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Pittsburgh Steelers 17 – Baltimore Ravens 30

La esperada batalla de Pittsburgh se transformó en masacre

Mariano Tovar

Todos esperábamos el Steelers-Ravens como el choque más atractivo de este fin de semana. Pero lo que prometía ser un combate cruento se convirtió desde muy pronto en un monólogo de los de Baltimore. Un plan de juego perfecto dejó sin armas a los Señores del Acero desde el primer momento. Y casi desde el principio, Big Ben y compañía se dedicaron a buscar desesperadamente una salida de la trampa que habían tejido sus rivales, sin conseguirlo.

Los Steelers echaron muchísimo de menos a LeVeon Bell. Desde el primer drive intentaron asentar un juego de carrera que permitiera a Roethlisberger lanzar con comodidad, pero ni Josh Harris ni Ben Tate fueron rivales para un front seven de Baltimore que se dio un auténtico festín. El control del balón que consiguió Pittsburgh durante todo el primer cuarto, que terminó con los locales 3-0 por delante, fue solo un espejismo. Y ya resultaba evidente que Big Ben iba a sufrir un calvario. Dumervil, Ngata, Upshaw… cada vez llegaban hasta él con más facilidad mientras la línea ofensiva del acero se derrumbaba lentamente.

En ataque, los Ravens no se complicaron la vida. Flacco se limitó a bombardear la débil secundaria de sus rivales que era quemada con pases largos a Steve Smith, o con lanzamientos de seguridad a Daniels que, además, cada vez que recibía un balón conseguía avanzar muchas yardas. Parecía que los receptores de Baltimore tenían dos marchas más que la defensa local, que caía una y otra vez en el engaño del play action y era incapaz de tomar la iniciativa. Para colmo de males, cuando Flacco no lograba conectar uno de los larguísimos pases que lanzó durante toda la noche, los defensas se encargaban de hacerle el trabajo cometiendo penalizaciones una y otra vez. En el segundo drive de los Ravens, Bernard Pierce consiguió el primer touchdown de su equipo para confirmar que ese plan de juego, sencillo, era suficiente para desarbolar a los locales.

Pese a todo, los Steelers aguantaron en el partido toda la primera mitad, aunque eran incapaces de aprovechar una penalización en una jugada de punt, seguida de una falta personal de Melvin que dejó a los de Pittsburgh el balón a diez yardas de la end zone rival. Tras tres intentos tuvieron que conformarse con un field goal. Ya estaba muy claro que Big Ben iba a tener que sudar sangre para conseguir un touchdown para su equipo. Y más cuando Antonio Brown atrapaba un balón dentro de la end zone rival y era empujado fuera del campo antes de tocar con los dos pies en el suelo en un jugadón descomunal de Darian Stewart.

El marcador 9-10 con el que se llegó al descanso era engañoso. Los Steelers habían conseguido mantenerse vivos, pero tenían dos problemas gravísimos. Se línea ofensiva estaba a punto de ser sepultada con las formaciones imaginativas del front seven rival y su secundaria estaba desaparecida. Parecía muy difícil que durante el descanso consiguieran resolver ambos problemas.

Muy pronto se vio que la tónica no iba a cambiar. El primer drive de los Ravens en la segunda mitad terminó con un field goal, pero la secundaria volvió a cometer una costosísima interferencia en tercer down que le costó 32 yardas a su equipo. Mientras, los Steelers se cansaban de intentar correr con Harris y Tate y Big Ben se lanzaba en busca del milagro a base de pases largos. Pero para pases largos, el monólogo de Flacco, que tras conectar con Steve Smith para 40 yardas, se cruzaba el campo a placer para conectar con Torrey Smith y dejar el marcador 9-20 a favor de los Ravens. El partido estaba decidido salvo que sucediera algo inesperado.

Ese momento que pudo haber cambiado el signo del partido llegó poco después de comenzar el último cuarto, cuando Forsett sufrió un fumble y Big Ben conectó con Antonio Brown para dejar el balón en la yarda uno rival. Touchdown de Martavis Bryant y 15-20 en el marcador tras fallar la conversión de dos. Pero esa anotación solo sirvió para que Baltimore metiera una marcha más tanto en defensa como en ataque.

En la siguiente posesión los Ravens anotaron un field goal, de inmediato interceptaron a Big Ben que había lanzado un melón, asfixiado por la presión defensiva. Flacco solo necesitó una jugada para conectar con Gillmore y dejar el marcador con un 15-30 inalcanzable a falta de ocho minutos.

Los Steelers se lanzaron a la desesperada, pero necesitaron casi cinco minutos para cruzarse el campo mientras Roethlidsberger abandonaba el partido momentáneamente tras recibir un enésimo golpe. Gradkowski salió al campo para mantener viva la esperanza y llegar a la yarda catorce de sus rivales. Y quizá debió seguir hasta el final del encuentro, porque el retorno de Big Ben se saldó con otra intercepción de inmediato.

Quedaban tres minutos que ya fueron casi un correcalles. Pittsburgh consiguió un safety tras bloquear un punt, pero un fumble de Miller puso el punto final a la historia.

Los Steelers jugaron siempre a remolque y a la desesperada ante unos Ravens que se crecen cuando llega enero, con Flacco jugando a un nivel que parece inimaginable en temporada regular. La esperada batalla de Pittsburgh terminó en masacre.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl