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Indianapolis Colts 26 – Cincinnati Bengals 10

Actualizado a

...Y Andrew Luck pasó una tarde tranquila tirando al plato

Mariano Tovar

El partido transcurrió según lo marcado en el guión, y solo se salió de ahí durante un instante, cuando Dan Herron cometió un fumble a falta de dos minutos para el descanso por no cambiarse el balón de brazo y dejarlo expuesto. Los Colts pasaron de tener todo a favor para irse al medio tiempo dos anotaciones por delante, a hacerlo con una incómoda ventaja de solo 3 puntos (13-10) que quizá no hacía justicia a lo que habíamos vivido hasta el momento.

Porque Andrew Luck se pasó casi todo el partido disparando a placer como si estuviera en un campo de tiro. Su línea le protegía con una eficacia casi insultante. En todo el encuentro, el quarterback solo sufrió un sack en una rara descoordinación de la línea, pero prácticamente nunca fue sometido a presión. Entre otros motivos por la temprana lesión de Maualuga, que dejó bastante mermado el front seven de Cincinnati. Así que los Colts decidieron olvidarse del ataque terrestre desde el primer momento (solo siete carreras por 27 pases en la primera mitad, y dos de ellas de Luck), y el quarterback se dedicó a bombardear el campo abierto rival sin contemplaciones y con absoluta tranquilidad. Pero si los Bengals no estaban teniendo éxito en la línea, su secundaria al menos sí fue capaz de frenar el chaparrón en muchos momentos importantes, pese a encajar 219 yardas aéreas en la primera mitad y 376 en todo el encuentro.

Mientras tanto, el ataque de los Bengals no echaba tanto de menos a A.J. Green y Jermaine Gresham como se esperaba en los primeros momentos. Dalton tenía la lección bien aprendida después de tantos fracasos en postemporada y se centró en no cometer errores, mientras Jeremy Hill conseguía correr sin grandes florituras, pero con un éxito razonable. Estaba claro que el objetivo de Cincinnati era mantener el marcador cerrado hasta los últimos minutos y esperar los errores de sus rivales, como sucedió con el fumble de Herron.

Todo ese guión, casi tedioso por repetitivo, saltó por los aires cuando Luck conectó con Moncrief para un touchdown de 36 yardas mediado el tercer cuarto. Y curiosamente en una de las pocas ocasiones en la que sus rivales consiguieron meterle presión. Los Colts se ponían diez puntos arriba (20-10) y los Bengals no tenían más remedio que buscar un plan B que nunca apareció, si querían que el duelo no terminara muerto de aburrimiento.

Pero Dalton simplemente no encontraba la manera de abrir la cerradura de los Colts. Los visitantes acumulaban un tres y fuera tras otro, y a esas alturas sí que añoraban a Green, Gresham, o cualquier otro jugador capaz de culminar una gran jugada. Mientras tanto, el goteo de puntos de los Colts era constante y Vinatieri sumaba dos field goals más a la pareja conseguida en la primera mitad. 26-10 con casi todo el último cuarto por delante, y visto lo visto hasta entonces, otro triste partido de wild card que caminaba hacia su final sin taquicardias a la vista.

En los últimos momentos Dalton sufrió un fumble que cerró el partido. Y mientras le veía desolado en la banda, pensé que quizá me hubiera gustado más verle morir matando, lanzando intercepciones a diestro y siniestro, que dejándose llevar en un duelo descafeinado en el que los Bengalas parecieron resignados por su lista de lesionados, mientras Andrew Luck pasaba una tranquila tarde disfrutando de su afición favorita: el tiro al plato.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl