¡¿Árbitro, ladrón?!
Antes de entrar en materia, creo que hay que desmitificar el tratamiento que reciben los árbitros por parte de los medios y los aficionados en EEUU. Se ha extendido la leyenda de que los aficionados aceptan con resignación cristiana los errores arbitrales y que se olvidan de ellos de inmediato. No es verdad. Quizá sean errores que no alcanzan los grados de ‘asunto de estado’ tan habituales en el fútbol europeo, pero cuando una decisión perjudica gravemente a un equipo, en Florida, California o Michigan se cabrean igual que en Granada, los aficionados se acuerdan repetidamente de los ancestros del cebra en cuestión y los medios locales braman pidiendo cabezas y exigiendo que el incompetente de turno no vuelva a asomar la cabeza por su ciudad, ya que será considerado persona non grata.
Este año ya han sido varias las actuaciones que han soliviantado a alguna afición. Hace no muchos días os remitía a las reacciones provocadas en Chicago por la permisividad de los árbitros hacia la defensa de Detroit.
De hecho ahora mismo hay varios equipos arbitrales que están siendo señalados semana tras semana. Por ejemplo, el chaparrón que les cae a Walt Coleman y sus muchachos cada vez que dirigen un partido, no está muy lejos de las reacciones que pueda provocar en España un colegiado como Muñiz Fernández.
En algunas ocasiones os he recordado que en todas las franquicias circulan informes en los que se analiza la forma de arbitrar de cada miembro de cada equipo arbitral, con qué son más permisivos o más rigurosos, hasta dónde se puede llegar con ellos y qué es lo que hay que evitar. Y creo que es evidente que los equipos son más o menos agresivos en función de la facilidad con que desenfundan sus pañuelos amarillos los árbitros de turno. Eso no es algo exclusivo de la NFL. En todos los deportes de equipo, y algunos individuales, los deportistas en los primeros minutos tienden a ser como niños pequeños que buscan el límite de sus profesores, para ver lo que pueden hacer sin ser reñidos.
Luego está el problema de los cambios de reglamento que ha sufrido la NFL durante los últimos años. El ‘contacto ilegal’ de hoy en día no tiene nada que ver con el de hace cinco años… ni probablemente con el que tendrá dentro de uno o dos, que la NFL ya anunció hace pocos días que tiene pensado endurecer la regla, para proteger más a los quarterbacks móviles cuando arrancan a correr con el balón. Aún recuerdo que a principios de siglo criticábamos que los quarterbacks se estaban convirtiendo en intocables. Y eso que hace diez años prácticamente todos los contactos que ahora son castigados, eran perfectamente legales. De aquí a poco les van a meter en un bote de formol para que permanezcan incorruptos.
Además, creo que la NFL está matizando tanto la regla, que convierte casi en imposible que un jugador pueda conseguir un sack sin ser penalizado. Todos tenemos la cabeza más o menos a la misma altura, así que estamos viendo a los jugadores hacer encaje de bolillos, y cargar apartando la cabeza en posturas casi cómicas, para intentar conseguir un placaje sin que su casco toque el del quarterback rival, lo que es casi una misión imposible simplemente por una cuestión de física. Además, los cascos cada vez son más voluminosos y como sigan creciendo a este ritmo los jugadores van a terminar pareciendo bombillas.
Dicho todo lo anterior, y visto lo sucedido en el partido durante los 3 minutos y doce segundos restantes, y lo que había ocurrido hasta ese momento, no creo que la derrota de los Niners se deba a ese error arbitral. Los Niners hubieran quedado con tres puntos de ventaja. Si el guión se hubiera parecido al que vivimos durante todo el encuentro, lo más probable es que del tres y fuera hubiéramos pasado a un drive de los Saints con tiempo suficiente para darle la vuelta al marcador, y más después de ver la maravillosa gestión del reloj y los tiempos muertos por parte de Payton. De todos modos, ponerse a discutir ahora lo que podría haber pasado no va a ninguna parte. Nadie lo sabe.
La defensa de los Niners tuvo luces y sombras. Permitió casi 400 yardas totales, pero tuvo todo el partido muy vigilado a Jimmy Graham, casi siempre en doble cobertura, y tejió una red en la secundaria que desconcertó a un Brees que nunca estuvo a gusto. Una vez más eché de menos más oportunidades para el juego terrestre de los Saints, que casi siempre tuvo éxito cuando el ataque insistió con él.
Fue un partido muy intenso, casi con olor a postemporada. Una prueba de fuego para ambos equipos de cara al complicado mes de enero. Por eso es una pena que una decisión arbitral marcara todo lo sucedido.
Pero si nos olvidamos de los pañuelos, cada vez es más evidente que los 49ers necesitan mejorar su ataque si de verdad quieren aspirar al anillo.
EDITO: En el Panthers-Patriots del lunes se produjo otra jugada tan polémica o más que la del Saints-49ers. Adjunto un vídeo con lo sucedido y el comentario del partido que aparece en la entrada correspondiente:
Y para cerrar la semana, otra vez polémica arbitral. En la última jugada, con el reloj a cero, un asistente lanzó un pañuelo porque Kuechly le había hecho el abrazo del oso a Gronkowski. ¿Qué el abrazo del oso no es ninguna penalización? Eso es lo que debió pensar Clete Blakeman, el árbitro principal, que corrió a recoger el pañuelo, se lo devolvió al asistente, dijo por el micrófono que no había habido ninguna falta en la jugada, y sin más explicaciones huyó como alma que lleva el diablo hacia el túnel de vestuarios. Como sucedió en el Saints-49ers, es una pena que una decisión arbitral equivocada marque un partido que fue maravilloso por parte de los dos equipos.
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl