La picadora de carne (Primera parte: Los Incapacitados)
Antes de nada, lo que os voy a contar no es en absoluto científico, ni un método infalible. Es mi forma de verlo y a mí me sirve. Además, yo no califico a Manziel después de un solo partido. No es que siga demasiado la NCAA, pero a tipos como Manziel, o Mariota este año, sí que los he visto jugar durante su etapa universitaria, así que ya tengo una idea de sus virtudes y defectos. Por eso un solo partido puede ser suficiente para confirmar unas impresiones.
El deporte profesional es terriblemente cruel. No solo la NFL. En el fútbol europeo un jugador no suele tener muchas más de dos o tres oportunidades en un equipo de élite antes de ser cedido y descartado. Es verdad que algunos logran recuperarse de un mal inicio y terminan siendo estrellas, pero no es lo normal. Por hablar de otros deportes, la MLB (liga profesional de baseball en EEUU) dispone de ligas menores en las que las futuras estrellas se foguean y liman defectos antes de jugar con los mayores. De este tema hablaré en otra ocasión, pero creo que la NFL está avocada a crear en breve ligas menores de football americano si la NCAA sigue ese camino que parece imparable y que terminará por convertirla en otra liga profesional.
Hay muchos criterios para juzgar o valorar quarterbacks. Por su estilo, sus capacidades físicas, sus estadísticas… Yo los diferencio en cuatro grupos, que en realidad solo señalan un proceso evolutivo:
Primer grupo: los incapacitados.
Segundo grupo: las marionetas.
Tercer grupo: los conductores.
Cuarto grupo: las grandes estrellas.
En la NFL actual, cuando un equipo draftea a un quarterback con una primera o segunda ronda es que lo necesita urgentemente. Eso significa que le va a poner a jugar en cuanto tenga las más mínima oportunidad, y que tendrá bastantes papeletas para convertirse en un incapacitado.
En la universidad ya no se enseña. No es broma. Se supone que es una etapa de formación, pero los programas de football americano de hoy en día son en realidad equipos con estructura profesional que tienen jugando a chavales gratis a cambio de una beca. Así de fuerte. Y por supuesto, el asunto está en los tribunales y puede acabar como el Rosario de la Aurora. Pero ese es otro tema. La cuestión es que hasta hace algunos años el mayor orgullo de una universidad era conseguir que muchos de sus jugadores fueran elegidos en el draft y triunfaran en la NFL. Por eso hacían lo que se espera de una universidad, que es formarles. Enseñarles a jugar. Ahora lo prioritario son los resultados. Y eso está provocando que los jugadores de todas las posiciones, no solo los quarterbacks, lleguen en muchos casos al profesionalismo con unas graves carencias en los fundamentos del juego. Nadie se los ha enseñado de verdad.
Además, los chavalillos llegan ahora a la NFL con el ego por las nubes. Son estrellas universitarias y piensan que se van a comer el mundo. Una vez más, se echa de menos esa labor formativa de personas que se le presupone a la universidad. Pero eso ya no le importa a casi nadie en el campus. Lo que prima es ganar títulos, con los consiguientes ingresos multimillonarios que conlleva. Y si para conseguirlo hay que colmar de caprichos y halagos a la estrella de turno, se hace.
Cuando llegan al mundo profesional se encuentran con sistemas muy complicados a los que no están acostumbrados, con rivales más rápidos, más fuertes y con tanto talento como ellos, que además sí han desarrollado al máximo esas capacidades. En otros tiempos esos jugadores no eran titulares hasta su tercer o cuarto año en la NFL. Daba lo mismo la ronda del draft en que hubieran sido elegidos. No es que aprendieran a la sombra de un buen quarterback, que también, es que los equipos de entrenadores trabajaban en ellos para limar todos sus defectos, esconder sus limitaciones y desarrollar su talento.
Ahora no se hace eso. Se saca a jugar a un chaval directamente. En vez de enseñarle a vivir en un mundo difícil se simplifica el mundo para él. Vemos equipos que juegan con sistemas sencillos para compensar las limitaciones de sus QBs novatos, que les dejan intentar salir de los problemas a base de físico como en la universidad, que en definitiva, desvirtúan su sistema de ataque, convirtiéndolo en una versión grotesca del universitario, con la ilusión de que poco a poco, cuando el pasador mejore, podrán ir complicándolo para volver a ser competitivos.
¿Pero para ver todo eso se necesitan muchos partidos, no? Depende. Si ves que un equipo saca al campo a un jugador con errores graves en la mecánica de lanzar, lento en la ejecución, dubitativo… en definitiva, que no se entera de nada, no hace falta verle mucho más. No es un problema de las limitaciones de los jugadores. Ellos no tienen demasiada culpa de su más que probable fracaso. Simplemente no están preparados. Estoy convencido de que incluso Gabbert podría haber triunfado si se hubiera trabajado con él de verdad desde la universidad para que fuera un buen QB en la NFL.
Entonces llega el día del debut como titular. Estamos en la semana tres de la temporada 2011 y los Jaguars se enfrentan a los Panthers. Gabbert completa 12 de 21, para 139 yardas, un touchdown y una intercepción. Aparentemente es un inicio esperanzador. Yo publico que Gabbert es lo peor que ha pasado en el planeta desde la gripe española y el personal se me enfada y dice que me estoy precipitando, y que un partido no es suficiente para enterrar a nadie. Y lo divertido es que tuve que escuchar la letanía durante casi dos temporadas completas. Que alguno necesitó más de treinta partidos para diagnosticar que el cadáver, ya momificado, no tenía pulso. ¿Por qué le di por muerto desde el primer día?
Pero todo lo anterior se hubiera convertido en intrascendente si hubiera visto algún detalle de genialidad, un momento brillante que hubiera puesto mis músculos en tensión. Peyton Manning, Troy Aikman, John Elway o Andrew Luck también tuvieron malos debuts. Yo no recuerdo el primer partido de ninguno de ellos, pero sí que he vivido las primeras temporadas de casi todos ellos, y os puedo asegurar que entre las intercepciones a Aikman o a Peyton Manning, asomaba un jugador mucho más maduro, con presencia, empaque y, sobre todo, infinidad de momentos brillantes, de detalles que dejaban entrever que ahí había una joya que no se iba a amilanar ante los problemas, sino que iba a aprender de ellos. Creo que todos vosotros habéis vivido los primeros partidos de Luck y podéis entender lo que quiero decir.
Gabbert no tuvo uno de esos detalles en ni un momento de ese primer partido. Es más, no lo tuvo en ningún partido de su primera temporada. No es broma, si buscáis videos de highlights, veréis que casi todos están completados con entrenamientos porque en juego real es casi imposible encontrar algo que salvar.
El próximo día os hablaré del segundo grupo: ‘LAS MARIONETAS’. En él sí que es complicado saber quién tiene futuro y quién se va a estrellar, pero esa es otra historia.
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl