Carolina Panthers 10 – San Francisco 49ers 23
Los Panthers empezaron el partido sobreexcitados, agresivos, intentando amedrentar a unos Niners que a estas alturas ya no se dejan asustar por nada. Pero en los momentos importantes, cuando de verdad hay que dar el do de pecho, en esos instantes en los que se deciden los partidos, fueron los de San Francisco los que amedrentaron y detuvieron en seco a unos Panthers que pagaron la novatada.
Ese arranque explosivo de Carolina quedó en nada por culpa de las penalizaciones defensivas y una intercepción a Newton. Los Niners se ponían 0-6 gracias a dos field goals y por el camino se llevaban por delante gran parte de la fiereza de la pantera. Solo Steve Smith canalizaba con sentido la euforia inicial, se convertía en seguro de vida para Newton, e intentaba devolver a cordura a sus alterados compañeros. Gracias a él, y a un Newton empeñado en correr, los Panthers recuperaban la iniciativa y se plantaban en la yarda uno rival, para atascarse en ella hasta perder la posesión. Por suerte para ellos, los Niners no pudieron lanzar a rodar su ataque desde una posición tan comprometida, y despejaron para encajar un touchdown de inmediato, gracias a una conexión Newton-Smith que puso por delante a los locales (7-6).
El ataque de San Francisco no conseguía rodar. Empeñados en el pase, chocaban contra la defensa de Carolina, que aún mantenía la iniciativa. Todavía sobreexcitada, pero al menos eficiente. El ataque local vivió entonces sus mejores momentos, y se atravesó el campo en un drive majestuoso que se comió nueve minutos, pero que volvió a atascarse en la orilla, a una yarda de la zona de anotación rival y que terminó con el pobre premio de un field goal (10-6). Los Panthers empezaban a desesperarse.
Jugando su mejor football, moviendo cadenas con eficacia, se estrellaban con la defensa de los Niners, que sacaba lo mejor de si misma cuando era más importante, entraba solo en las trifulcas cuando podía sacar ventaja y comenzaba a sacar de sus casillas a Cam Newton y compañía.
Entonces fue cuando apareció Kaepernick en su versión más eficaz. Imponente, seguro, estableciendo una conexión letal con Anquan Boldin, ganador del anillo el año pasado con los Ravens y maestro de maestros en los partidos importantes. El quarterback conectó con el receptor en ocho ocasiones (136 yardas) durante el partido. Todas ellas decisivas. Y desde que comenzó esa serie, la última antes del descanso, y la primera después de la anotación final de Carolina, en el campo solo hubo un equipo, los 49ers, que a base de veteranía y eficacia terminaron por domar a unos ingenuos Panthers.
Lo sucedido a partir de ese instante fue casi monótono. Una jornada más en la oficina. Los Niners anotaban un touchdown que les ponía por delante en el último segundo antes del descanso (10-13), Kaepernick daba la puntilla con un touchdown de carrera en la primera serie de su equipo en la segunda parte (10-20) y la defensa minera colapsaba el ataque rival con cinco placajes a Newton y otra intercepción, cuando los Panthers disparaban su última bala después de que Dawson anotara el field goal que ya casi había sentenciado el encuentro (10-23).
La batalla campal esperada, en un duelo de grandes defensas, quedó descafeinada. No fue un problema de calidad, sino de veteranía. Los Panthers primero quisieron amedrentar a sus rivales, y después se descompusieron, entre penalizaciones y errores graves. Su defensa estuvo desconocida durante toda la segunda mitad. Parecía que los entrenadores habían perdido su autoridad y cada jugador hacía la guerra por su cuenta. El ataque, que recorría el campo abierto con soltura, se colapsaba una y otra vez cuando se acercaba a la zona de anotación. Los Panthers, imberbes, necesitan más batallas a vida o muerte para saber como hay que hacer para ganarlas.
Por el contrario, la defensa de los Niners siempre estuvo en su sitio. El ataque, que en un principio se olvidó de correr con Gore, terminó por jugar a placer con un Kaepernick impresionante, acertado en todas sus decisiones, y un Boldin que siempre estuvo allí para ofrecerse, una línea ofensiva convertida en muro, y la habilidad de hacer en cada momento exactamente lo que más les beneficiaba. Algo tan sencillo como eso, y tan difícil de conseguir, fue el secreto de unos 49ers tan serios que provocan miedo. Ya no queda ninguna duda de que tienen clarísimo cual es el camino para conquistar en anillo que se les escapó el año pasado en el último instante.
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