Dallas Cowboys 24 – Detroit Lions 20
Hemos tenido que esperar todo el fin de semana, pero al final ha merecido la pena. Cowboys y Lions han brindado un espectáculo vibrante, espectacular, lleno de alternativas, que ha mantenido a los espectadores de pie, incapaces de sentarse, durante un último cuarto no apto para cardiacos, y que ha culminado con una remontada increíble de los Cowboys.
Ambos equipos han llegado vivos a enero gracias a que han conseguido espantar sus fantasmas históricos durante la temporada regular. Pero este renacimiento necesitaba ser refrendado en postemporada, con una victoria que confirmara que todo lo visto durante los últimos meses no era un espejismo.
Pero como después de tantos años es imposible que las maldiciones queden conjuradas de un plumazo, durante el partido todos los fantasmas de ambos equipos sobrevolaron el emparrillado y fueron apareciendo para crear alternativas imposibles y situaciones rocambolescas.
Y es que los Lions arrancaron como meteoros. La mítica línea ofensiva de los Cowboys, la fórmula mágica que parecía haber dado la vuelta al equipo, se convertía en un guiñapo en manos del front seven de los Lions, que justificaba con creces por qué es considerado el más poderoso de la NFL actual. Romo no tenía tiempo ni para respirar. Y por el camino, en el rosario de golpes que recibió durante toda la primera mitad, debió sufrir algún daño en el brazo de lanzar, porque hasta bien entrado el tercer cuarto se le vio sin fuerza ni precisión.
Para complicar más las cosas a los locales, Rolando McClain sufría una conmoción en los primeros instantes del partido y la defensa de Dallas volvía a parecerse a aquella renqueante e incapaz de hace doce meses, y no la resultona de esta temporada. Que sin ser maravillosa, sí ha sabido cumplir en los momentos importantes.
Con este panorama, los Lions se adelantaron con un primer drive meteórico culminado con un touchdown de Golden Tate, mientras los Cowboys parecían groguis, cuando no habían transcurrido ni cinco minutos. Y lo que es peor, comenzó el rosario de errores graves de los locales, que después de conseguir un tres y fuera que obligaba a los Lions a despejar desde su propia yarda seis, vieron como un golpe de Watson al punter devolvía el balón a Stafford, que conducía un drive imperial de 99 yardas que terminaba con un touchdown de Reggie Bush. 0-14 y los Cowboys veían como el tornado de los rivales no amainaba y Romo era golpeado una y otra vez casi sin tiempo para sujetar el balón.
Fue entonces cuando los fantasmas de los Lions comenzaron a planear sobre el campo. Tenían todo a favor para dejar el partido decidido antes del descanso, pero el vicio de Stafford de buscar con insistencia el pase profundo primero, y las penalizaciones después, frenaron su avalancha. Y a falta de dos minutos para el descanso, Romo tuvo su primer momento de lucidez del partido, y lanzó un pase mágico de 76 yardas a Terrance Williams para que éste anotara un touchdown con alma de salvavidas y vocación de remontada.
Ese golpe inesperado despertó a los Lions, que en el último drive antes del medio tiempo sumaron un field goal que les daba una ventaja de dos anotaciones (7-17), y la tranquilidad de que en la reanudación recuperaban la posesión, sin saber todavía que se les había terminado la gasolina, y la suerte.
Porque en la reanudación el ataque de los Lions casi no tuvo ni tiempo para salir al campo. Un pase de Stafford era tocado por Mincey con la punta de los dedos e interceptado por Wilber.
Ese golpe de suerte llegaba demasiado pronto para unos Cowboys que seguían conmocionados por el atropello de la primera parte. El drive sirvió para que Murray levantara la cabeza después de haber estado desaparecido durante los dos primeros cuartos, pero Romo volvía a ser colapsado por la defensa y Dan Bailey mandaba fuera uno de esos field goals que él no falla nunca, dejándose tres puntos que rondaron por la cabeza de los aficionados de Dallas hasta el último instante del partido.
Otra vez parecieron despertar los Lions, y otra vez atravesaron el campo con facilidad para atascarse en la zona roja y anotar solo tres puntos. 7-20 y los Cowboys seguían sin dar señales de vida, pero ese fue curiosamente el punto de inflexión del partido.
A partir de ese instante la línea ofensiva de Dallas volvió a parecerse a la que había asombrado durante la temporada regular. Los Lions seguían llegando a Romo, pero ya con cuentagotas, y Murray definitivamente encontró espacios para avasallar a sus rivales y conseguir un touchdown que fue anulado en una de las muchas decisiones polémicas con que los árbitros salpicaron el partido, y que perjudicaron a ambos equipos en momentos importantísimos. Pese a todo, Murray había entrado en resonancia y en esos momentos parecía imparable, así que pocos instantes después consiguió el touchdown que antes le habían negado. El marcador señalaba un 14-20 y aún quedaba más de un cuarto por delante. Todos nos frotábamos los ojos porque los Cowboys habían irrumpido cuando más muertos parecían y estaban cerca de darle la vuelta al partido.
A esas alturas los Lions habían perdido todo el aplomo de los primeros minutos y volvían a ser el equipo renqueante como visitante ante rivales difíciles. Tres y fuera en el siguiente drive mientras los Cowboys se aprovechaban de la llegada de otro de los fantasmas de Detroit: la acumulación de penalizaciones en momentos de tensión. Whitehead golpeaba a Beasley para que un pase de doce yardas terminara con Dallas a 18 yardas del touchdown. Por suerte para ellos, la presión sobre Romo volvió a funcionar, pero Bailey compensó su error anterior transformando un field goal de 51 yardas que dejaba a los locales a tres puntos del empate (17-20).
En la siguiente serie de Detroit se produjo la jugada más polémica del partido. En tercero y uno en la yarda 46 de Dallas, durante un drive en que el ataque visitante volvía a parecerse al de los primeros minutos y la defensa de Dallas amenazaba derrumbe, un auxiliar señalaba una interferencia clarísima de Hitchens a Pettigrew. Era de esas de manual. El defensa se había desentendido del balón y agitaba los brazos en su trayectoria mientras trababa al TE de los Lions. Inexplicablemente, el árbitro desatendió la llamada de su asistente en una decisión que sin duda cambió el rumbo del partido y que traerá cola durante los próximos días. Incluso en el caso de que hubiera habido facemask del atacante, debían haberse pitado ambas faltas y repetido el down. Veremos lo que dice la NFL sobre el asunto.
Los Cowboys, por su parte, culminaron la remontada en el siguiente drive, con un pase in extremis de Romo a Terrance Williams, convertido en héroe de la noche. 24-20 para Dallas y dos minutos y medio por jugar.
Los Lions necesitaban un touchdown para salir vivos, pero a esas alturas estaban fuera del partido. Como estaba también fuera Demarcus Lawrence, que después de recuperar un fumble de Stafford, en vez de tirarse al suelo casi para certificar la victoria de Dallas, intentó correr con el balón para perderlo de inmediato y dar una última bocanada de aire a Detroit que, pese al regalo, terminó enfangándose en el centro del campo ante una defensa de Dallas que sí estuvo a la altura durante la segunda mitad y que como poco se movió durante esas últimas jugadas en el filo del reglamento con bastante impunidad.
Por fin, después de tanta tensión, pudimos derrumbarnos agotados en el asiento. Habíamos vivido tres horas de máxima emoción. Los Cowboys por fin han conjurado todos sus viejos fantasmas y ahora parecen un equipo nuevo que sí puede aspirar a cotas más altas. Sin embargo, los Lions volvieron a ser ese conjunto con potencial infinito, pero incapaz de rendir a su auténtico nivel durante un partido completo.
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl