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Por qué el lío entre Harbaugh y Baalke puede ser bueno para los 49ers

Fernando Kallás @fernandokallas

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Nunca fue un secreto que Jim Harbaugh y Trent Baalke no se llevan bien. Desde que llegó a los 49ers, el entrenador siempre quiso más control, cosa que la organización nunca le dio. En más de una ocasión se habló de cómo la frustración del entrenador y su fuerte personalidad chocaban de frente con el manager general de los San Francisco 49ers. El conflicto tomó proporciones casi insostenibles el pasado fin de semana, con la noticia de que el club supuestamente habría aceptado una oferta de los Cleveland Browns para adquirir los derechos del entrenador. Resumiendo, Harbaugh no es el entrenador de los Browns solo porque no acepto el trueque.

Para entender por qué los 49ers se han posicionado del lado de Baalke en el pulso que mantiene con Harbaugh, hay que profundizar en la estructura del staff de San Francisco y su filosofía de trabajo. Entender cómo se ha asentado como una de las franquicias más profesionales y respetadas bajo el punto de vista estructural y administrativo de toda la NFL antes mismo de la llegada del entrenador.

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Los 49ers hoy funcionan como una empresa joven y dinámica, con las fórmulas que con tanto éxito están aplicando en Silicon Valley empresas como Apple y Google. Su propietario, Jed York, graduado en empresariales por la prestigiosa universidad de Notre Dame, tiene apenas 34 años y ha confiado su franquicia a dos genios que nada tenían que ver con el football americano.

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Uno es Gideon Yu, 42 años, mente brillante formada en Harvard y exdirector financiero de Yahoo, Youtube y Facebook. Como presidente de los 49ers logró el acuerdo de más de 1.000 millones de dólares para la construcción del nuevo estadio, en Santa Clara (corazón de Silicon Valley), que muchos creían imposible, y que será el más grande de la historia del deporte profesional en EEUU.


El otro es Paraag Marathe, que llegó al equipo con apenas 23 años con fama de genio salido directamente de una de las mejores escuelas de empresariales del mundo, la Universidad de Stanford. Hoy, con sólo 37 años, es el responsable de gestionar los contratos de los jugadores y mantener la plantilla bajo el estricto límite salarial de la NFL. Y además acaba de sustituir a Yu como presidente, ya que este pasa a ser copropietario del equipo.

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El gran gurú en la faceta deportiva es Trent Baalke, un exdiscípulo de Dick Haley y Bill Parcells, dos leyendas de la NFL, que lleva nueve años como máximo ojeador de la franquicia, los últimos tres como Manager General sustituyendo con éxito a un genio como Scott McCloughan, después de haber sido su mano derecha durante muchos años.

Con el criterio de Baalke y la habilidad económica de Marathe, los 49ers han montado la que es, indiscutiblemente, una de las tres mejores plantillas de la NFL. Si no la mejor.

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Es aceptado de forma unánime que el roster de San Francisco tiene poquísimas debilidades. Entre los demás equipos de la NFL, sólo los Seahawks pueden alardear de tener un equipo más fuerte. Pero aun así, los 49ers tienen mejores tight ends, mejores jugadores de línea ofensiva y defensiva, y mejores linebackers que Seattle.


Entonces ¿cómo es posible que, con un equipo teóricamente mejor, San Francisco no haya logrado ganar una Super Bowl en los últimos tres años?

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Y llega el momento de preguntarse si el motivo puede ser el entrenador.

El trabajo de Trent Baalke y Paraag Marathe construyendo y administrando la plantilla de los 49ers es sencillamente espectacular. Lo normal sería que, con un equipo tan fuerte, faltara espacio para renovar o firmar nuevos contratos. Pero en 2014 San Francisco tiene nada menos que 15 millones de dólares de espacio en el salary cap. Y eso sin tener en cuenta el hecho de que obligarán a Carlos Rodgers, que es el jugador mejor pagado del equipo (8 millones), a bajarse el sueldo casi a la mitad si quiere seguir en el club. O incluso Frank Gore, con 6.5 millones, que a los 30 años también tendrá que renegociar su contrato.

Piezas fundamentales para el club como Patrick Willis, Navorro Bowman, Vernon Davis, Justin Smith, Joe Staley y Ahmad Brooks, han renovado hace poco tiempo y no presentan problemas. Además, el equipo tiene mucho cuidado de que esos contratos de larga duración nunca provoquen quebraderos de cabeza contra el Cap. De hecho muchos equipos, como los Seahawks, están copiando esa fórmula.

Hoy las prioridades son claras: renovar a Kaepernick y Crabtree. Aldon Smith, por todos sus problemas fuera de campo, y Mike Iupati, por ser un guard, pueden esperar. Pero aunque no renueven ya, todos están bajo contrato en 2014. Los únicos titulares que los 49ers podrían perder son Anquan Boldin y Donte Whitner.


Jim Harbaugh quiere más control e intenta firmar un nuevo contrato con un sueldo más alto que cualquier otro entrenador de la NFL, pero los 49ers saben que ellos no necesitan un entrenador/manager general plenipotenciario. La fórmula ha funcionado en New England o en Seattle porque eran equipos en los que cuando ellos llegaron había problemas tanto deportivos como estratégicos, pero el segundo aspecto, que quizá sea el más importante para que una franquicia siempre esté en la élite (véase Steelers), no necesita ser resuelto en San Francisco.

Aunque nunca haya hecho pública su frustración, en muchas ocasiones el entrenador ha pedido en ruedas de prensa la renovación de algunos de sus jugadores después de chocar una y otra vez en los despachos. Los casos de Donte Whitner y Phil Dawson son ejemplos claros de discrepancia entre gerencia y entrenador, y este último nunca se ha salido con la suya. Esas reclamaciones públicas siempre han molestado al equipo responsable de negociar los contratos y han abierto más brecha. También demuestran que el conflicto no era solo un problema latente, como se está diciendo en algunos medios, sino que Harbaugh y Baalke llevan varios meses sin hablarse más que a través de correos electrónicos. La guerra entre ambos está abierta, y no es la única. Harbaugh también tiene roces con Marathe y muchos otros miembros de la estructura de gerencia. Y todos por conflictos de poder.

Pero la solución es muy sencilla. Basta con que los 49ers ganen la Super Bowl. Jim Harbaugh sabe que la única forma de firmar su contrato multimillonario con los 49ers es ganando todo este año.

¿Y sabéis por qué todo este lío me deja optimista?


Porque me recuerda la temporada de 1994. Los Niners venían de dos derrotas seguidas en la Final de Conferencia contra los Cowboys y las relaciones entre el exigente dueño, Eddie DeBartolo, el GM Carmen Policy y el entrenador George Seifert echaban humo. El triángulo de poder que formaban los tres parecía insostenible. Y para echarle más leña al fuego, además de la frustración por las derrotas y los portazos en los despachos, tocaba enfrentarse a la primera temporada con límite salarial.

El resultado final fue el quinto anillo de la historia de los 49ers y la mejor temporada de la carrera de Steve Young.

A los mejor, lo único que le falta a un equipo que parece tener absolutamente todos los ingredientes para ganar el Lombardi, es romper algunos huevos para cocinar la tortilla perfecta.