NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

New England Patriots 35 – Baltimore Ravens 31

Increíble remontada de los Patriots en el mejor partido del año

Mariano Tovar

¡Viva la Ronda Divisional y la madre que la parió! ¡Viva el football americano en estado puro, la emoción a raudales, los partidos bien preparados, la sorpresas en cada jugada y las alternativas constantes! ¡Viva la valentía de jugarse cuartos downs o de intentar jugadas imposibles! ¡Vivan los Patriots por llevarse la victoria, y salir por la puerta grande, en el mejor partido de la temporada de lejos! ¡Por favor, que cambien las reglas, queremos verles otra vez jugar contra los Ravens en la final de conferencia! ¡O que se jueguen la clasificación a siete partidos! ¡QUEREMOS MÁS FOOTBALL DEL BUENO!

New England aún no se había bajado del autobús y ya perdía 0-14. Joe Flacco había completado sus ocho primeros lanzamientos a seis receptores diferentes para sumar 100 yardas y dos touchdowns, que parecían dos losas para unos Patriots cuya defensa era un guiñapo y cuyo ataque permanecía inédito. Habían pasado diez minutos. Muy mal te deben estar yendo las cosas cuando la retransmisión televisiva presenta a tus jugadores defensivos después de haber sido violados en dos ocasiones. Las viejas nubes de antiguas humillaciones comenzaban a oscurecer el cielo de Boston y, lo que es peor, los locales parecían colapsados mientras los visitantes jugaban a placer.

Kubiack había preparado un plan de ataque diabólico en el que los movimientos de la línea ofensiva arrastraban a toda la defensa a un lado del campo, mientras Flacco aprovechaba el aclarado para lanzar pases sencillos a receptores en cobertura simple y con el campo vacío por delante. Distintas versiones de esa misma jugada se fueron repitiendo durante todo el partido mientras Flacco lanzaba a placer, la defensa se exasperaba, incapaz de encontrar respuesta al aclarado infernal, y el receptor de turno, que en algunos casos surgía del fondo más profundo del roster de Baltimore, se ponía las botas a ganar yardas.

Y cuando no era con pases asesinos, era con las carreras de un Forsett que durante todo el encuentro ganó yardas casi a placer, Las tres primeras porque ningún defensa de New England se acercaba hasta él hasta pasados varios segundos (que partidazo descomunal de la OL de Baltimore), las tres siguientes porque el primer defensa casi siempre fallaba el placaje. El resto, por el talento de este pequeño corredor que tal vez merezca el título de ‘comeback player of the year’.

Pero entonces surgió el Brady de las grandes ocasiones. El mejor Brady de la temporada. El jugador capaz de diseccionar cualquier defensa, por muy agresiva que sea, a ritmo de no huddle. Sin dejar que nadie le presionara porque soltaba el balón con una rapidez sobrenatural, se puso a repartir balones a izquierda y derecha como solo él sabe. Con esa cara de soldado veterano antes del desembarco. Fue suficiente con que Baltimore no anotara en un drive para que los Patriots empataran un partido en el que el talento no cabía en el estadio. Miguel Ángel, Leonardo, Picasso y Velázquez, Rafael y Goya pintando un cuadro imposible que merece ser enmarcado y contemplando con calma, sin prisa, para disfrutar de cada una de sus pinceladas, matices y detalles geniales.

Y el caso es que, aunque parezca imposible después de la primera mitad descomunal que nos regalaron los Ravens, los Patriots se vieron con posesión del balón a falta de 1:47 para el descanso para ponerse por delante. Todos nos hicimos las mismas cuentas. Touchdown de Brady antes del medio tiempo, otro touchdown de los Patriots en el primer drive de la primera mitad, y a otra cosa, mariposa. Que una cosa es sorprender a Belichick en frío, y otra muy distinta robarle la cartera en la cara. Pero esas cuentas saltaron por los aires cuando el mismo Brady que había dominado el partido como un emperador cuando tuvo el balón en las manos, que había anotado un touchdown de carrera en una de las poquísimas ocasiones en que los Pats lo intentaron por tierra, lanzó un pase que o iba muy corto, o se fue largo, y que terminó en manos de Daryl Smith, y por tanto de Flacco. Después de un error tan imprevisto, Revis cometió una interferencia rigurosa que fue la antesala del touchdown de los Ravens que dejó el marcador 14-21 a su favor cuando los dos equipos se fueron al descanso.

Tras la reanudación se volvió a romper el guión. Tres y fuera de los Patriots y touchdown de los Ravens con los mismos argumentos explicados en párrafos anteriores. La defensa de los Patriots seguía fuera del partido y los visitantes volvían a estar dos anotaciones por delante (14-28). Además, los de Baltimore estaban siendo mucho más ambiciosos, jugándose cuartos downs entre la yarda cuarenta y treinta rival, y además quemando a sus rivales siempre que se jugaban el todo por el todo. Yo no sé cómo los estabais viviendo vosotros, pero el vecino de abajo subió a mi casa para pedir por favor que dejara de dar saltos.

Pero Brady no se inmutaba. Él, a lo suyo, se atravesó el campo otra vez en otro monólogo de pases (nueve carreras intentaron los locales en todo el partido) para reducir distancias (21-28). Tres y fuera de Flacco en una de las pocas ocasiones en que el ataque de Baltimore fue frenado con rotundidad, y jugada de fantasía con pase atrasado de Brady a Edelman que, recordando sus viejos tiempos de quarterback en la universidad, lanzaba una bomba teledirigida de 51 yardas a Amendola que igualaba el partido a 28. Por segunda vez, los locales tocaban la remontada con la punta de los dedos

En ese momento los Patriots parecían desatados. Empezaban a parecer ese abusón de la clase que mide un palmo más que el resto y que tira de músculo cuando no le queda otro argumento. Los Ravens estaban contra las cuerdas y más cuando Flacco era interceptado. Pero mientras los Ranvens habían apelado al ansia de victoria para jugarse cuartos downs, los Patriots fueron conformistas, dejaron pasar la oportunidad en el siguiente drive y despejaron el balón.

Quedaba un cuarto y todo por decidir. Pronto llegó el primer sobresalto. Flacco perdió el balón y los Patriots lo recuperaron en la yarda dos de sus rivales, pero una tonta penalización de Revis (¡dos faltas en un partido y la dos muy dañinas para su equipo! eso es noticia) devolvió el balón a los de Baltimore que se cruzaron el campo comiéndose le reloj con un Forsett estratosférico, pero se quedaron cortos y solo sumaron un field goal (28-31).

A esas alturas tres puntos no eran nada para un Brady que nos recordó al de sus mejores tiempos. 33 de 50 pases para 367 yardas, tres touchdowns por aire y uno de carrera. Se cruzó el campo sin despeinarse para lanzar a LaFell el touchdown que consumó la remontada (35-31), y le convierte en el jugador con más pases de anotación en postemporada de la historia, con 46.

Los Ravens, con cinco minutos por jugar, tuvieron el balón de la victoria, y volvieron a sacar adelante un último cuarto down in extremis, pero el maravilloso partido que habíamos vivido no mereció un broche tan triste. Intercepción a Flacco en la end zone cuando no había ninguna necesidad, ni prisa por lanzar ese pase flotadito, blando, convidado molesto en un duelo que mereció un final mucho más épico. Tal vez por eso, Belichick no supo contar los segundos de reloj y el tiempo muerto que le quedaba a los Ravens cuando ordenó la formación de la victoria. En un error inexplicable, regaló a Flacco la oportunidad de ponerse el mundo por montera con un Hail Mary que de tener éxito habría pasado a la historia con letras de oro.

Lamentablemente, Flacco, “el mejor quarterback del fútbol americano”, no pudo poner una guinda imposible a una actuación memorable con 292 yardas y cuatro touchdowns.

Hay partidos de football que nunca deberían terminar, porque nos transportan a un mundo perfecto. El Patriots-Ravens de la ronda divisional ha sido uno de ellos. Yo lo guardaré para siempre. Y contaré que lo viví en directo.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl