Epílogo de la NFC
Me declaro ferviente admirador del ‘Chip way of life’. Me ha hecho desfrutar del football cada vez que me he sentado a ver a los Eagles, ha puesto en el mapa a Foles y ha conseguido que grandes estrellas que dormitaban demostraran su auténtico potencial. Los Seahawks habrán ganado el Lombardi, pero los de Filadelfia han sido los reyes del espectáculo.
¿No veis cómo las defensas están sobrevaloradas? Los de Dallas son el ejemplo empírico de que no son tan importantes. De hecho, este año han jugado todo el año sin ella y han sido capaces de ganar ocho partidos, quedar fuera de playoffs en el último drive del último partido, y culminar un ridículo formidable.
Arrancaron con seis derrotas como seis soles y, sin embargo, ganaron siete de sus últimos diez partidos. Pero que no os engañen los números, fueron igual de espantosos en septiembre que en diciembre, y lo único seguro es que Coughlin sigue siendo un genio. Si no, es inexplicable que ganara algún partido con una plantilla con más agujeros que un queso gruyer.
No me puedo explicar que una persona con el prestigio tanto humano como profesional de Mike Shanahan haya dilapidado su legado en una aventura en Washington que nunca debió emprender. El gran inventor de las líneas ofensivas como las conocemos hoy en día, ha quedado como un mal bicho que se ha dedicado a esparcir mierda con un ventilador, mientras malgastaba el cheque en blanco que le entregaba Snyder. Por el camino, quizá se haya cargado a RGIII y los capitalinos deberán empezar de cero.
Siempre me quedaré con la sensación de que con Rodgers sano no solo el ataque de los Packers habría sido imparable, sino que su defensa habría seguido creciendo para ser dominante. Podemos minimizar la labor de un quarterback, pero en este caso fue la clave que marcó la temporada a ambos lados del balón. Esa fue la diferencia entre llegar a postemporada llorando y caer a las primeras de cambio, o haber podido ser la auténtica alternativa de los Seahawks.
A muchos os pareció una frivolidad el lugar que ocupó en mi ranking, pero el temporadón de McCown fue asombroso, y quizá hubiera merecido un puesto aún más arriba. Otra cosa es que sea capaz de repetirlo. Pero lo que mató a unos Bears con un ataque aéreo de fantasía, fue una defensa comparable a la de los Cowboys e indigna de ‘The Monsters of Midway’. Trestman nos ha deslumbrado en su primera temporada con su atrevido planteamiento ofensivo, pero en Chicago no le perdonarán un año más de descalabros defensivos. Y lo peor de todo… renovaron a Cutler.
Definitivamente, los Lions no eran un equipo de football, sino una pandilla marginal controlada por matones y vagos que tenían amedrentado al staff técnico con sus órdagos y desplantes. Lo llevábamos sospechando un par de años y lo hemos confirmado cuando han trascendido las bravuconadas de Suh y compañía. Han despedido al entrenador, pero deberían expulsar de la NFL a cualquier maleante despreciable que siga considerando ese vestuario como su coto de caza.
Todo se vino abajo nada más empezar la temporada, con una polémica sobre Ponder que terminó extendiéndose al staff técnico, e infectando a todo un equipo que en los últimos años rinde si está subido a la ola, pero que no sabe nadar contracorriente.
Sin duda, el equipo revelación de la temporada. Y eso que su infranqueable defensa no estaba acompañada por un ataque que todo el año ha vivido de los detalles de genialidad de los más veteranos y la explosividad de Cam Newton.
En el ataque volvió la sensatez con la reincorporación de Sean Payton, pero lo que de verdad marcó la diferencia, fue la impresionante defensa de un Bob Ryan que se ha reivindicado. En mi opinión, eran el mejor equipo libra por libra, y el más compensado de toda la NFL, pero en un mes de diciembre desastroso perdieron el factor campo y sus aspiraciones al anillo.
Confieso que fue uno de los que pensó que eran auténticos aspirantes al anillo, pero tras las lesiones de Steven Jackson, Julio Jones y Roddy White, todos descubrimos que su edificio estaba en ruinas y solo se sostenía en pie por el anclaje de sus grandes estrellas… y lo más increíble es que Mike Smith ha salvado la cabeza.
Recuerdo que en el artículo en que resumí la temporada 2012, escribí que Freeman debía ser despedido de inmediato para empezar una reconstrucción de verdad. No lo hicieron, han perdido un año, y su staff ha saltado otra vez por los aires pese a la esperanzadora segunda mitad de temporada.
Insisto en lo que ya dije después de la Super Bowl. La victoria de los Seahawks ha sido la de los fundamentos. Pete Carroll ha redescubierto a cada uno de sus pupilos el abecé de su posición, para optimizarlo al máximo en una NFL en la que los borbotones de talento y la dictadura del potencial físico estaban arrinconando lo que de verdad importa: saber jugar. ¡Estoy harto de ver placajes fallados!
Cuando empezaba el siglo XXI, y los Eagles perdieron sucesivamente tres finales de conferencia y una Super Bowl, me quedé ronco clamando en el desierto que el problema de ese equipo con vocación de dinastía era un quarterback que desentonaba con el enorme talento del resto del bloque. Siempre me pusieron a caldo por decir una “barbaridad” así. Hoy los Eagles tienen el número 5 retirado. Allá ellos. Ahora, los 49ers ya han perdido dos finales de conferencia y una Super Bowl, y también pienso que su problema han sido sus quarterbacks, que han desentonado con el enorme talento del resto del bloque. Y ahora también una mayoría piensa que me equivoco… aunque cada vez más aficionados de los Niners están deseando que retiren el número 7 cuanto antes.
Me hubiera gustado ver en postemporada a un equipo que mereció estar en ella por su impresionante defensa, y por la explosividad de un ataque en el que Palmer fue muchas veces emperador, pero también muchas otras un lastre demasiado pesado.
Es verdad que sobrevivir en la NFC oeste es una tarea complicada, pero ya va siendo hora de que el proyecto de Fisher deje de dar pasos de bebé y consiga solidez. No puede ser que un equipo parezca un bloque poderoso un domingo y una panda de amigos el siguiente.
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