El día que Ríos cambió la historia
Leo Iturra
El 29 de marzo de 1998 marca un antes y un después en la historia deportiva de Chile. Algunos discrepan y dicen que el hito se produjo siete años antes, el 5 de junio de 1991. Pero más allá de que fuera por la primera Copa Libertadores que ganó Colo Colo o el número uno del mundo de Marcelo Ríos, los chilenos terminaron de convencerse de que era posible lograr grandes cosas.
Marcelo Ríos, un tipo irreverente y con muchísimo talento, se paseó por el mundo demostrando que no es necesario ser un gigante ni un portento físico para jugar bien al tenis. Y para llegar a ser el número uno del mundo.
La imagen de ese hincha que era lanzado a volar por los aires desde una gran bandera chilena improvisada como cama elástica y estirada por el resto de los fanáticos, quedó indeleble en el recuerdo de varios de nosotros.
Es bueno contextualizar para comprender: nunca antes un tenista hispanoparlante había accedido al No. 1 del mundo. Y tampoco, hasta ese momento, lo habían logrado un francés, un inglés, un italiano, un ruso o un español.
Marcelo Ríos fue el único capaz de desbancar a un Pete Sampras que llevaba cuatro años en la cima del tenis mundial. Y lo hizo sin ningún tipo de preocupaciones.
Ríos hizo que los chilenos creyeran que todo era posible. De hecho, su efecto fue tan grande que cruzó los altos macizos andinos y le llegó a los jugadores argentinos. Guillermo Coria, Gastón Gaudio y David Nalbandian, han reconocido que el ejemplo del Chino Ríos fue clave en sus carreras. Y seis años después de eso, otros dos tenistas chilenos lograron las primeras medallas de oro olímpicas de la historia del deporte en ese país.
Sin lugar a dudas, Ríos provocó ese gran cambio.