La no previa de la final de conferencia Nacional 2014: Seahawks-49ers
Después de un Patriots-Broncos que suena a epílogo de una larga rivalidad entre dos jugadores míticos, llega un Seahawks-49ers que amenaza con convertirse en el gran antagonismo de los próximos años. Pero si en la antigua competencia lo que todos esperábamos eran pinceladas de genialidad, en la que está naciendo nos remontamos a los años más violentos de la Primera Guerra Mundial, donde las trincheras eran la única forma de vida y una yarda costaba la sangre de muchos héroes anónimos. El paradigma del bloque sobre la individualidad.
Los viejos aficionados, los ‘puretas’ del football americano, dicen que el auténtico aroma de este deporte, donde se aprecia de verdad su ‘bouquet’, es en los partidos dominados por las defensas. Y si además le añades una pizca de clima extremo y un emparrillado embarrado, el duelo pasa a formar parte de una añada mítica. El domingo no está previsto que el clima llegue a esos extremos, pero el CenturyLink es la barrica ideal para que todos los aficionados terminemos cantando el ‘clavelitos’ mientras hacemos eses por el pasillo, tras apurar botella tras botella de un néctar defensivo propio de dioses.
Yo aún no tengo muy claro si un choque de trenes entre Seahawks y 49ers es un regreso al pasado, el paradigma del presente o un anticipo del futuro. Quizá ambas defensas puedan estar a la altura de las mejores de otra época, pero su forma de jugar, su velocidad, sus complejidades tácticas, son un claro reflejo de la sofisticada NFL actual. Su ataque, en el que la figura del quarterback adopta un papel casi secundario, quizá sea un anticipo de lo que nos espera en un futuro no muy lejano, en el que los grandes pistoleros que han dominado la tierra en los años 90', y en la primera década del siglo XXI, pasarán a ser una especie extinguida.
En la semana 14 se volvieron las tornas. Los quarterbacks, una vez más, tuvieron un papel más secundario. Los dos terminaron con un touchdown y una intercepción, y por debajo de las 200 yardas. Esta vez, Lynch no consiguió entrar en resonancia y Gore, que tuvo una actuación discreta durante toda la jornada, terminó rompiendo el partido con una carrera de 51 yardas que dio la puntilla a sus rivales. Probablemente, la clave de ese partido, trabado y bastante confuso en algunos momentos, estuvo en que Wilson intentara más pases que carreras Marshawn Lynch. Y no porque él no sea capaz de ganar partidos, algo que ya ha demostrado de sobra, sino porque el camino más corto para saltar la banca de los Niners es la línea recta. Es decir, martillear su front seven hasta desarbolarlo, o morir en el intento.
Como os digo, los ‘puretas’ esperan con ansia la batalla que se avecina, que el partido tiene toda la pinta de convertirse en un plato exquisito para ellos, aunque complicado de digerir para la mayoría de aficionados. Me remito a los antecedentes. Mientras el choque que ganaron los Seahawks en la semana 2 fue bastante entretenido, el ganado por los 49ers precisó de bicarbonato salvo por el segundo cuarto. Vale, muy intenso, tácticamente genial, emocionante por el resultado y lleno de tensión para los seguidores de ambos equipos, pero quizá algo denso para la mayoría restante.
Wilson ante los Saints tuvo una primera mitad casi perfecta. Completó siete pases de los nueve que intentó, condujo cuatro drives anotadores y solo fue frenado en uno que comenzó en su propia yarda 7. En la segunda mitad, con el partido controlado, vimos su lado más gris. Solo completó dos de nueve lanzamientos, acumuló cinco drives seguidos sin éxito, tres de ellos para tres y fuera. Eso sí, en el sexto y último, el importante, encontró a Baldwin en uno de los momentos decisivos del choque. La conclusión para todos, fue que hizo un mal partido. Un Wilson desconocido en unos Seahawks que parecen inmersos en un pequeño bache de juego. ¿De verdad jugó tan mal?
Kaepernick contra los Panthers completó en la primera mitad once de los veinticuatro pases que lanzó. Veinticuatro. Los Niners solo intentaron correr en nueve ocasiones hasta el descanso. Evidentemente, Harbaugh planificó el partido para ganarlo con su quarterback. En la segunda mitad regresó a su sistema habitual. Los de San Francisco corrieron veinticinco veces y Kaepernick solo lanzó cuatro pases. Eso sí, completando los cuatro. En esos dos cuartos también corrió en siete ocasiones para solo trece yardas, y un touchdown. La conclusión para todos, fue que hizo un partido extraordinario. Una vez más, el Kaep convertido en superhéroe en postemporada. ¿De verdad jugó tan bien?
Por eso os decía que espero que ambos quarterbacks sean capaces de romper la posible monotonía defensiva con sus ramalazos de genio. O que Gore y Lynch se reten a un duelo para ver quién derriba antes el muro contrario. Porque como la secundaria de los Seahawks teja su tela de araña, y su front seven pare en seco a backfield rival como lo hizo en su primer encuentro de este año, o como la defensa de los Niners juegue al nivel sensacional de hace una semana en Carolina, lo mismo tenemos que armarnos de paciencia, buscar una buena almohada para la cabeza, y esperar a que después de cuatro o cinco prórrogas alguno sea capaz de meter un field goal, o un safety.
Que el ‘bouquet’ de los grandes duelos defensivos será lo mejor del football americano, pero a la mayoría nos cuesta digerirlo si se alarga durante tres horas de continuos tres y fuera. Aunque siempre cabe la posibilidad de que entre Harbaugh y Carroll monten un sarao en la banda que nos mantenga entretenidos. Yo prefiero, y espero, que entre Wilson y Kaepernick estropeen el festín de los ‘puretas’ y monten un festival apto para todos los públicos. Veremos.
Creo que a día de hoy ambas defensas son cajas fuertes blindadas. La semana pasada se hablaba de las bajas en la secundaria de Seattle, pero ante un equipo pasador como los Saints no se notaron. Por tanto, en ese lado del balón el equilibrio es absoluto. Elegir entre Gore o Lynch es otra decisión difícil. Cualquiera de los dos puede convertirse en la clave del partido. En la posición de quarterback, como imaginaréis, me gusta más Wilson que Colin, pero independientemente de mis filias y fobias, cualquiera de los dos puede romper el choque con un detalle de genio. Quizá el desequilibrio llegue con la línea ofensiva de San Francisco, y sobre todo por sus receptores. Los médicos no han estado por la labor de darle el visto bueno a Percy Harvin, y sin embargo, Crabtree, Boldin y Vernon Davis quizá disfruten de su momento más dulce de la temporada.
El público de Seattle puede ser el factor que desequilibre el choque, pero la derrota en casa ante Arizona, que una semana después no fue rival para los Niners, provocó que corriera por los mentideros el rumor de una cuesta abajo en el rendimiento de los de Carroll, en el mismo momento en que los de Harbaugh se subían a la ola buena. Creo que ahí está la clave del partido. A los Niners últimamente parece salirles todo bien, mientras que a los Seahawks cada punto les cuesta un esfuerzo titánico.
Ansiedad defensiva en Seattle. Que como dicen los mismos ‘puretas’, los ataques ganan partidos y las defensas campeonatos. Así que, si hay que creer el axioma, quien se ponga el mundo por montera en el CenturyLink tendrá el Lombardi en la buchaca. ¿O no?
Y por si a alguien le ha sabido a poco esta no previa, aquí os dejo una hecha en Taiwan. ¡ÉPICA!
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl