Jesús Angoy. El español que rechazó jugar en los Denver Broncos.
Sólo le bastaron tres años en los ya desaparecidos Barcelona Dragons de la NFL Europe para ser el mejor kicker del continente y eso no pasó desapercibido para los responsables de la NFL y mucho menos para los Broncos, el equipo puntero de Estados Unidos en ese momento. Estamos hablando de 1999.
Han pasado casi quince años y Angoy nos recibe en su casa en Barcelona. Cuando le preguntamos que es ahora de su vida responde que: “Soy el mismo que antes, pero más mayor. Tengo casi 47 años y ahora me dedico a tema de inversiones, de asuntos inmobiliarios y algunas cosas relacionadas con deportes. Sigo el fútbol actual y el Barça con pasión y estoy entrenando al Europa juvenil, equipo con el que llevó ya tres años. No me puedo quejar porque voy haciendo, algo que ya es mucho en lo tiempos que vivimos y en el día a día”.
En el verano de 1999, siendo kicker de los Barcelona Dragons de la NFL Europa, le llama el, por entonces, mejor equipo de la NFL para hacerle una prueba. “Eso llegó porque con los Barcelona Dragons estábamos haciendo unas temporadas bastante dignas y con estadísticas bastante buenas. Uno de los entrenadores americanos, Jack Bicknell, habló con Mike Sahanan, el entrenador de los Denver Broncos de la NFL y le propuso que fuese a hacer la pretemporada con ellos”, explica el ex jugador.
Añade que: “Recuerdo que estaba de vacaciones en Sant Antoni de Calonge (Girona) con la familia. Era a finales de julio, creo que viernes, y me llamó Marcos Guirles, uno de los entrenadores del equipo. Me dice que el lunes siguiente tenía que coger un avión para irme a Denver. En principio pensé que era una broma y que me estaban tomando el pelo, pero insistieron y dijeron que el domingo por la noche tenía el vuelo para presentarme el lunes en Denver”.
“Les respondí que no me podía ir de la noche a la mañana, que estaba con mi familia, tenía mi trabajo, mis asuntos y que no podía ir. Lo comenté con mi familia y todos me dijeron que fuese. El domingo volví a Barcelona, cogí la maleta y allí me fui”.
“Al día siguiente salgo a entrenar y me quede boquiabierto cuando veo las instalaciones, incluso comparándolas con las del Barcelona. Allí me di cuenta de lo que llegan a mover y lo grandes que son los clubes de la NFL; yo diría que esas instalaciones y la ciudad deportiva eran como tres campos de fútbol como el Nou Camp”.
“Lo que también me sorprendió es que una hora antes de empezar los entrenamientos ponían unas cuerdas y venían como mil personas que venían con las sillas plegables de casa y se sentaban para ver los entrenamientos. Me dije a mi mismo: “Este club es tremendo”. La verdad yo llevaba tres años jugando a este deporte en un entorno familiar como era el de los Dragons, pero incluso a mi, que había estado en el Barcelona todo eso me pareció grandioso”.
La otra sorpresa se la llevo al saltar al campo. “Creo éramos unos setenta jugadores entrenando; unos a prueba, otros preparando ya pretemporada y bajo una temperatura que yo diría que rozaba los 50ºC. En cada sesión retiraban a tres o cuatro jugadores con lipotimias y lo hacían en carretillas para llevar camillas de esas que hoy hay en el campo del Barcelona”.
“Los entrenamientos eran durísimos y yo me junté con el kicker titular de los Broncos, el legendario Jason Elam, un verdadero crack y un jugador espectacular. Me trató de maravilla e incluso cuando ya llevábamos unos días entrenando juntos me propuso que su agente viniese a verme porque le gustaría que él me llevase en adelante también como su representado”.
“Yo le decía que llevaba sólo dos años jugando a fútbol americano y Elan me respondía que no se lo creía y yo insistía que había jugado al soccer (fútbol) y nada más. La verdad es que a raíz de los entrenamientos con los Dragons tenia una buena mecánica y mis estadísticas eran espectaculares, anotando 13 de cada 15 chuts con un porcentaje medio del 85 por ciento. Elam también tenía series enteras de 10 de 12 chuts; era muy, muy bueno”.
Su relación con Elam era cada vez más estrecha y reconoce que: “Nos pasábamos sesiones chutando de casi 50 yardas (45 metros) y llegábamos a ‘picarnos’. Recuerdo que él, al principio, como era pretemporada no entrenaba mucho y yo era un poco el sparring del equipo porque Elam chutaba una o dos veces y se iba a otra cosa”.
Su regularidad y alto porcentaje de acierto no pasó desapercibido para los técnicos estadounidenses. “A raíz de esto si que vi que el staff técnico del equipo empezó a cambiar su actitud hacia mi. El trato era más cercano, mucho más amable. Supongo que fue porque ellos vieron rápidamente la facilidad, la mecánica y las estadísticas que yo tenía; note mucho más respeto hacia mi”, señala Angoy.
Sigue explicando que: “Un día vino a verme el Mike Sahanan, el entrenador jefe, y mi interprete me dijo que eso no era habitual. Se presentó en mi habitación y me comentó que sus ayudantes estaban impresionados con mi trabajo que se alegraba de haber sido él quien me llamó a Denver. También se refirió a que los entrenadores de los Dragons habían trabajado bien conmigo, que habían tenido buen ojo conmigo y que me merecía estar en el equipo”.
Nunca olvidará que: “Llevaba catorce días entrenando y eso me hizo sentir eufórico, salté de alegría, pero empecé a pensar que en Barcelona tenía un trabajo, que era un tema deportivo junto con mi suegro, Johan Cruyff, en Murcia y que lo habíamos proyectado con mucha ilusión y muchas ganas. Además el fútbol americano era un deporte que me atraía el jugar en Barcelona porque allí estaban mis amistades, tenía mis hábitos normales de familia y de trabajo y no echaba nada de menos. En cambio, en Denver si que lo echaba todo mucho de menos, especialmente mi familia, los dos niños, que eran aún pequeños, etc.”
Ahora reconoce que: “Era una situación que en ese momento me superaba un poco, tanto en el tema familiar como también en el del trabajo aunque si que es cierto que ellos también los conceptos contractuales son muy diferentes a los que tenemos aquí. Allí puedes estar un mes y si todo va bien estarás toda la temporada e incluso renovarás, pero si por circunstancias las cosas no te salen bien en un mes te liquidan el contrato y adiós muy buenas”.
“Sopesé mucho el proyecto que yo tenía en Barcelona con la familia y con Johan y el riesgo de perder ese proyecto o no poder estar al día con lo que yo creía y que me encantaba. Quizás debía asumir ese riesgo, pero yo tenía algo más sólido aquí”.
“Ellos estaban ya convencidos que me iba a quedar y recuerdo que se iban a Hawai a jugar partidos de pretemporada y tenía incluso el billete. No es broma, pero a mi los aviones me dan mucho miedo y lo paso muy mal en los vuelos desde siempre. Me cuesta mucho volar y fui a preguntar y me dijeron que serían unas 19 horas. Me empezó a entrar una sensación de agobio y de angustia increíble”.
“Me acosté, casi no pude dormir y me levanté con una idea fija. Le dije al interprete que llamase al presidente Pat Bowlen o al director general para comunicarles que había tomado la decisión de volver a Barcelona. El interprete me decía que no lo hiciera, que no podía ser que renunciase a algo como era esa oportunidad”, revela el ex jugador de los Dragons.
“Quizás algún día me arrepienta”, le dije, “pero es mi decisión. Cuando uno deja de jugar al fútbol ya tienes unos hábitos, buscas centrarte en una ciudad donde vas a pasar el resto de tu vida y todo esto, con una edad, no era ya para momento para tomar riesgos”.
“El director general del equipo llegó realmente enfadado y el interprete, que era hermano de un alto cargo del club, intentaba convencerme para que cambiase. Mientras, el otro le estaba echando una gran bronca y no escuchaba y no entendía nada de lo que decían”.
En ese momento las normas de la NFL obligaban a que un jugador de primer año percibiese un salario de 100.000 a 200.000 dólares por temporada. Si se renovaba por un segundo las cantidades se disparaban de manera muy importante.
Al respecto si Johan Cruyff tuvo algo que ver en esa decisión, Angoy comenta que: “Cuando le dije que iba a jugar con los Barcelona Dragons me animó y cuando Denver me llamó, me felicitó y dijo que probase, que fuese allí, que disfrutase porque estaba seguro que saldría bien”.
“Muchas veces he pensado si tomé la decisión correcta y me he dicho que fue una lastima no haberme quedado, probar que podía haber hecho, que podía haber salido de todo eso y hasta donde podía haber llegado”.
Volvió a Barcelona y siguió con los Dragons hasta su desaparición en 2003. Llegó en 1996 al equipo de la mano del ex jugador de hocky patines Jordi Vilapuig, un enamorado de los deportes estadounidenses y entonces presidente del nuevo equipo de la NFL Europa.
Angoy rememora ese momento indicando que: “Una vez que decidí dejar el fútbol me llamó Jordi Vilapuig y me dijo que si me gustaría ser el kicker de Dragons. Mi primera respuesta fue: “estás loco, como voy a jugar contra tíos tan grandes y fuertes; además, yo no tengo ni idea de esto”. Me dijo que me iba a dar una cinta de vídeo para que viera lo que tenia que hacer y que le contestara cuando la viera. Yo le dije que vale, cuando vi la cinta y vi que era solo chutar y no tenia contacto directo con lo jugadores pensé que podría probarlo”.
Después, llegaría a chutar los kick off y en ese momento sí existía el contacto. “No sabes lo que era verlos venir de frente, pero me hice a la idea y empecé a placar rivales haciendo estiradas laterales como los porteros de fútbol, pero eso no era lo mío”, bromea Angoy.
Estuvo siete años en los Barcelona Dragons. “Es el equipo que siempre llevaré en el corazón; fue más que un equipo: una verdadera familia”, indica.
Incluso cuando la franquicia pasó, en 2003, de Barcelona a Hamburgo, y Jack Bicknell, el entrenador se fue a los Scottish Claymores (2004) y a los Hamburgo Sea Devils (2005-2007), quiso que Angoy se fuera con él, pero no quiso porque “irme a otro país a vivir solo durante cuatro meses y con unas condiciones económicas que no me solucionaban nada. En Barcelona tenía mi trabajo del día a día que era lo que me compensaba”.
Pero un tiempo después aceptaba jugar en los Badalona Drags de la liga española. “Me llamó Ivan Imbernón Champi, —su gran amigo en los Dragons— y por eso jugué con ellos, pero no tenia nada que ver con lo de antes”.
Retornando a sus comienzos no oculta que: “El primer año que llegué a los Dragons no tenía ni idea de la mecánica del fútbol americano y cuando chutaba en los entrenamientos no podía levantar la pelota y siempre iba baja y los rivales la bloqueaban. Llegó un momento que le dije a Champi: “Yo me voy para casa, no sé que me pasa y estoy negado. Él me ayudó muchísimo, me animó a seguir, me ayudó a integrarme en el equipo, aunque lo pasé fatal ese primer año a pesar de que había entrenado tres meses antes de incorporarme al equipo y todo había ido bien”.
“Además, la primera vez que fui al Estadio Olímpico de Montjuïc, vino Jack Bicknell, el entrenador del equipo y a mi no me salía nada y chutaba como si estuviese en el campo de fútbol. Bicknell se dirigió a Vilapuig y le dijo: “Quien me habéis traído aquí; este tipo no sabe ni chutar”.
Vilapuig le dijo a Bicknell: “Tranquilo, ahora lo mandaremos a Estados Unidos a un campo de entrenamiento y cuando vuelva lo hará bien, seguro”.
“Pasados los años, Bicknell y yo recordábamos esto y ahí pude ver lo gran entrenador y la gran persona que era. Las reglas decían que cada año tenía que venir un chutador estadounidense al equipo y si quería era el entrenador que decidía que ese era el que lo chutaba todo, incluso los kick off, comenta el kicker español.
“La verdad es que ellos no confiaban en los jugadores europeos y nos tenían un poco como gancho del país donde estaba la franquicia y para que la afición local los siguiera; es decir para rellenar. Aún así Bicknell confió en mi yo lo acababa chutando todo cada temporada”.
A nivel de sensaciones considera que: “El fútbol americano sólo me ha dado grandes y agradables experiencias que te dan fuerzas para creer que puedes conseguir lo que propongas si persigues tus objetivos”.
Angoy sigue con la historia de sus inicios en el fútbol americano y señala que: “Así que me mandaron a hacer una preparación de diez días a un college (instituto) de Estados Unidos. Me acompaño Rafa Cervera, director de comunicación del equipo y fuimos a Orlando. Llegamos al entrenamiento y nos plantamos los dos, solos, en medio del campo esperando a ver que entrenador venía para enseñarme la mecánica y los conceptos del chut”.
“A lo lejos vimos un señor que bajaba una rampa con una silla de ruedas eléctrica con una señora —era su esposa— que le acompañaba. Quizás por nuestra forma de ser, por el carácter bromista de los latinos, le dije a Rafa. “Oye, esto es un broma.”. El llegó, nos dijo: “Soy Doug Blevins, tu entrenador y vas a salir de aquí siendo el mejor”.
Todo fue muy sencillo dice Angoy. “Y empezamos a trabajar. El, en su silla de ruedas y yo chutando. Me decía que lo hiciera como yo sabía y el iba con la silla para adelante, para atrás, daba la vuelta en torno a mi y su esposa me iba grabando con su cámara de vídeo. Esto era por la mañana y , por la tarde fuimos a una sala de vídeo y puso la cinta. Ahí él ya tenía muy claro lo que yo debía hacer para mejorar. Fue algo bestial porque con un sólo día de vídeo él ya tenía muy claro donde yo debía mejorar, que indudablemente era mucho”.
Con los Dragons jugó tres finales de la World Bowl de la NFL Europa: ganó la de 1997 a los Rhein Fire (38-24) y perdió la de 1999 frente a los Frankfurt Galaxy (24-38) y la de 2001 ante Berlin Thunders (24-30).
Pero su visión del equipo es especial. “Al principio fue como un reto y no por dinero porque la NFL Europa fue creada para rodar a sus jóvenes jugadores para dar el salto a la NFL de Estados Unidos y el tema económico era muy limitado. Sin embargo, luego el ambiente era muy sano y los entrenadores se portaban de maravilla. Lo cierto es el concepto de deporte que los estadounidenses tienen es único porque todo lo ven en positivo, todos intentan sumar, no hay egos personales como existen en las mentalidades más latinas donde hay prioridades, donde hay jugadores que son unos y el resto diferentes”.
Añade al respecto que: “Ellos saben que el quarterback es el número uno, el líder de largo, y lo respetan como tal, pero es que él es el primero y el mejor compañero que te puedas imaginar y esto hace que todos los demás quieren sumar y tirar del carro como tira él”.
Considera también que: “Por muchos motivos los Barcelona Dragons era el mejor club, por el clima, por el ambiente de la ciudad y por como se vive aquí. Incluso para los directivos de la NFL lo reconocían. Además los Dragons dejaron huella en la afición de Barcelona.
“Nuestro entrenador Jack Bicknell era un padre para nosotros, un tío genial, pero cuando había alguno que saltaba el límite de lo deportivo, con acciones peligrosas o antideportivas en el campo, lo sacaba del partido y no volvía a jugar; la bronca era espectacular, algo tremendo”, afirma.
A nivel deportivo ganó varios premios individuales jugador de la semana, fue elegido en el mejor equipo europeo de 2002, mejor chutador de varias temporadas por encima de los americanos, pero indica que: “De todo lo mejor de mi carrera me quedo con la manera de trabajar, con el concepto, el ambiente familiar y con la sensación de haber disfrutado en una cosa que desconocía, que no había jugado nunca y donde todo era nuevo, con seis jugadores españoles y 35 estadounidenses, donde todo estaba americanizado y la verdad es que ellos hacen que te sientas muy cómodo y a gusto”.
A nivel de reflexión cuenta que: “El peor momento fueron las dos finales que perdí. Sobre todo la que perdimos en Amsterdam en 2001. Me dolió muchísimo porque teníamos unos jugadores extraordinarios, mi estadística fue sensacional, remonte del partido, tiramos de field goals complicadisimos, pero a nivel de quarterback no salieron las cosas como debían salir. Además teníamos mucha, mucha ilusión. En esas dos finales perdidas me quedó muy mal sabor de boca”.
Tiene dos hijos Joshua y Gianluca. Joshua, el mayor tiene 21 años es futbolista profesional y juega actualmente en el As Trencin (Eslovaquia). “Estoy encantando con él. Todos le hemos apoyado y siempre le digo que lo disfrute y que lo aproveche porque va a tener una experiencia bonita y lo que te vas a llevar es todo lo que haya hecho y hayas disfrutado. Como he hecho yo”.
Nacido en Avilés (Asturias) fue un jugador profesional de fútbol americano nacido en España que jugó con los Buffalo Bisons en la temporada de 1929. Está considerado como el segundo jugador hispanoamericano, el primer jugador español y el primer jugador con un apellido completamente hispanoamericano que jugó en la NFL.
Antes de 1999 se creyó que Rodríguez era el primer jugador hispanoamericano nacido fuera de Estados Unidos que jugó en tal liga, aunque después se descubrió que el jugador cubano Lou Molinet fue profesional antes que Rodríguez, jugando con los Frankford Yellow Jackets en 1927.
Avilés (Asturias) 9/8/1907. Hermano del anterior. Jugó en el equipo universitario de West Virginia Wesleyan y en 1930 pasó a los Frankford Yellow Jackets y posteriormente a Minneapolis Red Jackets 1930.
Según los datos publicados por la NFL, la carrera de Kelly Rodriguez fue más destacada que la de su hermano mayor. Jess Rodriguez jugó cinco partidos y en dos salió como titular. Kelly, sin embargo, disputó 15 encuentros: dos con los Minneapolis y los otros 13 con los Yellow Jackets.
Rota (Cádiz) 28/7/1969. Jugó en los Washington Redskins y los Minnesota Vikings en las temporadas 1992 a 1994 en la posición de tight end. Jugó como universitario con los San Diego State Aztecs. Fue el primer jugador de fútbol americano nacido en España en haber logrado jugar en la NFL en más de 80 años.