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Imágenes y frases de la Super Bowl

Mariano Tovar

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¿Un mal partido? Ni mucho menos. La final obviamente no cumplió las expectativas de encuentro igualado e imprevisible, pero sí que nos permitió disfrutar de un espectáculo defensivo digno de la ocasión. Casi todo el mundo está menospreciando el partido de Denver. Yo prefiero engrandecer el de los Seahawks. En los siguientes párrafos entenderéis el motivo.

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La NFL está encantada con la organización del evento en New Jersey/New York. Hasta tal punto que algún ejecutivo eufórico ya ha afirmado que no descartan volver a la Gran Manzana. Yo creo que todo el éxito se debe a Londres. ¿Londres? No, no me he vuelto loco. Pienso que la NFL ha ensayado en la capital europea cómo organizar un gran evento en una gran ciudad. La idea de convertir una famosa calle céntrica en punto neurálgico del evento fue un éxito en Inglaterra y se repitió en Broadway convertido en el ‘Super Bowl Boulevard’. En Nueva York hacía mucho tiempo que no se lo pasaban tan bien.

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A Dios le gusta el football americano. Es la única explicación de que el domingo hiciera un día apacible, cuando pocos días antes el estadio había quedado sepultado bajo un manto blanco, y pocas horas después del final del gran partido tuvieron que cancelarse casi 600 vuelos en los aeropuertos de Nueva York por culpa de la nieve caída. Goodell vio el espectáculo desde la grada, como el resto de los mortales que no ganan al año 29,5 millones de dólares, más que ningún jugador. A propósito, la jueza de Filadelfia rompió por insuficiente un acuerdo entre la NFL y los demandantes por secuelas tras la práctica del football. La NFL iba a invertir anualmente en investigación e indemnizaciones poco más de un tercio de lo que gana Goodell. Vale, hoy no es el día, pero es indecente.

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El detalle de la moneda de Joe Namath fue muy divertido. Vestido con un abrigo similar al que llevaba en la banda cuando era jugador, y cuyas imágenes hemos visto todos mil veces, el mito volvió a hacer alarde del buen humor y la simpatía políticamente incorrectas con las que durante años se ganó el corazón de los aficionados. Pero lo que me sorprendió fue la multitud que saltó como un muelle en twitter criticándole hasta con insultos por lanzar la moneda antes de que los equipos eligieran cara o cruz, como si fuera un asunto de vida o muerte. El incidente no tuvo ninguna importancia e incluso sirvió para demostrar los magníficos reflejos del árbitro principal.

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Peyton Manning jugó con guantes. No sé si habéis intentado pelar una mandarina con unos guantes puestos. O si habéis tratado de enviar un mensaje con el móvil, pasar las páginas de un libro o recoger una moneda del suelo. ¿A que no hay manera? Big Ben es otro quarterback al que le gusta usar guantes cuando hace mal tiempo y que también pierde precisión en los lanzamientos. No creo que hiciera suficiente frío para jugar con guantes, Peyton siempre rinde peor con ellos y creo que tienen mucha culpa de la falta de precisión de los pases del jugador en la Super Bowl. Por muy bueno que seas, el tacto es decisivo para un QB. Wilson jugó sin guantes y en manga corta. Con un calentador en el cinturón tuvo suficiente.

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Sigo con Peyton. Se están cebando con él. Es verdad que jugó un mal partido, pero eso es noticia. Y además la verdadera pregunta quizá sea dónde estuvo todo el tiempo su línea ofensiva. Es paradójico que cuando un equipo ofensivo ha fracasado en postemporada últimamente casi siempre se le ha echado la culpa a su QB, pero también casi siempre la labor de demolición ha comenzado por la línea ofensiva. Louis Vasquez sufrió una lesión en las costillas que fue la puntilla, pero con él en el campo Peyton tampoco tuvo tiempo para pensar.

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Siguiendo con lo anterior, cada vez estoy más convencido de que los sacks están sobrevalorados. Peyton solo sufrió uno en todo el partido y, sin embargo, no tuvo un respiro, cometió un fumble y lanzó una intercepción por culpa de un golpe en el brazo. Avril nunca le dio cuartel y la línea defensiva de Seattle muy pocas veces necesitó la ayuda de blitzs para ahogar al quarterback.

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Otro detalle clave fue jugador número 12 de los Seahawks. Se suponía que las gradas estarían igualadas y que no podrían generar tanto ruido como para evitar los audibles y los ajustes de Peyton, pero no escuchamos ni un solo “¡Omaha!” en toda la noche, pese a que los Broncos jugaron en ‘no huddle’ casi siempre. Peyton solo consiguió provocar una salida falsa de la defensa en todo el partido.Los ataques sin reunión de Peyton habitualmente desarbolan a las defensas contrarias, incapaces de ajustarse con tanta rapidez, pero era divertido ver cómo la de los Seahawks estaba ya formada antes de que Manning empezara con sus audibles, que durante toda la noche quedaron amortiguados por el clamor de las gradas. Sinceramente, creo que el staff de Denver creía que conseguiría desajustar la defensa de Seattle solo imponiendo un ritmo infernal en el partido. Ilusos.

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El safety de la primera jugada llegó por una descoordinación entre Ramirez, el center, y Peyton. No fue la única del partido. En algunos momentos el quarterback lo pasó muy mal intentando controlar el balón que salía del center descolocado o a destiempo. Insisto, fue increíble el volumen de decibelios que consiguió generar la mitad de la grada, aunque creo que poco a poco los indecisos fueron conquistados para la ruidosa causa.

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La secundaria de los Broncos fue un coladero durante todo el partido. Pero entre todos los culpables quizá haya que destacar a Champ Bailey. En muchas jugadas parecía perdido, sin tener muy claro lo que tenía que hacer. Y a eso hay que sumarle una lentitud exasperante y tremendos errores de colocación. Bailey ha sido uno de los protagonistas sentimentales de esta Super Bowl, pero hace mucho tiempo que es un ex jugador.

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Creo que en esta Super Bowl nadie ha intentado inventar nada. Los Broncos trataron de jugar a lo que saben sin buscar soluciones revolucionarias y los Seahawks asignaron las coberturas previstas y tampoco se salieron del guión. Como comentábamos en la previa, ambos estaban seguros de sus poderes y dispuestos a morir con su filosofía. Algunos están hablando de que el ataque de Seattle sorprendió con un plan más pasador de lo esperado, pero viendo que la defensa de Denver contra la carrera era lo único que le funcionaba, y que la secundaria era un coladero, simplemente hicieron lo más lógico: tomar lo que se les regalaba. Lynch corrió 11 veces en la primera mitad, y solo cuatro en la segunda, cuando todos esperábamos que le dieran el balón para consumir reloj y evitar riesgos. Sin embargo, Wilson completó nueve de los once pases que intentó en esa segunda mitad. Definitivamente, lo más seguro era pasar.

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La única gran novedad ‘táctica’ tuvo nombre y apellidos. La eterna lesión de Percy Harvin parecía un drama para su equipo, que perdía con él una de las puntas de su gran tridente ofensivo. Sin embargo, esa larga ausencia obligada provocó que se convirtiera en el factor sorpresa de Seattle. 45 yardas en dos carreras, un touchdown en un retorno de kickoff y una recepción para cinco yardas. Además repitió dos veces la misma carrera y Rodgers-Cromartie intentó cerrarte la puerta interior cuando lo evidente es que iba a ir por fuera. Harvin le agradeció el regalo y siguió cabalgando. Cromartie fue otro que tuvo un día que convierte en acertada su idea de retirarse prematuramente, que lo de mejorarle el contrato habría que pensárselo muy mucho.


Y ya que hablamos del retorno de Harvin, creo que si hay que elegir al peor jugador del partido la decisión es segura: Matt Prater. El kicker solo tocó dos balones. Ni tuvo oportunidades de field goal, ni intentó un solo extra point. Apareció por primera vez en el kickoff que inauguraba la segunda mitad y dio una patada corta inexplicable. He buscado en Internet el motivo de la peregrina idea. Evidentemente no se debió a un error o resbalón. A alguna mente privilegiada se le ocurrió dar esa patadita que abrió de par en par el camino del touchdown de retorno y yo quiero que me cuenten el secreto de tal audacia. Para culminar la nefasta actuación, intentó el on side kick menos ‘on side kick’ que se recuerda. Un poco más y saca el balón por la línea de fondo. Tocó solo dos balones, pero mejor es que se hubiera quedado en casita.


En el extremo contrario, el mejor jugador de los Broncos fue sin duda Demaryius Thomas. Recibió trece balones (un récord inútil en la Super Bowl) y me dio mucha pena que sufriera un fumble que deslució su meritorio trabajo. Se pasó todo el partido batallando sin descanso contra la secundaria rival pese a todas las adversidades. Conseguir el touchdown del honor es poco premio para el que quizá haya sido mejor receptor de la temporada en la NFL. Pero el receptor que se llevó todo el protagonismo del partido fue Jermaine Kearse, que consiguió un touchdown acrobático después de que media defensa de Denver fuera incapaz de placarle.


Como dije en la crónica, y he repetido tantas veces en los últimos dos años, la defensa de Seattle parece jugar con más de once hombres en el campo. Durante todo el partido mantuvieron coberturas muy pegajosas que dejaban a Peyton sin opciones de pase… pero también siempre dejaban abierta una puerta a un lanzamiento sencillo para evitar que el quarterback buscara otras lecturas. En cada snap había un receptor con una pequeña ventana para recibir el balón, pero también era siempre el que menos daño podía hacer, y de inmediato le caían encima tres o cuatro defensas. Era como si obligaran a Peyton a lanzar el balón a quien ellos preferían, y lo peor es que el quarterback no tuvo más remedio que caer en la trampa una y otra vez. Completó 34 de 49, que es una cifra bastante alta, pero la mayor parte en los minutos de la basura o en esos objetivos sin peligro.


De hecho, en toda la primera mitad solo hubo un pase de Peyton que pilló desprevenida a la defensa. Fue una ruta cruzada en un tercero y nueve con la que Welker sumó 16 yardas. Sinceramente, creo que ese, y otro también a Welter en su primer drive de la segunda mitad con el que ganaron 14 yardas, fueron los únicos lanzamientos que sorprendieron a Seattle hasta los últimos minutos desesperados, que los pases a D. Thomas fueron en su mayoría actos de fe infinita.


Wilson empezó nervioso con un pase muy alto a Miller. Pero a partir de ese momento ajustó la mirilla y volvió a jugar un partido muy inteligente, con latigazos estupendos y casi siempre al objetivo que más daño podía hacer. En una Super Bowl con tanto protagonismo de su defensa era impensable que pudieran darle el MVP, pero no hubiera sido una decisión descabellada. Pese a todo, sigo pensando que esa movilidad con la que busca ganar tiempo y visión del campo se está convirtiendo en un mal vicio. Wilson debe mejorar su paciencia en el pocket, pero por el camino no estaría de más que Carroll le diera una línea como Dios manda.


Cada entrenador pidió una revisión de jugada. Creo que Carroll tenía razón y que Wilson había conseguido el primer down que reclamaba, pero también estaba convencido de que los árbitros no le darían la razón, como al final ocurrió. La de Fox fue aún peor. Reclamaba un pase retrasado que solo vio él. Al menos, fue la única vez en todo el partido en que vimos al head coach de Denver hacer algo, aunque fuera inútil. Fox es un buen entrenador, y un gran reconstructor de franquicias, pero la falta el punto de brillantez de los grandes cerebros de la NFL. En otra decisión desesperada antes de tiempo, se jugó un cuatro down cuando perdía 22-0 cuando lo lógico hubiera sido anotar el field goal con toda la segunda mitad por jugar.


Ah, se me olvidaba. En el descanso cantó Bruno Mars y se pasearon por ahí unos tipos que decían ser los Red Hot Chili Peppers. El show no fue horrible, pero sí bastante insípido. Un gran acontecimiento merece un gran festival de un gran mito musical. El chico de moda promocionándose tiene su sitio en muchos otros foros y no en un evento de esta magnitud.


El MVP a Malcom Smith era la forma más sencilla de premiar a toda la defensa, que ese honor compartido entre todos que algunos reclaman es muy poético, pero bastante poco práctico. Por eso lo más lógico era usar como abanderado al hombre que anotó el touchdown defensivo de la noche. Todos los defensas cumplieron una misión muy concreta (como es habitual en el sistema de Seattle) y también todos lo hicieron a la perfección, por eso cualquier otra elección también hubiera sido justa. Pese a todo, no solo por su actuación en este partido, sino en todos los playoffs, yo le hubiera dado el premio a Chancellor, que estuvo simplemente perfecto.


Pete Carroll siempre me ha caído muy mal. El desencuentro empezó cuando entrenaba a los Jets, siguió durante su etapa al frente de los Patriots, y casi se hizo insoportable cuando abandonó USC poco antes que se destaparan unas prácticas poco éticas que estuvieron a punto de terminar con el programa de football de la prestigiosa organización. En la NFL poco a poco me ha recuperado para su causa. Sobre todo porque, como sabéis, llevo tiempo criticando que en la NFL actual hay un serio problema de falta de fundamentos. Y el origen de esa crisis está en que en el football universitario no se forma a los jugadores como se debería. Creo que Carroll está haciendo en su plantilla un maravilloso trabajo didáctico. Cuando ves jugar a Seattle te encuentras golpes duros y violentos, pero también placajes perfectos, la secundaria cierra los escapes con sentido, la mecánica de cada lance se ejecuta con perfección. Creo que Carroll está dando a su plantilla un master permanente de fundamentos, y esa es una de las grandes diferencias de este equipo dentro de una NFL en la que cada vez se echan más en falta esos fundamentos tanto a nivel individual como colectivo, que parece que solo se cuida la faceta física.


Creo que hace muchos años que un equipo no merecía tanto ganar el trofeo Lombardi como estos maravillosos Seahawks.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl