Carros de fuego

Un blog sobre atletismo y todo lo que lo rodea: historia, competición, actualidad, debate... Todo lo que te interesa del atletismo y que no podrás encontrar en ningún otro sitio.

Autor: Ángel Cruz

Desde Boston a Atlanta: historias de dos atentados

No estuve en Boston cuando el atentado terrorista contra la maratón más antigua del mundo, salvo la olímpica. Vi las imágenes de televisión, me empapé de toda la información disponible y me horroricé, como es normal.

He estado presente en otros atentados (viajo cuando puedo a países, digamos, conflictivos) y he visto muchas cosas abominables. Pero me acuerdo ahora del atentado de Atlanta, en los Juegos Olímpicos de 1996, con dos muertos y muchos heridos.

Fue de madrugada, en un lugar llamado Parque Olímpico, por el que mis compañeros del Diario AS y yo mismo pasábamos casi todos los días. Nosotros estábamos ya durmiendo en nuestro hotel, situado a varios kilómetros de distancia, cuando la bomba estalló, a las tantas de la noche, pero había miles de personas por allí.

Me llamó mi mujer desde Madrid, que había enterado haciendo la compra por aquello de la diferencia horaria, conecté la televisión (CNN) y todos nos pusimos en marcha bastante antes de lo previsto. Tardamos mucho en llegar al Centro de Prensa, porque había calles cortadas. Fuimos de los últimos en poder entrar, porque pocos minutos después lo precintaron. Había fuerzas de seguridad por todas partes.

Se bloquearon sistemáticamente todos los teléfonos móviles, de forma que estábamos incomunicados por completo. Mi redactor jefe de entonces, Vicente Carreño, pretendía hablar con nosotros y, lógicamente, no podía hacerlo. Se puso en contacto con mi mujer, que había trabajado en AS, pero ella tampoco podía hablar conmigo, como es natural.

Por fin se levantó esa especie de cortina de hierro que había caído sobre nosotros y que nos impedía trabajar, porque no podíamos ni siquiera salir del Centro de Prensa, absolutamente clausurado y vigilado.

Luego yo acudí a una rueda de prensa del FBI absolutamente absurda. En Estados Unidos no te puedes negar a este tipo de comparecencias, pero los agentes que estaban por allí, de alto rango, se limitaron, en conjunto, a decir “no sabemos quién ha sido” o “no podemos facilitar determinada información”.

Luego detuvieron a uno que pasaba por allí y que resulta que era inocente. Y mucho tiempo después detuvieron al verdadero autor: resulta que también se dedicaba a poner bombas en clínicas abortistas. Tiraron del hilo y llegaron al ovillo.

Bueno, pues otro loco colocó en abril del año pasado una bomba en una carrera de maratón. Ahora se enfrenta a una pena de muerte que se supone que no va a ser efectiva, pero va a pasar, posiblemente, el resto de su vida en la cárcel.

Y ahora viene Sochi, con amenazas terroristas espero que ni siquiera lleguen a plasmarse.