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Chris Borland se retira y la CTE vuelve a ser portada

Mariano Tovar

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Después de una sola temporada en la NFL, y tras haber sido un serio aspirante a rookie defensivo de año, el linebacker Cris Borland ha decidido retirarse. De entrada, la decisión parece un duro golpe para los Niners, que están viviendo una agencia libre de pesadilla. Pero ese es solo un problema puntual a corto plazo. La retirada de Borland puede ser una de las primeras gotas de un problema que a largo plazo puede significar el final del football americano como lo conocemos.

Borland no es el único que ha tomado una decisión tan drástica en los últimos días. Hace dos semanas fue Patrick Willis, también de los Niners. Poco después fue Jason Worilds, un top 10 en casi todos los rankings de la agencia libre. Jake Locker fue el último hasta que hoy saltó la sorprendente noticia de Borland. Ninguno de los cuatro ha cumplido los 30 años. Todos, salvo quizá el quarterback, tenían un futuro brillante en la NFL con futuros contratos estratosféricos.

Willis, Worild y Locker no dejaron claros los motivos de su decisión. Respondieron a la pregunta con evasivas, pidiendo respeto, pero sin aclarar nada. Borland ha sido mucho más claro con sus razones. Transparente. Está preocupado por las secuelas que puede sufrir tras los golpes en la cabeza que recibe por la práctica de este deporte.

Creo que esta mañana Roger Goodell ha sentido un escalofrío de pánico cuando ha escuchado la noticia. La NFL comienza a perder el control sobre un problema, el de la CTE (encefalopatía traumática crónica), que puede convertirse en el mal que dé la puntilla a la NFL, después de provocar por el camino la muerte de muchos jugadores.

El asunto de las secuelas por los golpes recibidos comienza a parecerse peligrosamente al que han sufrido las empresas tabaqueras. Primero negaron la relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón. Luego quisieron capitalizar las investigaciones sobre el tema para controlar la comunicación. Más tarde intentaron frenar la riada llegando a acuerdos judiciales. Por fin vieron cómo la opinión pública se les ponía mayoritariamente en contra y las legislaciones les maniataban. Ahora mismo, a nadie le extrañaría que el tabaco termine siendo ilegal en muy poco tiempo. Desde el inicio del proceso hasta hoy no han pasado mucho más de treinta años.

La NFL lleva casi veinte años lidiando con el problema de las secuelas neurológicas de sus practicantes. Primero negó la relación entre los golpes y la enfermedad (de hecho, todavía la niega). Más tarde se esforzó por capitalizar todas las investigaciones que se hacen sobre la Encefalopatía Traumática Crónica en EEUU. Mientras tanto intentó llegar a un acuerdo con los más de 4.500 exjugadores que la han demandado acusando a la NFL de dar información equivocada y ocultar las secuelas que podía provocar el juego. Por el camino consiguió que ESPN no emitiera en 2013 un documental ‘League of Denial’ en el que se cuenta de forma terrible y cruda el estado lamentable en el que se encuentran algunos exjugadores después de que se les diagnosticara CTE, los estudios que se han hecho hasta el momento para descubrir la relación entre la encefalopatía traumática crónica y la práctica del deporte, y los intentos de la NFL por controlar e impedir la divulgación de esas investigaciones… (Aquí podéis ver el documental. Dura 2 horas y está en V.O. subtitulado en inglés, pero merece la pena y se entiende con un nivel básico de inglés).

  

El problema es que, como en el caso de las tabaqueras, el barco hace aguas por todas partes. Cuando parece que un agujero está sellado, se abren otros nuevos en otras zonas del casco. La juez encargada de la demanda de los exjugadores a la NFL está bloqueando una y otra vez los acuerdos a los que intenta llegar la liga. El motivo es que le parece que las cantidades económicas que ofrece la NFL son irrisorias y dejarían en muy mala situación a los jugadores que puedan sufrir el mismo problema a partir de la fecha de la sentencia. Resumiendo, la NFL está intentando comprar a los enfermos actuales para no tener el mismo problema con los futuros.

Como sucedió con el tabaco, el runrún de que la práctica del football americano puede provocar daños cerebrales está empezando a calar en la sociedad estadounidense. Cada año hay varios casos de jugadores de high school o universitarios que sufren la horrible CTE de forma muy precoz, o que incluso llegan a suicidarse para evitar el sufrimiento. En los últimos tiempos ha habido menos suicidios de exjugadores, pero el caso del mítico Junior Seau fue la puntilla de una terrible epidemia de tipos que hartos de una vida espantosa se pegaban un tiro en el corazón para preservar su cerebro íntegro y que pudieran estudiarlo los investigadores.

Todo lo anterior ha provocado que las estadísticas confirmen que cada vez hay menos niños que practican football americano en el instituto en EEUU. Todavía no son cifras demasiado preocupantes, pero la curva empieza a crecer geométrica y peligrosamente. La NFL consiguió durante los años ’80 desbancar al béisbol como deporte favorito de los norteamericanos, pero si esa percepción contraria se agranda, puede perder el trono que tanto le costó conquistar.

Por eso, en los últimos dos años las campañas publicitarias de la NFL han tenido casi siempre como protagonistas a niños. Y han incidido especialmente en la preocupación de la liga por la salud de los jugadores, y miles de millones de dólares dedicados a programas de salud. No hace falta que os nombre las cartas que Goodell y otros directivos han escrito a los que estamos dados de alta en nfl.com. Solo hablan de seguridad y salud, de niños y deporte de América. Un mensaje que nos bombardea incansable.

 

La NFL ha sobrevivido haciendo equilibrismos imposibles durante este tiempo, pero la retirada de Borland abre un nuevo frente que puede ser letal. Que cada vez haya menos niños practicando football puede revertirse. Pero si los jugadores empiezan a ‘desertar’, el problemón se convertirá en mayúsculo. Y además incendiará todos los demás frentes que parecían más o menos controlados. Por ahora solo ha sido uno el que ha argumentado su salud como motivo para una retirada precipitada con una mano delante y otra detrás. Uno el que piensa que el resto de su vida vale más la pena que muchos millones de dólares. Pero lo normal es que se convierta en el primero de muchos. En 2020 la NFL tendrá que firmar un nuevo convenio con los jugadores. Tras el firmado en 2010 se redujo el porcentaje dedicado a salarios del 60% al 47%. La salud se va a convertir en un nuevo argumento que el sindicato esgrimirá con fuerza y la lista de jugadores retirados anticipadamente puede ser muy larga a esas alturas. Me temo que la NFL va a tener que ceder en muchas cosas si no quiere verse atropellada.

Creo que durante los próximos cinco años se jugará una partida decisiva para el futuro del football americano y que lo que se firme en el convenio de 2020 puede ser la puntilla para éste deporte o el inicio de una nueva etapa mucho más sana y transparente. Pero también creo firmemente que Goodell no puede ser mucho tiempo más el capitán de este barco. Los nuevos tiempos no están hechos para depredadores nacidos para ganar dinero a toda costa. Será necesaria una mente mucho más reflexiva y abierta, capaz de conjugar las nuevas sensibilidades con la violencia intrínseca a este deporte. Un nuevo Tagliabue que rehumanice el football y busque soluciones para el auténtico problema, que no es económico sino médico.

Pero por ahora, Chris Borland se retira porque no quiere sufrir encefalopatía traumática crónica… por mucho que la NFL siga empeñada en que la práctica del football no produce ninguna secuela.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl