo a la meta? Sí, es posible. Que se lo pregunten a Bernard Lagat.
Carl Lewis, en un anuncio de Pirelli.
Y que se lo pregunten también a Dennis Kimetto, a Mike Powell o a Hicham El Guerrouj, los verdugos de esos hombres que hicieron marcas estratosféricas, pero que ni siquiera con ellas alcanzaron la victoria.
Ilustres perdedores. Derrotados de lujo. Hombres que se fueron de la pista mirando al suelo, cuando debían mirar al cielo.
No se me olvidará nunca la frase de Carl Lewis tras acabar segundo en longitud de aquella noche pegajosa (por el calor y la humedad) de los Mundiales de Tokio 1991 con un salto de 8,91 metros (viento favorable de 2,9): “Nunca pensé que saltando más que Bob Beamon iba a ser segundo”. Pero es que su compatriota Mike Powell había llegado a 8,95…
Aparte de su marca ventosa, El Hijo del Viento llegó a 8,87 metros con brisa tenue de 0,2 por segundo.
Es uno de los grandes derrotados de la historia. Llevaba 65 pruebas consecutivas venciendo... y fue a perder en un Mundial, saltando más que Beamon. Había ganado quince veces consecutivas a Mike Powell (todas en las que se habían enfrentado) y perdió en ese mismo Mundial.
Pero esa derrota no empaña, ni mucho menos, el brillantísimo palmarés de King Carl. Coleccionó títulos olímpicos, títulos mundiales, batió récords en 100 y relevos, asombró al mundo una y otra vez. Fue proclamado como mejor atleta del siglo XX y tiene los mejores promedios en longitud. Un vencedor, que perdió cuando más dolía.
Y nunca se borrará de mis retinas la imagen de Frank Fredericks en aquella otra noche de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, retirándose cabizbajo de la pista, sin que nadie le hiciera el menor caso, sin que fotógrafo alguno se dignase inmortalizar su desolación. Había corrido los 200 metros en 19.68… pero Michael Johnson, el Expreso de Waco, había batido el récord mundial con 19.32… Esos 19.68 de Frankie ya ni siquiera son la mejor marca para un atleta perdedor: le sucede en ese honor Yohan Blake (19.44), plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 tras Usain Bolt (19.32).
Me gusta, ocasionalmente, echar un vistazo al ránking y ver cómo están los plusmarquistas mundiales no victoriosos, si se puede emplear este término. Es decir, quiénes son esos atletas que han hecho registros prodigiosos y que, sin embargo, no han conocido, gracias a ellos, el triunfo, sino que han saboreado la hiel de la derrota. Una derrota, quizá, aún más dolorosa porque se ha sufrido tras interpretar una maravilla, tras correr más rápido que nunca, o lanzar y saltar más lejos.
La lista, que os ofrezco en este enlace Descargar PERDEDORES, es impresionante, con atletas de altísimo nivel que fueron derrotados cuando lo hicieron mejor que nunca, o casi.
En algunos casos perdieron ante hombres que batieron récords del mundo: Tyson Gay ante Usain Bolt en 100 metros; Nijel Amos ante David Rudisha en 800; Daniel Komen ante Haile Gebrselassie en 5.000; Emmanuel Mutai ante Dennis Kimetto en maratón; Dominique Arnold ante Liu Xiang en las vallas altas; Carl Lewis ante Mike Powell en salto de longitud y Sergey Litvinov ante Yuriy Sedych en lanzamiento de martillo.
Grandes tiempos, grandísimos registros, excelentes prestaciones recompensadas con la segunda plaza, o con la medalla de bronce. Puede parecer poco, pero es mucho.
Ilustres derrotados que mantienen su registro muy alto en el ránking mundial de todos los tiempos. Por ejemplo, Emmanuel Mutai es el segundo de siempre en maratón, superado sólo por el plusmarquista mundial. ¡Qué gran carrera la de Berlín, en septiembre del año pasado!
Carl Lewis es tercero de siempre, no por los 8,91, que fueron ayudados por el viento, sino por los 8,87 que saltó con ligera brisa ¡contraria! Sólo Mike Powell, que aquella noche mágica de Tokio llegó a esos 8,95 y Bob Beamon, con su Salto Cósmico de México 1968, le preceden.
Dennis Kimetto y Emmanuel Mutai, festejados en Naironi tras la carrera récord de Berlín.
Otro que también perdió con la que ahora es la tercera mejor marca de la historia es Bernard Lagat, en aquellos tiempos keniano (2001) y desde 2005, estadounidense. Tercera marca, por sus 3:26.34, pero segundo hombre de la historia en las listas, precedido sólo por Hicham El Guerrouj, con el 3:26.12 de aquella carrera espectacular del Memorial Ivo van Damme de Bruselas, en el 2001, y por los 3:26.00 de Roma, en 1998.
Hombres que salieron vencidos de los estadios o de las carreteras a los que hay que rendir un homenaje. Atletas que fueron segundos en pruebas impresionantes. Deportistas que hicieron marcas que para sí quisieran casi todos, pero que ellos consiguieron… en una derrota.
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