“Mi nombre es Michael Sam, soy jugador de fútbol americano y soy gay”
Antes mismo de ser drafteado, el defensive end estrella de la tradicional Universidad de Missouri ha entrado, este lunes, en la historia del fútbol americano como el primer jugador en activo asumidamente homosexual. Lo hizo en una entrevista a diferentes medios estadounidenses.
Le guste a usted o no, es un momento histórico y único para el deporte en general.
Que un chaval de apenas 24 años, que todavía ni está drafteado, se juegue todo su futuro para, valientemente, enfrentarse de frente al deporte más machista y conservador del mundo, es digno de admiración.
Principalmente porque no estamos hablando de un jugador cualquiera. Michael Sam es un ídolo de la afición de Missouri y uno de los mejores jugadores universitarios de defensa de la pasada temporada.
Es la primera vez que un deportista de élite, en un deporte colectivo, sale del armario. Todos sus predecesores lo hicieron después de jubilarse, lejos de los ojos clínicos de la grada y de la familiaridad diaria del vestuario. Y, aun así, ninguno de sus predecesores era tan buen deportista como lo es Michael Sam.
Pero su trayectoria no solo llama la atención dentro del campo. La historia de vida es también inspiradora. Antes mismo de enfrentarse a los prejuicios, Sam tuvo que sobrevivir a una infancia durísima, en un barrio pobre y conflictivo de Hitchcock, Texas.
Michael Sam es el único de sus ocho hermanos que fue a la universidad. Dos de ellos están en la cárcel. Tres fueron asesinados a balazos.
“No soy ingenuo y tengo conciencia de lo que este anuncio representa, pero asumir mi sexualidad no es nada comparado con todo lo que mi familia y yo hemos tenido que vivir para que yo llegara hasta aquí”, explica Sam, con una gran sonrisa y mucha tranquilidad, demostrando un discurso coherente y una madurez que sorprenden en un joven de su edad.
¿Hay mejor respuesta para todos los que cuestionan si su anuncio crearía una distracción innecesaria o dividiría el vestuario?
Es inaceptable que en la sociedad actual el deporte sea uno de los últimos rincones en los cuales la diversidad sexual todavía sea un tabú. En el deporte, como en cualquier otro ámbito profesional, una persona debe de ser juzgada por su mérito, capacidad y postura, no por su color, sexo, nacionalidad, religión u orientación sexual.
Esperemos que Michael Sam solo sea el primero de muchos atletas, no solo en la NFL, que se enfrenten a la mentalidad retrógrada y llena de prejuicios que existe en el deporte colectivo, amateur o profesional. Y que todos podamos vivir y disfrutar de la compañía de otro como un igual, sin prejuicios.
Mucha suerte en la NFL, Michael Sam. Aquí, en España, te has ganado un fan.
Y para acabar, disfruta de la entrevista completa de Michael Sam en el New York Times.
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