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Uniformes: se puede (y se debe) ganar dinero, sin hacer el ridículo

«We are that Raider Nation

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We rock that black and silver

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We make‘em shake and shiver

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We make’em reconsider

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And we still commited

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So if you want a piece of this, you can come and get it (…)»

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Come and Get It (Raider Anthem by Ice Cube)

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Raúl C. Cancio

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(Continuamos con la publicación de los artículos publicados por Raúl la temporada pasada en Illegal Return. Éste recupera la actualidad ahora que estamos pendientes del nuevo diseño ¡y mascota! de los Cleveland Browns). En los últimos tiempos, los clubes de soccer más importantes –y los menos también- de la vieja Europa, en una insensata y ciega carrera hacia su propia insignificancia, han tomado la decisión -al igual, por cierto, que los gobiernos nacionales- de desoberanizarse, de ceder parcelas decisorias que hasta hace pocos años resultaba impensable que concedieran. Así pues, y de la misma forma que el estado español carece ya de capacidad de decisión sobre cuestiones de política monetaria, debiendo someterse al diktat de Bruselas –o de Berlín, en verdad-, los clubes españoles –ni su Federación correspondiente- no pueden en modo alguno establecer los horarios de los partidos que mejor se adaptaran a los gustos o necesidades de sus respectivas aficiones o intereses, sino que deben estar al criterio de la operadora televisiva de turno. Otro ejemplo de esta deslegitimación del poder de los clubes -y, por ende, de sus socios-, es la estólida búsqueda de ingresos, no como medio sino como fin en sí mismo. En este sentido es muy lacerante advertir como temporada a temporada, inveteradas esencias y tradiciones de los equipos, símbolos que han trascendido generación a generación, se ven diluidas al socaire de decisiones adoptadas a miles de kilómetros de la sede social del club.


Ya habrán adivinado que me estoy refiriendo a la gran horterada, al chabacanismo textil que cada temporada nos deparan las presentaciones de las nuevas equipaciones. Un inane brain storming en Nuremberg ha decidido que portar dos dragones en la pechera, coadyuvará en la comercialización de camisetas en el Lejano Oriente; en Beaverton (Oregon), donde es de todos conocida su afición por el soccer, consideraron que el amarillo fosforito de los chalecos reflectantes o el abominable verde-Hulk serían un buen reclamo para adquirir zamarras del Barcelona y de la Juventus…y podría seguir así hasta la extenuación.


Afortunadamente, el otro football –por no hablar del baseball, verdadero custodio de las esencias y continuo ejemplo de buen gusto y respeto a las tradiciones- sí venera su pasado y, por consiguiente, se muestra sensible y respeta la inteligencia de sus aficionados. Desde luego que los diseños de los uniformes de la NFL han sufrido una extraordinaria evolución desde los descoloridos jerseys que portaban los pioneros Racine Cardinals a principios del siglo XX, pero si preguntamos a cualquier aficionado por los Burgundy and Gold, por los Scarlet and Gold, por los Black, Gold and White, por los Purple and Gold o por los Silver Blacks, nos van a decir sin ningún genero de duda de que franquicia se trata en cada caso. Es más, salvo algunas clásicas excepciones –Dallas, especialmente-, los seguidores de cada conjunto saben que su equipo portará la equipación blanca fuera de casa y la de color en su partidos como local. En este sentido y por seguir con el delirante mundo del soccer, el Real Madrid, en sus partidos como visitante durantes los últimos años, ha vestido sucesivamente de naranja, azul, celeste, negro, verde, rojo, gris…


¿Qué pasa entonces, los directivos de la NFL y de Nike –desde 2012 la proveedora oficial y exclusiva de uniformes- son unos piernas? ¿Acaso no quieren vender camisetas como sus parientes lejanos del soccer? En absoluto. A pesar de que tanto desde la firma del Swoosh como desde la NFL no se facilitan cifras del número de jerseys vendidos, el incremento de ventas desde esa temporada hasta hoy supera el 14%, con ingresos sostenidos por trimestre que rondan los 2.4 $...lo que pone de manifiesto y bien a las claras, que es perfectamente compatible el respeto a las tradiciones seculares de la franquicias con una política de mercadotecnia inteligente y expansiva que permita la apertura de mercados emergentes.

Por otra parte, ese inmovilismo en los colores ancestrales, no significa ni mucho menos inflexibilidad. El talento empresarial y comercial de esta gente, perfectamente compatible con el respeto por la historia, les permite incorporar atractivas variaciones en la vestimenta, aprovechando campañas concretas: durante el mes del cáncer de mama –ahora mismo-, con vistosos accesorios rosas; en el periodo de homenaje a las fuerzas armadas, con el cool camo en todo el catálogo o, desde luego, los formidables throwback uniforms celebrando alguna efeméride. Pero aún hay más.


Este año, por ejemplo, los jerseys y cascos de algunas franquicias, manteniendo su diseño básico, incorporan interesantes novedades que las hacen apetecibles no por su histriónico color o diseño, sino por el valor sentimental o coleccionable que ostentan. Antes de describir cuales son esas peculiaridades que adornan la uniformidad de algunas franquicias, ha de señalarse que únicamente los Bucs presentan para esta temporada una equipación completamente renovada, no exenta de algunas críticas. Se han elegido colores con cierto textura deja vu, al tiempo que se han incorporado sendas franjas naranjas en la camiseta. Los más novedoso sin duda son los parches en las hombreras, con dos nuevos logos, el aumento de tamaño y tonalidad en la bandera corsaria del casco y, desde luego, los números digitalizados y con un reborde que les imprime una apariencia reflectante y de 3D.


Pero al margen de este completo cambio de piel de los de Tampa, me gustaría resaltar algunas curiosidades que podremos ver este año sobre los emparrillados y que, sin duda, excitaran a muchos aficionados a adquirirlas. Para seguir con los Bucs, este año, en su nuevo uniforme, llevaran cosido un parche en honor de Malcom Glazer, dueño de la franquicia y fallecido el pasado mes de mayo (no se porque me da que el United no se lo va a poner…)


Tres equipos celebran durante esta temporada aniversarios en la competición. Veinte años han pasado ya –parece mentira- desde que Tom Coughlin y Mark Brunell hicieran de los Jacksonville Jaguars -franquicia surgida de la expansión de 1995, junto a Panthers- un lugar respetable, alcanzando sendos títulos divisionales en 1998 y 1999. Me temo que el parche conmemorativo que este año llevarán en sus camisetas no será suficiente para reverdecer laureles, Gus Bradley tiene una tarea ingente por delante.


Como acabamos de señalar, también la franquicia radicada en Charlotte cumple dos décadas desde que Jerry Richardson se empañara en colocar a Carolina del Norte en el mapa del gridiron profesional. A los diez años de vida, el conjunto de la pantera logró meterse en aquel inolvidable Super Bowl del Reliant Stadium, donde Adam Vinateri lo volvió a hacer. En este vigésimo aniversario, Ron Rivera y Cam Newton tienen el reto de emular a Fox y Delhomme.


El tercer conjunto que cumple años no es un jovenzuelo como los dos anteriores… tiene casi la edad de mi abuela. Desde que Tim Mara fundara en 1925 los New York Giants, han transcurrido noventa años, cuatro Campeonatos de la NFL, cuatro Super Bowls y una densísima historia repleta de leyendas tanto en la banda –Owen, Parcells o Coughlin- como en el terreno de juego –Csonka, Gifford, Maynard, Starhan o Tarkenton- y todo ello bajo la ininterrumpida batuta de la familia Mara durante todo este tiempo. Para colmo de pedigrí, las bisnietas del fundador Mara, son las actrices Kate (House of Cards) y Rooney Mara (Millenium), cuya madre es Katheleen Rooney, de los Rooney de Pittsburgh de toda la vida…


Como ya anticipamos con respecto al parche de los Bucs en memoria de Glazer, es muy habitual en los equipos de la NFL mostrar sus respetos a los que fueron sus patrones o entrenadores. En este sentido, les voy a ser franco, que los Lions lleven un parche por el fallecimiento de William Clay Ford, Sr. el pasado mes de marzo, debe responder exclusivamente al cariño y respeto que se genera después de cincuenta años de convivencia, porque transcurrido tan dilatado periodo de presidencia, el balance deportivo es para arrancarse el parche en el acto: un solo y único partido de playoffs ganado, el 5 de enero de 1992, frente a Dallas, con partidazo de Kramer, Sanders y Willie Green. Y se acabó. Tanta gloria lleves como paz dejas querido William…


Todo lo contrario que otro ilustre fallecido, el gran Ralph Wilson Jr., que en 1959, siendo por cierto un propietario minoritario de los Lions, se lanzó sin red a la nueva aventura que constituía la AFL con su franquicia en Buffalo –de la que fue propietario 54 años, solo por detrás de los inconcebibles 63 años a los mandos de Chicago que estuvo Halas-, logrando dos títulos consecutivos con el gran Lou Saban. Pero Wilson además nos dejó el drama más grande de la historia de la NFL, con esos cuatro Super Bowls perdidos de forma consecutiva, que sin embargo el destino ha querido recompensar a su principal protagonista, Jim Kelly, que ni se dio por vencido por tanta frustración sobre el turf ni tampoco ahora, venciendo a un cáncer que le tenía casi derrotado.


Y en fin, es sabido que la gente de Pittsburgh es laboriosa, discreta, seria, humilde, working class…por eso, para recordar al head coach que más Super Bowls ha ganado en la historia, van a colocar en la parte posterior del caso una pequeña y circunspecta pegatina.


Si yo fuera el propietario de lo Steelers, quitaría el Steelmark del pecho, el del césped, el del marcador y hasta el nombre de Heinz Field, para en su lugar, colocar el de Chuck Noll. Les daré únicamente un dato de la incidencia de este fenómeno en la historia no sólo de los Steelers, sino de la NFL. Entre 1933, fecha de la fundación de la franquicia, y 1969, año en el que asumió Noll el cargo de HC, los acereros habían alcanzado los playoffs una sola vez, en 1947, perdiendo ante los Eagles por un contundente 21-0. Desde 1969, lo que fue una mediocridad durante más de treinta años ha ganado seis Super Bowls y comparecido en ocho, ostentando el record en uno y otro capítulo. Así que en efecto, la pegatina me parece como poco, escasa. Junto al citado adhesivo en honor del Emperor Chaz, el 30 de noviembre de este año, cuando los Steelers reciban a los Saints, portarán un parche celebrando los cuarenta años de su primer Super Bowl que aunque fue en un 12 de enero, se disputó en el desaparecido Tulane Stadium de Nueva Orleans, el equipo que rinde visita al Heinz Field esa noche.


En conclusión, la NFL y más en concreto, las camisetas, cascos y demás elementos de la equipación de nuestros equipos nos brindan cada año razones poderosas para adquirirlos. No hace falta avergonzar a tus propios aficionados vestido de rosa, de camarero o de mamarracho para vender camisetas.

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