Power Ranking Top 10+8 (Semana 16)
Esta semana quiero añadir ocho equipos más al Power Ranking, primero porque me apetece, y después porque eso me sirve para justificar algo que repito una y otra vez cada año por estas fechas: el sistema de clasificación para postemporada me parece profundamente injusto.
Es inconcebible que un equipo como los Cardinals se vaya a quedar fuera de la batalla de enero muy probablemente y que, sin embargo, se clasifique algún conjunto con menos victorias por la única razón de que ha ganado su división. Y aún es más inconcebible que ese campeón de división con un récord bastante mediocre tenga la ventaja de jugar en casa contra equipos que han hecho muchos más merecimientos durante cuatro meses para recibir ese premio. Vale, el calendario de cada división es muy diferente, la dureza de los rivales también, y más victorias no son garantía de más calidad, pero que el octavo y el noveno récord de una conferencia con 16 equipos se estén jugando a vida o muerte la posibilidad de tener el cuarto, o incluso el tercer ‘seed’, me parece una broma de mal gusto.
Los famosos ‘seeds’ son asignados ahora mismo con unos criterios que se han quedado antiguos, que tal vez den oportunidades a equipos que vienen desde atrás, pero que de alguna manera desvirtúan la competición justo en su momento clave, cuando una derrota cuesta la vida.
Al final, la intención de la liga de ampliar en un equipo por conferencia las plazas de postemporada tal vez sirva para corregir la injusticia, pero el siguiente paso debería ser que en el número asignado a cada equipo, el primer criterio sea el del récord de victorias, y que el título divisional solo sirva como un factor de desempate. Mientras tanto, que sean bienvenidos los impostores, que al final son parte de la sal de estas fechas.
Ahora resulta que Lynch está agotado del esfuerzo de toda la temporada, Wilson no tiene ningún objetivo seguro al que lanzar y todos los fanáticos del CenturyLink se han quedado roncos simultáneamente. Los Seahawks están dejando de dar tanto miedo cuando más importante es asustar. Y no sé por qué será, pero justo es ahora cuando a mí me dan más miedo.
Los Broncos se han dado un festín ofensivo casi desde el primer día, pero a partir de su enfrentamiento con los Jaguars, un ‘pero’ cada vez más grande se ha balanceado sobre sus cabezas. La lesión de Von Miller multiplica si cabe el peligro del factor clima. Son unos bailarines maravillosos, pero necesitan que el parqué esté perfectamente limpio y abrillantado para sentirse a gusto.
Me siguen sin emocionar, y Colin no deja de parecerme una nota discordante ni ahora que dicen que está jugando bien, pero son un bloque construido para tener éxito en enero, con un espíritu competitivo muy por encima de la media, y esa es la característica fundamental de los cazadores de títulos. Si encima tuvieran un quarterback bueno, ya sería le leche.
La defensa es durísima y Cam Newton imprevisible, pero a ese ataque quizá le falte la frescura necesaria para poder lanzarse a una batalla campal en una sucesión de duelos de postemporada. En un año tan loco cualquiera puede dar la campanada, pero me parece que necesitan más tiempo en barrica.
Yo creo que los estamos mirando como si fueran un castillo de naipes descomunal, imponente, pero que tiembla peligrosamente en cuanto a alguien se le ocurre soplar muy cerca. Ahora todos tenemos la curiosidad de saber si entre Belichick y Brady conseguirán evitar el derrumbe cuando soplen los vientos de postemporada.
Estos Eagles molan. Sí, sí. Y además son un equipo completo con un sorprendente quarterback, un backfield letal, receptores asesinos y la frescura de quien se lo está pasando bomba jugando a lo que más le gusta. Y la defensa no es mala. De verdad, no es mala, al menos en el front seven. Y el domingo tendrá que demostrarlo si quieren conseguir la clasificación frente a la encerrona que están preparando los Cowboys con DeMarco Murray como actor principal. Yo creo que éstos son los tipos a los que habrá que mirar de reojo en enero. Si tuvieran una pizquita más de secundaria…
Este es el enero en que Marvin Lewis tiene que mostrar al mundo del material que está hecho. Ha sufrido bajas defensivas decisivas, su ataque está rindiendo por debajo de su potencial en la mayoría de las semanas y, a pesar de todo, aún aspiran a descansar en wild card. Ya no hay excusas, creo que para ellos sería un fracaso no jugar la final de conferencia. Sí, he dicho bien, la final de conferencia.
Les pongo octavos porque merecen todo el respeto de la NFL, un Corazón Púrpura que reconozca que su muerte llegó en combate mientras acumulaban enemigos a sus pies, y una plaza en postemporada que el sistema les niega injustamente. Bruce Arians debería aspirar, sin duda, a un segundo título de entrenador del año en la NFL consecutivo. Se ha sacado un equipazo de la nada.
Me parece imposible que un equipo parezca tan buenísimo cuando juega como local y tan vulgar cuando lo hace como visitante. Un desequilibrio tan brutal no puede explicarse con detalles pequeños, sino con problemas enormes. Me sorprende mucho que Payton no haya sido capaz de encontrarlos, pero por mucho que discrepen los aficionados de los Saints, yo sigo convencido de que la clave está en Brees.
Andy Reid ha construido un gigante en tiempo récord, pero al final vuelvo a quedarme con la sensación de que Alex Smith se le ha quedado un poco pequeño al frente de una cordada que aspira a subir al Everest y que la defensa se ha quedado sin gasolina en un sistema cortoplacista. En algún momento dije que después de la semana de descanso sufrirían para conseguir tres victorias. Llevan dos.
Lo dije a principio de temporada y lo sigo pensando hoy, después de todo lo que ha pasado. Estos Packers son esclavos de su quarterback, por encima de cualquier otro factor, incluso ahora que tienen un backfield dominante. No es nada malo, le sucede lo mismo a algunos otros equipos, casi todos aspirantes. Pero resulta que Aaron Rodgers, después de dos meses de baja, vuelve a los mandos y está a tiempo de echarse el equipo a la espalda, poner a Lacy de copiloto y soplar la flauta con todas sus fuerzas para ver si suena. Y la lesión de Matthews, lo de menos. Este año ha sido una sombra, lastrado por su dedete.
Si Cutler pierde el domingo contra Rodgers, van a sacarle de Illinois a boinazos. Ahora mismo ambos equipos viven en tal estado de esquizofrenia que todo puede pasar. Quizá lo más justo sería que cedieran su plaza a los Cardinals y se preocuparan de ordenar una cocina que está llena de cachivaches de cara al año que viene.
Estoy pesado con ellos, pero me hubiera gustado que su defensa hubiera empezado a carburar mucho antes. Han pagado cara la empanada de noviembre y eso ha provocado que ese bloque sólido que jamás fuimos capaces de ver durante la etapa Norv Turner no vaya a entrar en postemporada salvo milagro.
El año pasado, cuando jugaron en wild card contra los Ravens, se vio que eran un equipo a medio hacer, que incluso jugando a su máximo nivel estaban a un mundo de los futuros campeones. Me temo que este año están en el mismo punto, y que han perdido doce meses en su evolución como bloque. Quizá me equivoque y ahora resurjan como auténticos aspirantes, pero sería una pena que en la franquicia se conformaran con encomendarse a Luck, como hicieron antes con Peyton Manning, para que levante un equipo siempre más parcheado que desarrollado.
Quiero acabar hablando sobre ellos como un homenaje a un equipo que desahucié a las primeras de cambio y que ha estado a poco más que la puntita de un pie de entrar entre los mejores. Y ahí, con lo que estamos viendo este año, los Steelers podrían haber sido temibles. Me ha encantado el final de temporada de Big Ben, la sorpresa Le’Veon Bell pero, sobre todo, la capacidad de Dick LeBeau para reconstruir de la nada una defensa inexistente. Cuando uno es un sabio…
Y aquí van tres más para que nadie se sienta menospreciado.
Con un Flacco sano yo seguía confiando en su alma de campeones, con el Flacco inválido de la semana pasada, no les queda casi nada a lo que agarrarse para confiar en un milagro.
En serio que no es manía, solo es que se han convertido en el somnífero perfecto. Quizá el año que viene sí que me diviertan, e incluso puedan llegar a entusiasmarme, pero deberán cambiar muchas cosas.
En esta franquicia solo hay una pieza que no cambia nunca. Hasta que no desaparezca, dan lo mismo los movimientos que se quieran hacer en el staff y el vestuario.
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