Luis Enrique: un pecado por posición
Es imposible hablar esta semana de entrenadores sin mirar a Can Barça. Zubizarreta ha salido del club por la puerta de atrás y Bartomeu, como último recurso para traspasar la presión de la grada al pasto, ha adelantado las elecciones a junio de 2015. Pero esta tormenta azulgrana concretamente se ha originado en el campo. En el banquillo de Anoeta para ser más exactos. Luis Enrique priorizó las vacaciones de Navidad por encima de los intereses del equipo y en su intento por querer impartir la justicia que él burló se ha enredado más. Porque ya lo estaba. Se ha excedido en su afán de ser ejemplar sin que nadie se lo exigiera porque, seguramente, ningun jugador del Barça se hubiera molestado si Messi y Neymar hubieran jugado ante la Real. Obviando sus relaciones personales, sus formas, sus declaraciones, sus planes y decisiones (hay de todo), lo más grave es que no ha aportado mucho y, por eso, ya pierde todos los debates. El aficionado no es tonto. Más bien ha estropeado lo poco que funcionaba. No se le pedía que inventara algo nuevo e histórico como hizo Guardiola, por lo difícil que es, pero al menos que ejecutara mil evidencias compartidas por una mayoría para volver a la cordura. Ha fallado a muchos creyentes.
Luis Enrique llegó con carta blanca y cinco meses después ha perdido crédito él solito. Deportivamente el equipo está vivo en todos los frentes. Faltaría más. Aunque su sello sólo se ve en las sombras. De ahí que entre él y Messi, la gente apoye bastante más al argentino. Es de los pocos que trajo, trae y traerá las luces. Tácticamente ‘Lucho’ ha aportado lo justo. Sigue habiendo líos como antaño. No se mantiene el hambre tras varios amagos. Los resultados son peores (no se perdían tres partidos en Liga a estas alturas desde antes de Pep). Se juega peor. No hay respuesta en los partidos grandes. El Bernabéu y Anoeta desvelaron ideas extrañas y cambios de rumbo. De los fichajes, mejor ni hablar. Jamás ha repetido un once. Y en vez de hacer una limpia piensa en impensables renovaciones. Demasiados resbalones por el camino para el supuesto hombre de hierro. Futbolísticamente, que es lo que aquí cuenta, ha cometido un error por posición y eso, más allá de que gane algún título (muy probable), le resta credibilidad, le deja en una posición de debilidad y oscurece su futuro.
Portería: Zubizarreta se pegó por Ter Stegen y Luis Enrique, nada más llegar, apostó por Claudio Bravo. Para intentar llevar razón sin molestar a nadie, repartió las competiciones entre ambos. La larga para el suyo y la de incógnitas para el otro. Lo peor para la confianza de un portero. Y para colmo, en Huesca apostó por Masip en la Copa para descontento del alemán, al que le restaron uno de los pocos partidos de los que gozará. En fin, tres porteros, ningún titular y todos descontentos.
Lateral derecho: Ahí se ha llevado la palma. Tiene tres alternativas y con todas ha patinado. Fichó a Douglas para reavivar la competencia en un carril desfondado, y los datos cantan: 207 minutos. Con Alves, hasta el club ha reconocido que estuvo a punto de abrirle la puerta; y tras quedarse, con las carencias que da la edad, ahora piensa en renovarle aferrado a la sanción del TAS y despreciando a la base. Lo de Montoya merece un capítulo aparte. Quería echarlo en enero y ha pasado a fijo por las lesiones.
Central: Convendría en primer lugar saber la definición exacta de Luis Enrique para este puesto. Mascherano (mediocentro) y Mathieu (lateral) son los que más han jugado en el centro de la defensa. A Piqué no le da más que pellizcos. Fue suplente, entre otros días, en París y en el Ámsterdam Arena. Lo de Bartra, más bien son desprecios. Y a Vermaelen, fichaje estrella para la zaga, aún no se le ha visto por una lesión.
Lateral izquierdo: Tampoco ha acertado. Y aparecía fácil. A Jordi Alba, fijo, le mató en el Bernabéu dejándolo fuera del once una hora antes de empezar. Sin avisarle ni explicárselo. En Adriano ha confiado cuatro ratos (558’). Y a Mathieu no lo ha puesto nunca ahí salvo el día menos indicado, contra el Real Madrid.
Mediocentro: Más cosas raras. Con Mascherano en forma ponía a Busquets de pivote y mandaba atrás, a la guerra, al argentino. Y cuando Busi se ha entonado le ha ido dando descanso cada vez que puede. Llegó a utilizar a los dos juntos tras el escarmiento ante el PSG y el Madrid. Y a Samper le ha dado cuatro oportunidades y, aunque brilló, no lo ve como una opción real. Algunos, lógico, siguen mirando a Touré Yayá ya Cesc en la Premier y se tiran de los pelos.
Interior: Xavi se iba por una cuestión de desgaste demostrada el curso pasado y, sin embargo, ha sido de los que más ha jugado (1.094’). Sobre todo en los partidos importantes como en el Bernabéu o Mestalla. A Rakitic, la gran contratación para renovar esa parcela, le ha sentado siempre que el rival ha tenido más entidad que la media (Bernabéu, PSG en casa y Valencia). El croata está desconocido y sin confianza, Fue un poema ante el Elche. Además, ha sido el técnico que menos rendimiento le ha sacado a Iniesta (ni goles ni asistencias en Liga y estamos en enero). Lo último que se supo de Sergi Roberto tras jugar ante el Elche es que acabó de extremo en el Bernabéu. Y con Rafinha, pese a insistir en su talento, no le ha salido casi nunca bien la jugada.
Delanteros: Sin hablar de relaciones personales, sus dos grandes estrategias ofensivas saltaron por los aires. Puso a Luis Suárez, Messi y Neymar juntos por primera vez en Chamartín y salió escaldado con un equipo partido en dos. La otra, en Anoeta, dejando a Messi y Neymar juntos en el banquillo tras el descarrilamiento del Madrid horas antes, fue aún peor. Ay las Navidades… Pedro ha pasado de jugar lo justo sin merecerlo a la reiterativa titularidad, también sin merecerlo. A Munir lo quitó cuando mejor estaba (fue a la Selección) y ahora insiste en él cuando menos aporta. Sandro desapareció cuando lo único que hizo es marcar cuatro goles en 273 minutos…
Luis Enrique habrá hecho cosas bien. No lo niego. Pero no se ha mantenido en el tiempo. Tampoco tiene culpa de todo. No exageremos. Pero sí de bastantes e importantes cosas deportivas. La situación no es dramática, por más que algunos quieran que esto estalle para empezar de cero. Pero hay otro pero: el Barça, aun sin ganar siempre, antes trasmitía cosas y ahora no. Y eso no se perdona.
Lo que más duele quizás es el tiempo perdido. El Barça tocó fondo con Tito hace dos temporadas en Múnich con este once: Valdés; Alves, Bartra, Piqué, Alba; Busquets, Xavi, Iniesta; Alexis, Messi y Pedro. Y repitió el caos ante el Atlético en la Champions la pasada campaña con Pinto; Alves, Bartra, Macherano, Alba; Busquets, Xavi, Cesc; Iniesta, Messi y Neymar. Tras las revolución anunciada por los achaques, la falta de títulos y los complejos con Madrid y Atlético, Luis Enrique cayó con este once en el Bernabéu en octubre: Bravo; Alves, Mascherano, Piqué, Mathieu; Busquets, Xavi, Iniesta; Luis Suárez, Messi y Neymar. Moraleja: mucho ruido y ocho cromos repetidos.
Ahora queda por delante un año sin fichar. Y eso no es lo peor para Luis Enrique. La FIFA, pese a la sanción, sí deja al Barcelona comprarse otro entrenador.
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