Seattle Seahawks 23 – New Orleans Saints 15
En el encuentro de temporada regular, los Saints perdieron el partido contra los Seahawks en el primer cuarto, cuando, entre sus errores y los aciertos del rival, lo terminaron 17-0 abajo. En el partido que inauguraba la ronda divisional intentaron evitar que la historia se repitiera, pero no lo consiguieron. Esta vez, un punt desastroso, un field goal fallado, y un balón perdido por Ingram fueron aprovechados por Seattle para dejar el marcador 13-0. A partir de ese momento el choque fue simplemente un quiero y no puedo de los Saints.
Los de Nueva Orleans lo tenían claro. Necesitaban dormir el encuentro para conseguir entrar en él. Y la mejor manera de conseguirlo era lanzarse a correr. Y así, con una filosofía radicalmente contraria a su esencia, intentaron sorprender desde el primer momento a la defensa de los Seahawks. En la primera serie no lo consiguieron. Tres y fuera y a despejar. Pero la intensa lluvia que caía sobre el CenturyLink convirtió las manos de Morstead, el punter de los Saints, en mantequilla. Se le resbaló el balón y la pelota terminó en poder de sus rivales a 40 yardas de la zona de anotación. Primer error decisivo de los visitantes. La defensa se resistió con uñas y dientes, pero no pudo evitar un field goal de los locales (3-0).
Los Saints no se preocuparon y siguieron con el plan inicial e insistiendo con la carrera. Con muy poquitos pases de Brees consiguieron atravesar el campo con cierta facilidad, frente a una defensa que no parecía digerir muy bien tanto empeño terrestre. Pero tanto esfuerzo acabó en nada y Graham falló el field goal del empate. Segundo error de Nueva Orleans. En el siguiente drive, Lynch y Wilson empiezan a hace de las suyas. El corredor en modo trolebús, como en sus días buenos, y Wilson encontrando soluciones para cualquier rompecabezas. Sin embargo, la defensa de los Saints se vuelve a agarrar al terreno y consigue limitar los daños a un field goal (6-0).
Empieza el segundo cuarto y los Saints creen que han conseguido evitar que se repita la sangría que les dejó sin opciones en el choque de temporada regular. Están a menos de un touchdown de diferencia, con posesión, y su plan de ataque terrestre no les ha dado puntos, pero sí ha movido las cadenas. Por tanto, insisten con la idea y entonces llega el tercer error. El gordo de verdad. El que ante un rival como los Seahawks puede decidir un partido y convertir una cuesta aparentemente pequeña en una montaña inaccesible. Mark Ingram, que estaba jugando un gran partido hasta ese momento, perdió un balón en su propia yarda 24 y los de Seattle aprovecharon el regalo para irse 13-0 en el marcador gracias a un touchdown de Lynch, que ya estaba protagonizando un festival.
Ahí fue donde todo el guión de los Saints se vino abajo y comenzó a repetirse su pesadilla. En la siguiente serie ofensiva Drew Brees recupera protagonismo, intenta ser más agresivo con el pase, y se encuentra con una tela de araña de los Seahawks que desde ese momento, y hasta los minutos finales, simple y llanamente colapsó el ataque visitante, uno de los más explosivos y teóricamente imparables de toda la NFL. Los de Seattle incluso tuvieron tiempo de anotar otro field goal antes del descanso (16-0), irse con una ventaja cómoda en el marcador, y disputar sus mejores minutos ofensivos, con Lynch imparable, percutiendo sin descanso, y Wilson jugando muy a gusto.
La segunda mitad fue una lenta agonía. La defensa de los Saints podía frenar una y otra vez a los Seahawks, más preocupados de consumir el reloj que de arriesgar anotando más puntos que no necesitaban. La intensa lluvia convertía cada intento de pase en una ruleta rusa. Sin embargo, Brees cargaba con todo el protagonismo y su equipo abandonaba la carrera, pero parecía incapaz de sacar partido de esa agresividad. Recién iniciado el último cuarto, Robinson, tras un drive agónico, lograba anotar un touchdown con conversión de dos que devolvía la esperanza a los Saints (16-8), pero la sensación era que difícilmente conseguirían repetir la hazaña.
El reloj corría imparable, el ataque de los Seahawks seguía de vacaciones, sin inmutarse, sabiendo que para ellos ocho puntos de diferencia es suficiente para estar tranquilos. Por el camino los Saints fallaban otro field goal, y los locales sentenciaban con un pase de Wilson a Baldwin a la yugular rival, y una carrera majestuosa de Marshawn Lynch, que recorrió 31 yardas y dejó el duelo decidido (23-8)
Quedaban dos minutos y cuarenta segundos. Los Saints tiraron de orgullo y corazón para intentar un milagro imposible. Colston anotó un touchdown a falta de 26 segundos para dejar en el marcador el 23-15 definitivo. En un golpe de efecto final, incluso consiguieron recuperar el balón en la patada de despeje posterior para provocar taquicardias a los aficionados, pero con 24 segundos, y sin tiempos muertos, 59 yardas eran una distancia inalcanzable.
Una vez más, los Saints tenían el partido perdido antes de darse cuenta. Una vez más, la defensa de los Seahawks se reivindicó como la más poderosa de toda la NFL. Una vez más, Lynch se llevó por delante a la defensa rival en una actuación avasalladora… Y por supuesto, una vez más, el CenturyField se convirtió en un fortín infranqueable donde el jugador número doce puede marcar la diferencia.
Los favoritos Seahawks siguen adelante. ¿Será alguien capaz de pararles?
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl