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Quarterbackcentrismo y otras teorías peregrinas

Mariano Tovar

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Una de las cosas que más me habéis echado en cara a lo largo de los años es que, por encima de cualquier otro tema, me gusta escribir y hablar sobre quarterbacks. Lo que nuestro apreciado compañero 555 atinó a bautizar como quarterbackcentrismo. Aunque lo que este insigne y querido aficionado describía con esa palabra, era más bien considerar esa posición por encima de su auténtico valor.

También es cierto que decir que los quarterbacks no son lo más importante cuando eres aficionado de los Packers (Rodgers), Patriots (Brady), Broncos (Manning), Steelers (Big Ben)… es como esas personas feas de narices que se empeñan en repetir una y otra vez que la belleza está en el interior. Cada vez que escucho la famosa frasecita me imagino a Bella abierta en canal por las garras de Bestia, que mira las tripas mientras sufre arcadas, pensando que en el interior lo único que hay es mierda. Porque cuando tienes la cartera llena es muy sencillo sentirse pobre o, dicho de otra manera, ‘con buena picha bien se jode’.

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A día de hoy, los aficionados de más de media docena de equipos (Bills, Texans, Bengals, Chiefs, Eagles, Cardinals, Rams, 49ers…) tienen sueños húmedos cada noche. Imaginan que se presenta en la puerta de su estadio Aaron Rodgers ofreciendo sus servicios. Que para ellos, la falta de un quarterback estelar es la diferencia entre aspirar al anillo o quedarse fuera de los playoffs. El alfa y omega. Quarterbackcentrismo puro. Porque en todos los casos que he nombrado, hay plantilla de sobra para estar en la élite.


De hecho, lo raro es el caso contrario. Tener un quarterback buenísimo y estar en el hoyo. En mi opinión, en la NFL actual solo hay un ejemplo así desde hace algunos años. Me refiero a los Falcons de Matt Ryan, para mí uno de los grandes de esta competición, por el que suspirarían todos los aficionados de los equipos antes detallados. Pero claro, es que en Atlanta, fuera de su pasador y cuerpo de receptores, la plantilla es un solar con algunas honrosas excepciones. Y lo que es peor, el staff es para pedir un chaleco salvavidas y saltar del barco.

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También es verdad que un quarterback no es suficiente para ganar una Super Bowl, pero salvo en contadísimas excepciones, que siempre son exhibidas por los grandes enemigos del quarterbackcentrismo, sin un buen quarterback también es dificilísimo ganar un anillo. Fundamentalmente porque un quarterback limitado crea tantos problemas tácticos y estratégicos, que solventar esa carencia está solo al alcance de los mejores entrenadores, cuando además han conseguido reunir una plantilla superlativa en el resto de posiciones.

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Por algo será, que en cuanto hay sospechas de que en el siguiente draft hay algún pasador franquicia disponible, los peores equipos acumulan derrotas sin cuento, mientras los analistas repiten una y otra vez que no se lo explican, porque son equipos con mejor plantilla de lo que dice su récord. No hace falta recordar el sorprendente desastre que vivieron los Colts un año antes de elegir con el número 1 del draft a Andy Luck. Pues mirad, nunca he visto ese tipo de carreras por tener el primer pick del siguiente draft cuando la gran estrella disponible es un pass rusher, un receptor o un jugador de línea.

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El problema de esta historia lo explica muy bien Forrest Gump. “Los quarterbacks son como una caja de bombones”. Para escribir el artículo sobre el anticristo que publiqué el lunes, acudí a internet para ver los QBs drafteados en los últimos 20 años. Se me cayó el alma a los pies. Los quarterbacks no solo son como una caja de bombones, sino que en su gran mayoría están rellenos de crema de boñiga de vaca. Hala, otra vez Bestia con arcadas. Vaya día llevamos.

Y por eso se explica que los Ravens le ofrezcan a Flacco el oro y el moro, muy por encima de su auténtico valor. Cuando un bien es escaso, se convierte en carísimo. Y la realidad es que en el football americano actual, el quarterback es un animal en grave peligro de extinción. Y no es broma, que Peyton y Drew están en las últimas y no me extrañaría que Tom se llegara a plantear unirse a su despedida, si por esas cosas de la vida lograra enfundarse otro anillo este febrero. Tal y como está el panorama, esas tres bajas podrían conseguir que los 28,5 millones que cobrará el QB de los Ravens en 2016 se puedan convertir en una bicoca. Y los más de 31 de 2017, más de lo mismo.


Porque llegan Johnny ¿‘Football’? o Jesulín a sus universidades de Texas o Nevada, y de los once jugadores defensivos que tienen enfrente, solo uno, o dos a lo más, van a llegar a la NFL. Y claro, se ponen las botas. Que si gano el Hesiman, que si destrozo los récord de yardas, que si completo pases con la minga, que si corro por donde quiero (y cuidado, que mucho Mariota y mucha leche, pero cuanto más le veo, más me recuerda a Kaepernick). Y por el camino, ni aprenden fundamentos, ni mecánica de pase, ni siquiera desarrollan sus capacidades físicas, porque no lo necesitan. Solo un dato que me sopló el otro día Fernando Kallas: Tom Brady es el QB con mejor release de la NFL. Jesulín tiene el peor. Entre el de los Pats y el de los Niners hay ¡más de medio segundo! de diferencia. Desde que Brady coge el balón hasta que lo suelta pasan 2,47 segundos de media. Colin necesita 3,07. Su consuelo es que Tebow necesitaba 3,65. Y lo más curioso es que el segundo mejor es Peyton Manning y el segundo peor, Cam Newton. Pero claro, mientras Tom y Peyton pasan gran parte de la pretemporada mejorando su técnica con entrenadores especializados en esa cuestión (sí, sí, Tom y Peyton siguen sintiendo que necesitan mejorar), las nuevas generaciones están bastante más preocupadas de su imagen pública, mientras sus entrenadores se rompen la cabeza haciendo libros de jugadas que escondan sus deficiencias o suplicándoles que mejoren su técnica. No entienden que un quarterback, más que en cualquier otra posición, debe serlo dentro y fuera del campo.

Así que en la NCAA el quarterback es una especie en peligro de extinción. Fundamentalmente porque no se usa. En las universidades se juega a otra cosa. Y cuando Manziel (que decían que era un cohete aunque en el Scouting Combine tuvieran que empujarle para que completara el 40 speed) llega a la NFL, arranca a correr, y un negro barrigudo le alcanza, le aplana, y se ríe en su cara de niño de papá, descubre que enfrente ya no tiene a once membrillos que no se aclaran, sino a once profesionales deseando arrancarle las pelotas. Y por eso se le queda la cara de estupefacción que fue incapaz de quitarse de encima en todo el partido ante los Bengals. Fue esa cara, y no otra cosa, lo que me confirmó que no necesito verle más para saber que en esta fiesta, por una vez en su vida, no acaba de encajar.


Entonces es cuando mucha gente dice: “por un partido no se puede enterrar a nadie”. Y quizá sea verdad. Pero yo solo sé que la primera vez que vi jugar a Aaron Rodgers, que tuvo que salir al campo por una lesión de Favre, un escalofrío me recorrió el cuerpo una y otra vez en cada una de sus acciones. Que cuando ves a una Miss Universo no necesitas un estudio concienzudo para analizar si las curvas de su culo están a la altura. Y la primera vez que vi a Gabbert, tampoco necesité más de un minuto para confirmar que tenía las tetas a la altura del ombligo y halitosis galopante. Buenísimos y malísimos, cantan al instante.

Lo complicado es saber si van a ser buenos Tannehill, Hoyer, Dalton o Flacco. Cassel o Bridgewater. Y será en la segunda parte de este artículo en la que explicaré los argumentos que yo uso desde hace años para intentar descubrir si un QB tiene futuro en la NFL. Aunque como ha sucedido con Orton, es evidente que no son criterios infalibles. Pero estoy seguro de que os servirán, aunque solo sea, para fijaros en los quarterback de una forma diferente a como lo habéis hecho hasta ahora.

Como estoy seguro de que Manziel tiene todas las papeletas para estamparse. No necesito verle más. Y me da igual si en los dos partidos que le quedan suma mil yardas de pase y otras mil de carrera. Un cagarro. Eso sí, vendiendo camisetas, una máquina.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl