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Imágenes y frases de las finales de conferencia

Mariano Tovar

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Broncos y Seahawks se verán las caras en Meadowlands en la temporada más previsible que se recuerda en la NFL. La mayor parte de analistas y aficionados pensaban en septiembre que estos dos equipos serían los que disputarían el gran partido, en las finales de conferencia también se produjeron los enfrentamientos previstos, y para confirmar que los tópicos se han adueñado de la competición, en la Super Bowl se verán las caras el mejor ataque y la mejor defensa de la temporada regular.

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Sí. Esta vez es verdad. La frase tan manida de que en la Super Bowl se enfrenta el mejor ataque contra la mejor defensa, que tanto parece molestar a algunos y que se repite año tras año, sea verdad o mentira, esta vez sí que la podemos repetir con razón y argumentos. Que además, el de Denver no solo ha sido el mejor ataque del año, sino también el de toda la historia. Y la defensa de Seattle podrá ser considerada entre las más grandes de todos los tiempos, que sin duda es la piedra angular del equipo. Pero independientemente de que la frase sea verdad o mentira un año u otro, siempre ha sido un buen modo de situar en el partido a la gente que solo ve NFL el día de la final. Que nadie pretende dar lecciones ni enseñar nada a los que ya son catedráticos en este deporte, sino a los que dan sus primeros pasos.

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Como os contaba ayer, en Invesco Field no hubo partido. El guión previsto obligaba a los Patriots a imponer su ataque terrestre, con Blount en racha, Ridley recuperado de sus fumbles de mitad de temporada, y Vereen convertido en factor imprevisible. Solo el último tuvo algo de éxito, y entre todos solo sumaron 57 tristes yardas. Sin carrera no hubo control del reloj, que acabó en manos de Manning. Los Broncos tuvieron el balón 35:44 minutos. Los Patriots solo 24:16.

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Aunque si repasamos le play by play, Belichick apeló a la ortodoxia más pura: pase en el primer down para intentar iniciar otra serie, carrera en segundo para acercar el balón, y otra vez pase en tercer down. Después de fracasar en tres series, y de ponerse diez puntos por debajo, empezaron los experimentos que casi nunca funcionaron.

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La línea defensiva de los Broncos tuvo una actuación sensacional. Sobre todo Danny Trevathan, que terminó el partido con ocho placajes y se convirtió en una pesadilla para el interior de la línea ofensiva de los Broncos. Las carreras morían antes de empezar y Brady jugó muy presionado, a pesar de que solo sufrió dos sacks, que pudieron ser muchos más. La línea de los Pats, una de las claves en la victoria de una semana antes contra los Colts, se vio superada una y otra vez.

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Tom Brady jugó un mal partido. Lanzaba sin precisión y volvió a ser evidente que no tiene química con un grupo de receptores insuficiente. Sus 277 yardas de pase son una cifra engañosa, hinchada en los últimos minutos desesperados, cuando los Broncos ya defendían en prevent. Desde el primer momento se le vio resignado y sin fe. Los Patriots tenían en contra todos los intangibles, el clima beneficiaba a sus rivales y parecieron algo conformistas. El lenguaje gestual de los de Boston siempre es muy gráfico. Enseguida se ve si están enchufados, resignados, encorajinados… Yo creo que Brady llegó a Boston sin esperanza y que Belichick, que se desgañitaba en la banda tras la lesión de Talib para intentar reajustar como fuera, se rindió cuando los Broncos anotaron en el primer drive del tercer cuarto. Las cámaras enfocaron una conversación entre él y Matt Patricia, su coordinador defensivo, en el que ambos negaban con la cabeza como diciendo que se habían quedado sin soluciones.

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La defensa de los Patriots amenazaba ruina desde el primer momento, pero se mantuvo en pie como pudo hasta la lesión de Talib. A partir de ese instante, su secundaria se volvió un juguete en manos de Manning. Dennard no podía con Demaryus Thomas y Logan Ryan recibía un castigo intenso por parte de Manning, que encontró en él un chollo. Los locales anotaron en seis de las ocho series de las que dispusieron. Solo fallaron en la primera del partido y en la última, cuando les bastaba con arrodillarse.

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Moreno terminó el partido lesionado por un golpe en el pecho, pero entre él y Ball corrieron con éxito cuando Manning recurrió a ellos. Entre ambos sumaron 102 yardas de carrera. El quarterback de los Broncos siempre tuvo como prioridad consumir mucho reloj en cada serie, consciente de que si necesitaba acelerar no iba a tener problemas para cruzarse el campo. Dos drives de más de siete minutos y otro de 5.23 son buena muestra de ello. Y casi siempre en no huddle.

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En un partido a la desesperada Belichick quizá fue demasiado conservador en alguna decisión. En la primera jugada del segundo cuarto, cuando perdía 3-0, prefirió despejar con un punt en vez de intentar un field goal de 57 yardas. Vale, era larguísimo, pero la pierna de Gostkowski, casi infalible este año en patadas de más de 50 yardas, y la altura de Denver, eran factores muy a su favor y cada punto valía oro.

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Los dos touchdowns de los Patriots en sus últimas posesiones ni siquiera le dieron emoción al partido. Los Broncos les dejaban hacer, más preocupados de obligarles a consumir reloj que de una posible anotación. Una vez fallada la conversión de dos, con un intento de carrera interior de Vereen complicado de entender, ni siquiera el onside kick fue ejecutado con fe.

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El duelo entre Seahawks y 49ers fue intenso, vibrante y emocionante desde el primero hasta el último segundo, y muchos vivimos el último cuarto entero de pie, incapaces de sentarnos por los nervios, pero no fue un partido grandioso. Aunque comparado con lo que hemos visto este año en playoffs, seguramente sea el choque que más se recuerde en el futuro. Los dos ataques fueron muy inferiores a las defensas, vivieron de grandes jugadas, y su pobre rendimiento no se debió únicamente a la presión defensiva. Desde el arranque, cuando Wilson sufrió un fumble y los Niners recuperaron el balón, ambas ofensivas fueron a remolque.

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Sherman se convirtió en el gran protagonista del partido. No solo por arrebatarle el balón de la victoria de los 49ers a Crabtree, sino también por su reacción desproporcionada desde entonces. La reportera que le entrevistaba tras el final del partido le miraba con ojos como platos y parecía a punto de gritar que alguien fuera a buscar un cura para iniciar un exorcismo. Sherman se volvió a pasar de frenada y, lo que es peor, lleva desde entonces intentando justificar su reacción y culpar a Crabtree. Si queréis saber mejor lo sucedido, en los comentarios de la crónica del partido lo habéis explicado muy bien.


Lupati se rompió el tobillo en la primera mitad y Bowman sufrió una rotura tremenda de ligamentos de la rodilla cuyas imágenes nos dejaron a todos sobrecogidos. Me sorprende que nadie haya destacado si la lesión del jugador tuvo una influencia directa en lo sucedido desde entonces. No me refiero al rendimiento de la defensa, sino al estado anímico de sus compañeros. Creo que en la banda de San Francisco se quedaron helados y conmocionados, y que les costó volver a entrar en el ritmo del duelo. Esa rodilla pudo tener más influencia en el resultado de lo que se está diciendo. Curiosamente, Bowman había recuperado un fumble de Kearse en su propia yarda uno que los árbitros no dieron como bueno. La decisión no pudo corregirse porque no era una jugada revisable, aunque una extraña justicia divina provocó un segundo fumble en la jugada siguiente, y que el balón terminara en manos de los mineros. No fue el único suceso sobrecogedor en un partido con una intensidad casi salvaje. Kearse sufrió un golpe tremendo que fue penalizado en un intento de recepción, lo curioso es que hasta hace muy poco esa acción no hubiera sido falta y se hubiera incluido en el resumen de los mejores golpes del año.


Kaepernick jugó bien los tres primeros cuartos. Pero bien como lo hace Kaepernick, o como lo hacía Vick en su momento. No pretendo convencer a nadie de sus limitaciones. Como ya he repetido, cada buena actuación llenará de argumentos a sus seguidores y cada fracaso alimentará las opiniones de sus críticos, como sucedía con Vick. En la primera mitad consiguió 98 yardas de carrera y lanzó solo cinco pases, de los que completó tres. Esta vez no hubo casi improvisación. La mayoría de sus carreras eran jugadas diseñadas. El plan funcionó. Mientras jugó como le gusta su equipo dominó el marcador.


Lo que me sigo preguntando es si Colin es de verdad el quarterback que necesitan los 49ers. Él sabe correr y pasar en largo. Los Niners tienen un corredor estelar como Gore y les falta un receptor número uno especialista en big plays, porque Crabtree es más un receptor de posesión. Por tanto, si corre Colin no lo hace Gore. Y si él no pasa en corto, no lo hace nadie. Lo que quiero decir es que ante los Seahawks quizá hubieran tenido más éxito con un quarterback capaz de mover el balón en corto con lecturas rápidas y de abrir defensas para favorecer el factor Gore. Es cierto que lo que estoy diciendo parece ventajista después de lo sucedido en el último cuarto, pero es exactamente lo mismo que llevo diciendo desde que empezó la temporada. Y me consta que entre los aficionados de los Niners cada vez hay más escépticos. Le queda un año de contrato y ha llegado el momento de negociar una renovación, pero quizá sea buena idea esperar doce meses, y entonces decidir si merece ser bañado en oro o hay que buscar otras soluciones. Una renovación precipitada para un jugador que va a exigir un contrato de estrella puede llevar a los Niners al mismo callejón sin salida que ya sufrieron los Falcons con Vick, y del que han tardado en salir una década.


Kaepernick ha asumido en las entrevistas posteriores al partido que en el último cuarto fue un lastre para su equipo. Primero sufrió un fumble, que llegó desde el lado ciego, pero es raro que el jugador no sufra pérdidas más habitualmente. Por su forma de correr, casi de velocista, sus rivales simplemente no logran alcanzarle, pero él siempre lleva el balón agarrado con la mano, sin protegerlo. Sí, el fumble llegó con un golpe al armar el brazo, pero si va a segur jugando de la misma forma que hasta ahora, deberán enseñarle a mimar más la pelota.


En la intercepción de Chancellor volvieron a aparecer los problemas de lectura del jugador. Se cebó en Boldin sin preocuparse de buscar una segunda opción. El secreto de un buen quarterback es mantener la cabeza fría, y Colin simplemente se conformó sin pensar, y sin buscar por ejemplo a Vernon Davis, que quizá hubiera sido una opción de pase más sencilla si hubiera sabido leer el campo.


Sin embargo, es sorprendente ver que ese mismo jugador, pocos minutos antes, había conectado con Boldin en un pase de touchdown maravilloso. Definitivamente, a Colin le van los pases largos verticales, cuando no hay nada que interpretar y la batalla es de uno contra uno. Y tenéis razón, todos los puntos anteriores me los habría ahorrado si hubiera conseguido completar el último pase a Crabtree.


Pero aquí tenemos para todos. Wilson no paró de moverse. ¡Qué pesado! Es verdad que su línea fue atropellada por el front seven de los Niners, que literalmente la derrumbó, y que él tuvo que luchar por su vida, pero este quarterback cada vez es más esclavo de sus vicios, y necesita salir en roll out para sentirse a gusto. O alguien le enseña a plantarse en el pocket, y leer desde dentro con paciencia, o terminará sucediéndole lo mismo que el domingo, cuando en la segunda parte la defensa rival le cerró los escapes exteriores y él se descentró y acabó como un flan. es tan bueno que sabe salir de casi todas, pero no es tan buena idea vivir siempre así de peligrosamente.


Otra jugada para el recuerdo fue el cuarto down que Wilson culminó con pase de touchdown de 35 yardas para Kearse. Puede parecer una genialidad, pero a mí me pareció una chapuza. Los tres receptores que salieron desde el lado derecho hicieron exactamente la misma ruta vertical, sin un mísero aclarado. Fue, literalmente, un hail mary jugado al inicio del último cuarto y a lo bestia. Que fuera un free play por una salida falsa de la defensa no cambia nada. Aunque cuando los dos ataques están funcionando a base de papel de lija grueso, no se pueden pedir exquisiteces.


De hecho, creo que las auténticas exquisiteces ofensivas las puso Marshaw Lynch, que en el prodigioso primer drive de su equipo en la segunda mitad cambió el curso del partido completamente. Sumó 56 yardas en tres carreras y en la última, de 40, se puso definitivamente en modo bestia. No solo empató el choque, sino que provocó la locura en las gradas, que se estaban apagando con la sensación de que los visitantes tenían el partido donde querían. El público desde entonces no paró de aullar, aunque alcanzó su paroxismo con el touchdown que os he contado en el párrafo anterior. Los últimos minutos fueron un infierno para los Niners, impresionados por la lesión de Bowman y por el griterío ensordecedor. Un final de locura para un partido loco, loco, loco.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl