Quarterbackcentrismo y otras teorías peregrinas
También es cierto que decir que los quarterbacks no son lo más importante cuando eres aficionado de los Packers (Rodgers), Patriots (Brady), Broncos (Manning), Steelers (Big Ben)… es como esas personas feas de narices que se empeñan en repetir una y otra vez que la belleza está en el interior. Cada vez que escucho la famosa frasecita me imagino a Bella abierta en canal por las garras de Bestia, que mira las tripas mientras sufre arcadas, pensando que en el interior lo único que hay es mierda. Porque cuando tienes la cartera llena es muy sencillo sentirse pobre o, dicho de otra manera, ‘con buena picha bien se jode’.
A día de hoy, los aficionados de más de media docena de equipos (Bills, Texans, Bengals, Chiefs, Eagles, Cardinals, Rams, 49ers…) tienen sueños húmedos cada noche. Imaginan que se presenta en la puerta de su estadio Aaron Rodgers ofreciendo sus servicios. Que para ellos, la falta de un quarterback estelar es la diferencia entre aspirar al anillo o quedarse fuera de los playoffs. El alfa y omega. Quarterbackcentrismo puro. Porque en todos los casos que he nombrado, hay plantilla de sobra para estar en la élite.
También es verdad que un quarterback no es suficiente para ganar una Super Bowl, pero salvo en contadísimas excepciones, que siempre son exhibidas por los grandes enemigos del quarterbackcentrismo, sin un buen quarterback también es dificilísimo ganar un anillo. Fundamentalmente porque un quarterback limitado crea tantos problemas tácticos y estratégicos, que solventar esa carencia está solo al alcance de los mejores entrenadores, cuando además han conseguido reunir una plantilla superlativa en el resto de posiciones.
Por algo será, que en cuanto hay sospechas de que en el siguiente draft hay algún pasador franquicia disponible, los peores equipos acumulan derrotas sin cuento, mientras los analistas repiten una y otra vez que no se lo explican, porque son equipos con mejor plantilla de lo que dice su récord. No hace falta recordar el sorprendente desastre que vivieron los Colts un año antes de elegir con el número 1 del draft a Andy Luck. Pues mirad, nunca he visto ese tipo de carreras por tener el primer pick del siguiente draft cuando la gran estrella disponible es un pass rusher, un receptor o un jugador de línea.
Y por eso se explica que los Ravens le ofrezcan a Flacco el oro y el moro, muy por encima de su auténtico valor. Cuando un bien es escaso, se convierte en carísimo. Y la realidad es que en el football americano actual, el quarterback es un animal en grave peligro de extinción. Y no es broma, que Peyton y Drew están en las últimas y no me extrañaría que Tom se llegara a plantear unirse a su despedida, si por esas cosas de la vida lograra enfundarse otro anillo este febrero. Tal y como está el panorama, esas tres bajas podrían conseguir que los 28,5 millones que cobrará el QB de los Ravens en 2016 se puedan convertir en una bicoca. Y los más de 31 de 2017, más de lo mismo.
Así que en la NCAA el quarterback es una especie en peligro de extinción. Fundamentalmente porque no se usa. En las universidades se juega a otra cosa. Y cuando Manziel (que decían que era un cohete aunque en el Scouting Combine tuvieran que empujarle para que completara el 40 speed) llega a la NFL, arranca a correr, y un negro barrigudo le alcanza, le aplana, y se ríe en su cara de niño de papá, descubre que enfrente ya no tiene a once membrillos que no se aclaran, sino a once profesionales deseando arrancarle las pelotas. Y por eso se le queda la cara de estupefacción que fue incapaz de quitarse de encima en todo el partido ante los Bengals. Fue esa cara, y no otra cosa, lo que me confirmó que no necesito verle más para saber que en esta fiesta, por una vez en su vida, no acaba de encajar.
Lo complicado es saber si van a ser buenos Tannehill, Hoyer, Dalton o Flacco. Cassel o Bridgewater. Y será en la segunda parte de este artículo en la que explicaré los argumentos que yo uso desde hace años para intentar descubrir si un QB tiene futuro en la NFL. Aunque como ha sucedido con Orton, es evidente que no son criterios infalibles. Pero estoy seguro de que os servirán, aunque solo sea, para fijaros en los quarterback de una forma diferente a como lo habéis hecho hasta ahora.
Como estoy seguro de que Manziel tiene todas las papeletas para estamparse. No necesito verle más. Y me da igual si en los dos partidos que le quedan suma mil yardas de pase y otras mil de carrera. Un cagarro. Eso sí, vendiendo camisetas, una máquina.
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