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Indianapolis Colts 45- Kansas City Chiefs 44


El terremoto Luck destroza el huracán Smith

 

Mariano Tovar

Jamaal Charles se lesionó en su tercer intento de carrera. Conmoción cerebral por un golpe en la nuca contra el suelo y fuera del partido. Los aficionados de Kansas City sacaron los trajes negros, de riguroso luto, y se dispusieron a contemplar como su equipo, sin su mejor arma ofensiva, aguantaba el chaparrón que se le iba a venir encima.

Pero el chaparrón se convirtió en huracán y asoló a quien parecía sacar ventaja de la lesión. Alex Smith se puso el traje de Superman, se cargó el equipo a la espalda, y destrozó a la secundaria de los Colts con un festival de bombazos, drives sostenidos, pases de muñequilla, carreras y lo que hiciera falta. El público se frotaba los ojos. Un tipo gris, aburrido, acostumbrado a dirigir el ataque sin sobresaltos ni estridencias, se desmelenaba como una estrella del rock. Tres touchdowns de pase en la primera mitad, 217 yardas aéreas y 41 de carrera. Esos números ya serían extraordinarios con el partido concluido, pero él solo necesitó dos cuartos para quemar a una defensa que no sabía que hacer, ni a quién presionar, y que no paraba de recibir golpes como un boxeador contra las cuerdas.

Los Chiefs anotaron en cinco de sus seis series antes del descanso, y en la última no lo hicieron porque se quedaron sin tiempo. En una de ellas solo consiguieron un field goal, pero porque los Colts, quizá en su única hazaña mientras les atropellaba el huracán Smith, pudieron frenar a Knile Davis en la yarda uno.

 

Mientras la furia de los elementos destrozaba la defensa de los Colts, su ataque aguantaba el chaparrón en un primer drive eléctrico, rapidísimo, con Luck muy inspirado, pero a partir de ahí se colapsaba por la presión de una defensa de los Chiefs que volvió a parecerse a la de los primeros partidos de la temporada. Tamba Hali y Justin Houston ahogaban a la línea rival, que sudaba sangre para intentar darle un segundo para pasar a su quarterback.

Y tras el descanso, más de los mismo. Luck era interceptado en la primera jugada. Los Chiefs volvían a anotar y se ponían 10-38. Cuatro touchdowns de ventaja. Y como después de la tormenta siempre llega la calma, se dispusieron a dejar que corriera el reloj, dormir el partido, y empezar a pensar en la siguiente ronda.

Pero en ese momento empezó a temblar el suelo. Fue repentino, inesperado. La tormenta del los Chiefs dio paso a un terremoto brutal, de los que provocan la extinción de especies enteras y terminan con la vida en la tierra. Un ‘Big One’ como el que un día sumergirá California bajo las aguas. El seísmo Luck se llevó por delante el Lucas Oil, Alex Smith, Andy Reid, la agobiante defensa de los Chiefs y el ‘sursum corda’. A ritmo de no huddle (ataque sin reunión previa), con pases suicidas y un plan de juego kamikaze, anotó en la segunda mitad cinco touchdowns como cinco soles, mientras sus rivales, que habían parecido imparables en la primera mitad, desaparecían del campo y parecían incapaces de entender lo que les estaba cayendo encima.

 

Y por si ese Andrew Luck portentoso, imparable, tocado por el dedo de los dioses, no fuera poco, los Chiefs seguían acumulando lesionados. Y todos importantes. Primero fue Flowers, con lo que la secundaria quedó muy tocada. Luego Davis, el suplente de Charles, y con él desaparecía la posibilidad de hacer volar el reloj a base de carreras. Más tarde fue Avery, y también se reducían las soluciones para el pase. Por último, Justin Houston, el devorador de quarterbacks, el hombre capaz de interrumpir seísmos, dejaba el campo libre a Luck para que lanzara un último pase mágico a Hilton, un lanzamiento portentoso que abrió grietas en el suelo y succionó a toda la defensa de los Chiefs, para culminar una remontada con la que se escribe la primera página de la leyenda de un jugador, Andrew Luck, llamado a ser el heredero de Peyton Manning en la NFL. Un quarterback que ya asombra al mundo mientras lo llena de prodigios.

En un último intento desesperado, los Chiefs tuvieron un drive final para ganar el partido. Una bala para el todo o nada. Pero el huracán inicial ya se había convertido en una pequeña brisa que se quedó corta en el camino hacia el triunfo.

Magia en Indianápolis para inaugurar unos playoffs que pueden hacer historia. Huracanes y terremotos en el primer acto. ¿Que nos deparará el futuro? Solo nos falta que caiga un meteorito, pero de los gordos.

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl

 

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