Las previas divisionales 2014: Seahawks-Saints
El 8 de enero de 2011, Los Saints, con un récord 11-5, viajaban a Seattle para enfrentarse a unos impostores Seahawks que se habían clasificado para postemporada con un récord 7-9. Más derrotas que victorias. Los de Nueva Orleans salieron escaldados, humillados, y desde entonces tienen una espina clavada que convierte el partido que inaugurará la ronda divisional en un vendetta en toda regla. Aquella fue la noche en la que, entre otras cosas, el football recuperó a Marshawn Lynch, un corredor que asombró sus dos primeras temporadas en Buffalo, y que desde entonces estaba desaparecido, ahogándose en sus propios conflictos personales.
Los Saints no volvieron a encontrarse con los Seahawks hasta esta temporada. Fue en la semana 13, y otra vez en Seattle. El resultado es suficientemente explícito: 34-7. Wilson, en quizá su mejor actuación de una temporada llena de partidos magníficos, completó el 73,3% de sus pases, 22 de 30, lanzó tres pases de touchdown y consiguió 47 yardas de carrera. Un Brees desbocado no paró de soltar el brazo (38 pases) para solo sumar 147 yardas en 23 completos. Como suele suceder en las noches fatídicas para la flor de lis, solo intentaron 17 carreras.
El sábado los Saints jugarán en el Century Link por tercera vez consecutiva. Una vez más, el público del estadio destrozará todos los récords de decibelios. Parece que la afición de Seattle se inspira rompiendo tímpanos de sureños. En la esquina noroeste del mundo no quieren bailarines de salón, ni frivolidades. Su grito de guerra es seriedad y eficacia. Con esos argumentos se han convertido en máximos favoritos para llevarse el próximo trofeo Lombardi.
El ataque de los Seahawks ha tenido un problema durante toda la temporada: le faltan receptores. En teoría, sus números 1 y 2 eran Sidney Rice y Percy Harvin. El primero se lesionó mediada la temporada. El segundo solo apareció en una jugada en la semana 11, contra sus Vikings, para conseguir 17 yardas y volver a desaparecer. Ahora aseguran que será el arma secreta del equipo este fin de semana. Dejadme que lo dude. Para empezar no está claro que termine jugando. Además, Wilson, a falta de receptores estelares, se ha acostumbrado a buscar objetivos sin importar el nombre. Porque si algo tiene claro el inteligente quarterback de los locales es que lo importante es lanzar completos y complicarse la vida lo menos posible. Y con su juego práctico está enamorando a la NFL.
Es curioso que el sábado se den cita dos quarterbacks que empezaron siendo cuestionados por bajitos (los dos superan el 1,80 a duras penas), pero que han sabido suplir esa carencia con talento. El de los Saints sin moverse del pocket, el de los Seahawks saliendo de él para tener mejor visión del campo. Aunque lo de salir del pocket también tiene que ver con la fragilidad de su línea ofensiva, que sin ser una de las peores de la NFL, quizá sí sea lo peor de este equipo. En bastantes ocasiones Wilson ha jugado muy presionado por falta de tiempo, pero es tan escurridizo que termina por sacar ventaja de la situación.
Pero la auténtica arma letal de los Seahawks es la carrera. Y ahí la línea sí que da el do de pecho. En más del 50% de los intentos consiguen más de 10 yardas. Lynch, pese a las críticas en los últimos partidos, ha vuelto a tener una temporada sensacional. No tan salvaje como la de 2012, pero sí lo suficiente para terminar atropellando a las líneas rivales. Curiosamente, ante los Saints tuvo una de sus peores actuaciones. 45 yardas en 16 intentos y un fumble. Y con todo, su equipo pudo ganar sin despeinarse. Además, tiene a Turbin para cubrirle las espaldas, un corredor que en muchos otros equipos sería titular indiscutible. El backfield es tan bueno que se permiten el lujo de tener inutilizado a Christine Michael, un corredor elegido en segunda ronda este año, que en las pocas oportunidades que ha tenido (18) ha sumado 4,4 yardas por intento. Curiosamente, la impresión es que Lynch es letal con sus carreras interiores, pero le gusta más buscar puertas laterales en las que entra con cortes secos convertidos de inmediato en embestidas. Los ends y los linebackers exteriores terminan perdiendo el resuello ante su presión.
Así que los Seahawks seguirán a los suyo, con un ataque muy clásico, balanceado, sin grandes inventos ni florituras, y sin importarles jugar con terceros downs. Escondiendo muy bien el pase o la carrera hasta el último instante, y aprovechando siempre las debilidades del rival. Carroll sabe montar su plan de juego en función de las debilidades contrarias, sin empecinarse en su propio estilo. Además no necesitan abrir diferencias en el marcador. Se sienten a gusto con un resultado apretado e incluso pueden pisar el acelerador si necesitan remontar.
Supongo que Ryan y Payton habrán estudiado a fondo el primer partido, pero su gran problema fue entonces, y será el sábado, la capacidad de Wilson para encontrar pases de seguridad e improvisar cuando parece más apurado. Entrar a por él en blitz es peligrosísimo, porque no pierde los papeles. De inmediato detecta la zona del campo que ha quedado desprotegida y ataca por ella, ya sea corriendo o pasando. Defenderse de eso es muy complicado y no sé si serán capaces de dar con la tecla.
Por último, habrá que estar atentos a si Keenan Lewis recibe el permiso para jugar después de la conmoción sufrida en Filadelfia. Parece que estará seguro, porque no fue muy grave, pero si termina por ser baja los Saints estarán vendidos. Su secundaria, corta de efectivos por lesiones anteriores, se convertirá inmediatamente en un coladero. Sé que a algunos os molesta que haga comentarios como el que vais a leer, pero conociendo a Carroll, y sabiendo que tras una conmoción es más sencillo sufrir otra en los primeros días, no me extrañaría que le buscara las cosquillas a Lewis. ¿Qué esas cosas no se hacen en la NFL? Ya.
Ya sabéis mi opinión. Los Saints son más peligrosos cuando balancean pase y carrera y Brees acerca la mirilla. Creo que Los Saints pueden tener éxito si juegan con paciencia y se preocupan de conseguir primeros downs, aunque parezca que así pierden explosividad. Necesitan por todos los medios mantener el ataque en el campo. Primero para que Brees se asiente (siempre os cuento que le cuesta calentar) y después para que el ruido no les bloquee. El público puede coger aliento es un vocerío si la defensa saca rápido al ataque del campo, pero si los drives se alargan, se terminará cansando de gritar salvo en los terceros downs. El plan de ataque de N. Orleans no solo debe estar pensado para imponerse a la defensa, sino también para silenciar al jugador número 12. Una vez que el ataque consiga esos dos objetivos, Brees puede plantearse soltar el brazo y obligar a Wilson a un duelo de pistoleros.
Quizá os parezca muy optimista lo que digo, pero creo que los Saints pueden hacerlo. Tienen armas para ello, llegan muy crecidos tras la magnífica victoria del pasado sábado y el clima no parece que vaya a perjudicarles. Se espera lluvia ligera en Seattle, pero parece que puede haber una ventana sin agua justo en las horas en las que se disputará el choque.
Lo que sí puede ser un problema para ellos es que en los últimos partidos los árbitros están siendo bastante menos permisivos con sus cornerbacks. Durante toda la temporada, la secundaria de los Seahawks ha jugado muy a filo del reglamento con la presión a los receptores en las primeras yardas. Cometían holding permanentemente. Algunos eran penalizados, pero las cuentas salían. Dos o tres castigos de cinco yardas y primer down a cambio de tener amedrentados y hacer perder el 'timing' a los receptores rivales merecían la pena. Teniendo en cuenta que la semana pasada los árbitros volvieron a hacer la vista gorda más que en temporada regular (como cada año), es posible que ese estilo, al límite de lo legal, pueda ser una de las claves del partido en función de que sea o no penalizado.
De todos modos, la defensa de los Seahawks no necesita recurrir a triquiñuelas para ser la mejor de toda la NFL. Y no solo en yardas, sino también en puntos permitidos. Su secundaria ha conseguido la friolera de 28 intercepciones y parece como si supiera con varios segundos de antelación lo que va a hacer el quarterback rival. El front seven consigue muchos sacks, y la pinza Bennet- Avril puede convertirse en una picadora de carne. Quizá no tengan ese linebacker interior infranqueable tan importante en otras franquicias, y por eso pueden notar la baja de Wright, pero a Carroll le encanta hacer cambios permanentes para que todo el mundo esté fresco y al ciento por ciento en cada jugada, y esos relevos también suelen desconcertar a las líneas ofensivas rivales, que nunca terminan de ajustarse.
En la NFL es muy complicado ver a una defensa llevar la iniciativa. La misma filosofía del deporte lo impide, pero si hay un equipo capaz de acercarse a ese estado utópico en el que el ataque tiene que decidir en función de lo que hay enfrente, esos son los Seahawks.
Este pronóstico no se puede argumentar, porque es completamente irracional. Un pálpito, una frivolité. Simplemente apuesto por la sorpresa. Lo lógico es que los Seahawks bloqueen a Brees con su agresividad contra el pase y el ruido del público, que Wilson se dedique a repartir el balón de forma imprevisible en una sinfonía diabólica y que los Saints saquen bandera blanca en el descanso como en temporada regular.
Pero yo creo que los Saints no bajan tanto su rendimiento como visitantes y que su racha final de derrotas en temporada regular tuvo más que ver con cierto relajo y dejarse llevar antes de tiempo. Creo que la defensa ya se ha ajustado para cubrir la ausencia de Vaccaro, como se demostró en Filadelfia, que Rob Ryan es un sabio y Payton igual de mal bicho que Carroll o más, que si los Saints aguantan el chaparrón el primer cuarto y medio, y Brees consigue entrar en resonancia, los que tendrán problemas son los Seahawks, y que el partidazo que vamos a ver me pone la piel de gallina solo de pensarlo.
¡Y qué coño, estos Saints me molan mucho! ¿Tiene eso algo de malo?
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