Las previas divisionales 2014: Broncos-Chargers
Después del análisis táctico escrito por Rubén, y de lo aportado en los comentarios, poco me queda por decir de un nuevo viaje a playoffs de Peyton Manning, quizá el jugador más admirado en todo el siglo XXI, pero al que parece perseguir una maldición en enero. En toda su carrera ha llegado a postemporada en doce ocasiones. En ocho de ellas ¡ocho!, su equipo perdió en el primer partido (5 como local y 3 como visitante). De los 20 choques disputados ha superado el rating de 100 solo en cinco ocasiones, e incluso en tres enfrentamientos fue inferior a 40. Definitivamente, y sea por lo que sea, Peyton en postemporada no es tanto Peyton.
No es sencillo encontrar argumentos para explicar una diferencia en rendimiento que se puede discutir, pero no mucho. Podríamos pensar que la culpa es del frío, pero sus derrotas llegaron en el dome de Indianápolis, Miami o San Diego. Solo cuatro de ellas se produjeron bajo un clima más frío: Jets, Boston (2 veces) y Denver el año pasado. Por tanto no se le puede echar toda la culpa al General Invierno, porque bajo su manto también ha tenido actuaciones memorables. También podemos pensar que, simplemente, su equipo era competitivo en temporada regular pero no tanto en playoffs, aunque tantas derrotas como local hacen pensar lo contrario. Peyton parece un jugador impasible, que tampoco transmite muchas emociones con sus gestos, pero un repaso a los resúmenes de esos partidos os refrescaría el recuerdo de un Peyton muchas veces desencajado, nervioso, preocupado, y con un ansia por resolver el partido cuanto antes poco habitual en él. Sin paciencia en un “aquí estoy yo” más propio de su hermano en ‘modo lelo’ que de la frialdad de Peyton.
Y si tuviéramos que buscar una bestia negra de Peyton en postemporada, no serían los Patriots de Brady, con los que tiene un récord 1-2, sino los Chargers de Rivers. Las dos veces que se ha enfrentado a los de San Diego ha salido escaldado. Aún recuerdo a Rivers saliendo del campo lesionado en 2008, encarándose con el público de Indianápolis en quizá el mejor partido de toda su carrera. Si tenéis la oportunidad de verlo, hacedlo. Esa fue la tarde en que la afición de los Chargers se enamoró definitiva y perdidamente de su quarterback, y el resto de la NFL descubrió que en California habitaba una bestia llamada a hacer cosas muy grandes. Lamentablemente, Norv Turner hizo durante años todo lo posible para evitarlo. Sin buscar antecedentes tan lejanos, este año Broncos y Chargers se han enfrentado en dos ocasiones. Una victoria para cada uno… y siempre para el visitante. Si eres supersticioso y quieres que gane Denver, compra urgentemente una pata de conejo, porque los astros vienen con las pilas cargadas.
Como os digo, es complicado añadir algo nuevo a lo contado por Rubén. Y también es complicado encontrar una manera de frenar el ataque de los Broncos, un equipo que ha superado los 40 puntos en seis ocasiones, que nunca ha anotado menos de 20, que ha destrozado todos los récords ofensivos en una temporada y que, por encima de todo lo demás, contará el domingo con todas sus estrellas.
Peyton lanzando, Demaryus Thomas, Eric Decker, Wes Welker y Julius Thomas recibiendo, Moreno y Montee Ball en el backfield y la línea, impoluta, cuidando de que el concierto se desarrolle bajo los parámetros previstos y nadie se desmadre. Dicho lo anterior, no veo la manera de frenar el tsunami que pueden poner en marcha estos tipos cuando se lancen a cabalgar.
Las tres derrotas de los Broncos esta temporada tienen algún ‘pero’. Ante los Colts la línea ofensiva tuvo la peor actuación del año y Peyton se llevó una paliza. Ante los Chargers la defensa contra la carrera fue un desastre y perdieron la batalla del reloj. Ante los Patriots, Belichick se alió con el general invierno y cerró todas las rutas cortas a Peyton con una pegajosa defensa hombre a hombre, y pese a todo necesitó una prórroga con el viento a favor. Me parece imposible que se repita alguna de esas circunstancias para que el mítico quarterback pueda volver a fracasar en enero.
El manual dice que hay que enfrentarse al ataque de los Broncos presionando solo con la línea, cerrando todas las líneas de pase a rutas cortas, y cediendo a Manning solo la larga distancia. Eso está fenomenal, pero Peyton, por muy poco brazo que le pueda quedar, todavía es capaz de lanzar un pase de treinta yardas, arrancarle las alas a una mosca que pase por allí, y conseguir que el balón se deposite con precisión milimétrica en los brazos maternales del receptor de turno. Y si algo es seguro, es que ese potencial pase largo acabará en touchdown sí o sí, que otra de las virtudes de los receptores de los Broncos es que consiguen ganar muchísimas yardas después de la recepción. Y ya que estamos, esa capacidad también se la deben fundamentalmente a su quarterback, que lanza el balón al sitio correcto para que el WR controle el balón sin necesitar reducir su velocidad, modificar la ruta, o contornearse en posturas imposibles. Aquí no hay pases al bulto y que sea lo que Dios quiera. La sinfonía suena sin que nadie desafine.
Por tanto, la defensa de los Chargers tiene una difícil misión. Tendrá que intentar dejar a los Broncos en menos de 30 puntos, cosa que ya hizo en los dos enfrentamientos anteriores, y descentrar lo suficiente a Peyton para sacarle esa fatídica cara de playoffs que nunca augura nada bueno. Como ya lo han hecho dos veces, supongo que tendrán clara la manera de hacerlo en una ocasión más, pero con una línea sin pass rush, sabiendo que entrar en blitz contra Peyton es suicida porque suelta el balón en milésimas y con una secundaria que este año no ha parado a casi nadie, no se me ocurre la manera. Eric Weddle tendrá que demostrar a lo grande por qué es un jugador de Pro Bowl. Casi todo el año la defensa ha sido el lastre que ha impedido que San Diego terminara con un récord mucho mejor, y eso que se ha beneficiado de un ataque que siempre ha intentado mantenerla fuera del campo.
Así que, simplificando, no es muy exagerado decir que las dos mejores actuaciones de la defensa de los Chargers en toda la temporada han coincidido con los enfrentamientos con los Broncos. Como os decía en la introducción, parece que los astros quieren meter baza en este duelo.
Pienso que la clave del partido estará en el tobillo izquierdo de Ryan Mathews. El corredor titular de los Chargers se tuvo que retirar en el último cuarto en el partido de wild card. Y la lesión no es nueva, que la lleva arrastrando varias semanas. Sin él al ciento por ciento, apaga y vámonos.
El ataque de San Diego es completísimo. Estadísticamente, el cuarto de la NFL, y tiene muchísimas armas, pero la clave durante todo el año ha sido su capacidad para controlar el reloj. Eso se debe a dos razones. La primera es su potente ataque terrestre, con Mathews cargando con el peso a campo abierto, y Woodhead haciendo de chico para todo cuando se estrecha. Ambos han superado las cuatro yardas por intento de carrera y se han compenetrado a la perfección. La segunda razón es que Philip Rivers ha tenido una temporada magistral. Y por encima de cualquier otra estadística, ha completado el 69,5 de los pases que ha intentado. Una barbaridad. Nadie ha sido tan certero como él. Eso ha provocado que su equipo no solo haya controlado el reloj con la carrera, sino también con el pase, así que los de San Diego han terminado la temporada siendo el equipo con más jugadas por drive (6,85), más yardas por drive (40,13) y que más tiempo consumía por drive (3:22). En algún partido hemos presenciado asombrados cómo Rivers prácticamente se comía un cuarto completo en una serie ofensiva. También han sido el equipo con más drives anotadores y el segundo en puntos por drive por debajo de Denver. Ah, y el que menos tres y fuera ha sufrido.
Así que no tengo que explicaros lo que intentará hacer San Diego. Balancear mucho el juego y estirar cada posesión de balón como un chicle. Y para hacer algo así, tendrá que sacarle todo el jugo a un cuerpo de receptores que, inesperadamente, es uno de los más polifacéticos de toda la NFL, con Keenan Allen convertido en un número 1 excepcional y uno de los robos del draft más grandes de los últimos años, Antonio Gates renacido, Eddie Royal y Vincent Brown aprovechando sus oportunidades y Woodhead apareciendo como el conseguidor de primeros downs en los momentos imposibles.
Para evitar todo lo anterior, la defensa de los Broncos tendrás que contar con un problema gravísimo, la baja para lo que resta de temporada de Von Miller, a la que se suma que la presencia de Derek Wolfe sea cuestionable. Shaun Philips intentará multiplicarse para minimizar la baja de Miller. De hecho, la mayoría de sus mejores actuaciones esta temporada llegaron en el primer mes, cuando Miller estaba sancionado. Pero el front seven no tendrá una misión sencilla si Mathews está en plena forma. Uno de los secretos de los Chargers de 2013 ha sido su fabulosa línea ofensiva, otra de las sorpresas inesperadas de un equipo que no ha parado de darlas. Rivers es casi intocable y, sobre todo por el lado de Dunlap y Rinehart, abren auténticas autopistas al backfield. Así que Trevathan, Woodyard y Nate Irving tendrán una jornada de trabajo a destajo.
Para mí, el irregular rendimiento de la secundara de los Broncos ha sido una sorpresa todo el año. Por nombres y calidad debería haber sido mucho mejor. Creo que las urgencias de los rivales, obligados a arriesgar al máximo para aguantar el ritmo de Peyton Manning, han perjudicado sus números. Por eso no me sorprendería que en estos playoffs dieran un gran salto de calidad. Webster no ha tenido un mal debut, y otros jóvenes, como Malik Jackson y Chris Harris, han conseguido una renovación sin traumas. Solo faltaría que Champ Bailey volviera a ser quemado por segundo año consecutivo, para convertirse en el copiloto ideal para la maldición de Manning.
Todo lo anterior está muy bien. Que si el control del reloj, que si los drives perfectos de San Diego, y que si Mathews como factor decisivo, pero como Peyton juego al nivel de todo el año, sus receptores rindan como casi siempre, y los Broncos se pongan a anotar, no creo que ni Rivers ni nadie sean capaces de parar el ciclón, ni aunque detengan el tiempo y pinchen todos los balones del estadio.
Peyton siempre intenta convertir cada partido en un festival de puntos, y hará todo lo posible para abrir una diferencia de dos anotaciones. Hay pocos jugadores más listos que él, y es consciente de su problema en enero, así que no se arriesgará a convertir el último cuarto en un duelo apretado de alta tensión, porque justo es ahí donde menos a gusto se encuentra del mundo por estas fechas.
Creo que un equipo puede ser capaz de ganar una vez a estos Broncos en uno de esos días en que todo sale bien, pero me parece imposible que pueda repetirlo dos veces seguidas.
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