La picadora de carne (Tercera parte: Los Conductores)
Pero ni siquiera este nivel garantiza que un quarterback sea ese jugador franquicia por el que suspiran todos los equipos. Muchas veces es mejor una buena ‘Marioneta’ que un mal ‘Conductor’. Andy Dalton personaliza esas dos facetas. Cuando se limita a ejecutar la jugada marcada no suele hacerlo del todo mal. Cuando tira de galones y decide echarse el equipo a la espalda, los gritos de terror brotan como setas en las gradas del Paul Brown Stadium. El problema es que ese tira y afloja amenaza con convertirse en una digestión de dos mil años en una nueva dimensión del dolor. Dalton lleva algunos años siendo un mal menor en tierra de nadie, pero sus Bengals necesitan algo más que eso para ser competitivos.
Hay un nuevo perfil absolutamente esquizofrénico. Me refiero al de algunos quarterbacks móviles. Técnicamente son ‘incapacitados’, dentro del pocket son ‘marionetas’, pero cuando arrancan a correr o ejecutan la ‘read option’ adquieren galones de ‘conductor’. Entonces vivimos auténticos dramas. Carreras contra el tiempo de jugadores que son conscientes de sus limitaciones, que notan que sus trucos de prestidigitador no les van a funcionar durante mucho tiempo y que intentan mejorar en esa faceta pasadora como sea. Algunos lo consiguen y otros se quedan por el camino. Mientras tanto, los aficionados nos lo pasamos bomba con nuestros encendidos debates sobre la auténtica valía de Griffin, Newton o Kaepernick.
Hay otros conductores con talento infinito y condiciones extraordinarias que no acaban de arrancar, como Stafford, o que involucionan, como Cutler. Estamos acostumbrados a escuchar que las grandes estrellas son como el buen vino: mejoran con los años. Cada posición tiene una edad. Los running backs suelen rendir al ciento por ciento desde su temporada de rookie, pero muchos están acabados bastante antes de cumplir 30 años. Los jugadores de la mayoría de las posiciones desarrollan sus mejores temporadas entre los 27 y los 30 años, cuando se junta el cenit físico y la veteranía. Sin embrago, las grandes estrellas en la posición de quarterback suelen vivir sus mejores momentos bien entrada la treintena, cuando el resto se está jubilando.
Parece que Jay Cutler es otro jugador poco aficionado a trabajar durante la offseason. A eso se le suma un carácter muy complicado, una rebeldía natural y una tendencia a cuestionar las decisiones de sus coordinadores ofensivos. Cutler juega como a él le da la gana y nadie tiene que decirle cómo hacerlo. Al final siempre consigue salirse con la suya. Lo malo es que su actitud tampoco garantiza el éxito a su equipo. Es más, normalmente es garantía de fracaso. A todo lo anterior hay que sumarle una tremenda fragilidad mental. Cutler no es un luchador. Cuando las cosas se tuercen se viene abajo y le da igual su equipo o sus compañeros. Tira el partido sin que le importe un pimiento nada ni nadie. A veces creo que Culter solo necesita un par de tortas bien dadas y un entrenador que sea capaz de meterle en vereda para auparse como una gran estrella, pero por ahora solo es un tipo empeñado en autodestruirse y arrastrar con él a los que le acompañan.
Eli Manning ya ha demostrado de sobra que puede echarse el equipo a la espalda para ganar dos Super Bowls nada menos que a los Patriots. Que funciona como marioneta y también como conductor, pero también tiene un punto de jugador de ruleta insensato. Como sabréis, el buscador de Google tiene una pestaña que se llama “voy a tener suerte”. No conozco a nadie que la use. Si quiero encontrar una respuesta prefiero encontrarme con un abanico de posibilidades. Si Eli usa Google como juega al football, estoy seguro de que es adicto al botoncito de la suerte. Porque Eli no tiene ningún inconveniente en soltar el balón y encomendarse a los dioses del football para que llegue a su destino. Algunos piensan que simplemente no es capaz de analizar todas las circunstancias de la jugada, de leer el campo, como debe hacerlo un buen conductor antes de soltar el balón. Y que por eso debería ser relegado de nuevo a la categoría de marioneta para dejar de tirar intercepciones. Otros defienden que en muchas ocasiones ha demostrado un talento superior, imposible para alguien con problemas para enterarse de lo que pasa a su alrededor. Lelo o no, Eli nunca termina de dar el salto a gran estrella que correspondería a un tipo elegido MVP en dos Super Bowls.
Porque para hacer que un ataque juegue por encima de sus posibilidades es necesaria una gran estrella, y de sus características hablaremos en la última entrega de este serial.
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