Fiesta maratoniana en Nueva York. Decenas de miles de corredores, cientos de miles de espectadores en las aceras, victoria ante una presunta amenaza terrorista. Pero Nueva York volvió a mostrar sus carencias: la carrera fue lenta, muy lenta. La Ciudad de los Rascacielos ofrece un circuito al nivel del mar (gran ventaja), pero de recorrido duro. No puede competir en ese sentido con Londres o Berlín, por citar otras dos carreras emblemáticas.
A todos nos gustaría que en España se ganase una prueba de maratón con una marca de 2h 08:24, la que ha empleado Geoffrey Mutai, pero para Nueva York sabe a poco. Lo mismo que los 2h 25:07 de Priscah Jeptoo, la vencedora femenina.
La carrera norteamericana ha vuelto a ser dominada por los africanos: es inevitable que esto suceda en el circuito mundial. En los próximos días analizaré un poco el estado actual del ránking del mundo, que es africano, claro.
Y Chema Martínez abandonó la distancia para siempre, según propia confesión. Siento debilidad por Chema. Es uno de esos pocos atletas que es capaz de trascender el atletismo. Le conoce todo el mundo, se presta a muchas cosas, es generoso y valiente. Y pertinaz en el esfuerzo, porque ya supera la cuarentena. Y una persona encantadora. ¡Ya nos gustaría tener muchos Chema Martínez!
Ya lo he escrito muchas veces aquí: necesitamos gente que rompa las fronteras de nuestro deporte, que sea conocida hasta por aquellos a los que el atletismo interesa sólo de pasado o no interesa nada.
Y tiene un historial deportivo espléndido, no nos engañemos. Campeón de Europa de 10.000 metros en pista, subcampeón continental en maratón, participante en dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales y tres Europeos…
Yo espero que Chema siga corriendo, aunque no sea en la élite, y dando ejemplo a los más jóvenes. Y no os perdáis sus libros, que están muy bien y de los que se aprende mucho.