Ni de coña. No me lo
creo. Solo hay que ver lo escasos que son los entrenamientos tanto en primavera
y verano como durante la temporada regular, para darse cuenta de que la
improvisación es un factor mucho más importante que esa precisión matemática
que imaginamos en un mundo perfecto. Como he escrito alguna vez, todos los
entrenadores terminan en algún momento de la temporada, o de los partidos, por
encomendarse a sus jugones para que arranquen una victoria. Por poner un
ejemplo, siempre juzgamos el ataque de los Pats como uno de los más sofisticados de toda la NFL. Seguro
que es verdad, pero hace dos semanas Tom Brady cantó el mismo audible en tres
downs seguidos. Era una carrera exterior por la derecha. Incluso el locutor
estadounidense hizo una broma antes del tercer intento, en cuanto Brady cantó
la palabra mágica, insinuando que hacer lo mismo por tercera vez no parecía muy
inteligente. Otro ejemplo: los Ravens, hace uno o dos partidos, se jugaron
cuatro downs en la yarda uno rival haciendo prácticamente la misma jugada en
los cuatro intentos. ¿Tanta ciencia para eso? ¿Es verdad que hay tanta sofisticación
táctica en la NFL?
No creo que todo el
staff se reúna después de un partido para inventar la rueda y encontrar la fórmula
mágica que permita derrotar al próximo rival. Simplemente, no hay tiempo para
ello. Se estudian los puntos fuertes y débiles del siguiente adversario y se
eligen, dentro de libro de jugadas, las soluciones que más daño pueden hacer en
los aspectos más frágiles del contrario. El trabajo de ajustar el equipo
propio, conseguir que las piezas engarcen, y cubrir las bajas con garantías se
come la mayor parte del esfuerzo. En postemporada todo es diferente. Se supone
que el equipo propio ronronea como un bólido y los entrenadores sí que hacen un
esfuerzo por sacar armas nuevas que sorprendan al rival, pero al final siempre
hay que terminar acudiendo al estribillo original. Al guión que se dio como
bueno muchos meses antes, en pretemporada.
Un analista, o
aficionado a la NFL, puede estar o no de acuerdo con el guión de un equipo. Con
su forma de jugar y sus soluciones. En deporte todo es opinable. Lo indefendible
es jugar sin un guión. A veces os quejáis de que saquemos conclusiones
precipitadas, pero, sin olvidar que todo el que tiene boca se equivoca, esas
opiniones lapidaras casi siempre llegan ante la evidencia de que un equipo no
sabe muy bien a lo que está jugando. Ahora, pasemos a ejemplos prácticos, que
se entienden mucho mejor.
Un ejemplo curioso es
el de los Giants. En este caso no es que falte un plan, simplemente está
agotado. La NFL ya se sabe de memoria el guión de Coughlin y éste no es capaz
de renovarlo dentro de ese equipo por muchas vueltas que se le da a la
plantilla. Quizá si se marchara a otro, y empezara de cero, volvería a tener éxito.
De hecho, el guión de sus Giants se parece como una gota de agua al que ya
aplicó hace muchos años en los Jaguars. Cuando Coughlin se marchó de
Jacksonville, el proyecto estaba tan agotado como ahora y, sin embargo, fue
capaz de renovarlo en un nuevo equipo, actualizarlo y ganar dos Super Bowls con él.
Otro ejemplo puede ser
el de los Browns. Desde primavera tanto su staff técnico como el general manager
repitieron una y otra vez que éste iba a ser un año de transición, que no tenían
los jugadores que necesitaban para el sistema que querían imponer, y que nadie
le pidiera peras al olmo. Sin embargo, durante tres partidos sucedió un milagro
que nunca ocurre. Algo así como tirar al aire un montón de libros y que caigan
al suelo ordenados alfabéticamente. Con la llegada de Hoyer todas las piezas
casaron milagrosamente. El milagro se diluyó tan rápido como llegó con la lesión
del quarterback, pero sirvió para que todos nos diéramos cuenta de que, detrás
del caos aparente, hay un objetivo. Por eso, ahora tengo muchas esperanzas en
los Browns de 2014. Creo que sí hay un plan en marcha, que dentro del equipo lo
tienen muy claro, y que se está trabajando con coherencia para poder
implementarlo. Solo hace falta que en la próxima offseason consigan reunir los
jugadores que necesitan para que funcione.
Hay guiones que, simplemente,
no es fácil que funcionen. El ejemplo puede ser el de Chip en los Eagles. Llegó
a la NFL con un plan fresco y espectacular, pero él mismo se está dando cuenta
de que el mundo profesional es mucho más complicado que el universitario y que
con su primer guión no es suficiente. Ahora está dando marcha atrás poco a
poco, convirtiendo su radical plan inicial en un híbrido que está perdiendo el
sentido poco a poco. No pretendo criticar a Chip, he lo ha hecho pasar muy
bien, pero sigo pensando lo mismo que en pretemporada: aguantará un año más en
la NFL, intentando que su utopía funcione, y en 2015 volverá a entrenar a un
equipo de la NCAA en un camino que ya han recorrido antes otros gurús universitarios.
Y para ver cambios de
guión, Es divertido descubrir cómo Jim Harbaugh pensó que podría reinventar a
los Niners alrededor de Colin Kaepernick y cómo ha dado marcha atrás después
del fracaso de las primeras semanas. Dar marcha atrás a tiempo también es un
ejemplo de genialidad. Y ahora, de repente, todos entendemos a los 49ers. Les
vemos jugar y sabemos lo que nos quieren contar. En las primeras derrotas, los
aficionados intentaban buscar los motivos en falta de compromiso, errores
puntuales... el problema era más sencillo: los 49ers no estaban jugando a nada.
En esas circunstancias es imposible encontrar culpables con acierto. Ningún
actor puede recitar un guión que no ha leído.
Y ya que estamos, y aunque no tenga que ver con el hilo del artículo, quiero disculparme ante los aficionados de Cincinnati, pero los Bengals llevan siendo mucho tiempo un equipo demasiado
complicado para mi limitado entendimiento, y sus aficionados son censores
demasiado voraces. Lleváis años criticando que hablo poco de ellos, y entiendo
que podáis tener razón, pero por mucho que os duela, hasta ahora han sido un
equipo que casi siempre me ha desconcertado. Y no soy el único. Cuesta entenderlos, y emocionarse con ellos, si no sientes muy dentro sus colores. Cada verano temo el día en que tengo que escribir su previa y, posiblemente, es a la que dedico más horas de trabajo y estudio de las 32, desde que dejaron de ser un equipo de balas perdidas y se convirtieron en un bloque competitivo. No es porque no vea sus partidos, que llevo tiempo intentando desvelar sus incógnitas sin éxito. Además, casi siempe que he intentado adentrarme en sus complejas interioridades, he salido
escaldado por sus exigentes seguidores, que sois los mismos que criticáis que lo ningunee. Si no os gustan los
comentarios que hago sobre sus partidos cada martes, estaré encantado de
publicar cada semana el análisis en tres líneas que me quiera enviar quien se
sienta ninguneado, pero como ya expliqué alguna vez, cada comentario es un apunte de lo que me ha llamado más la atención y no pretende ser una crónica exhaustiva.
Siempre he considerado
a Andy Reid uno de los mejores entrenadores de la NFL. No me estoy subiendo a
ningún carro. Los que me leéis desde hace muchos años sabéis que le he
defendido como un genio incluso en sus peores momentos. Solo le critico que
durante años sacrificara su guión favorito para dar cabida primero a McNabb, y
después a Vick. Cuando Alex Smith estaba en los 49ers siempre le puntuaba con
un cero redondo en la previa, pero porque para mí él era una nota discordante
en el guión de Jim Harbaugh. También escribí muchas veces que Smith sí podía
ser un factor en una west coast clásica. Su movilidad y su facilidad de lectura
en rutas cortas le convierten en un QB muy peligroso en un sistema que le
ayude. El guión de Andy Reid es sencillo, transparente, y esos son los más difíciles
de contrarrestar, porque no dejan nada expuesto. Están acorazados. La defensa
tiene éxito porque sabe a lo que juega y porque está muy protegida. Pasa muy
poco tiempo en el campo. Cada vez que sale al emparrillado está fresca y puede
jugar con la máxima intensidad en cada snap. El ataque quizá no sea muy
anotador, pero busca y consigue guardar el balón durante muchos minutos y controlar
el reloj. No hay mejor manera de defenderse que evitar que el ataque contrario
salga a jugar. El problema de este guión, que está funcionando a la perfección
hasta el momento, es que, en algún instante, un rival conseguirá que la
defensa de los Chiefs pase demasiados minutos en el campo, o que el ataque
necesite ir más deprisa para mantenerse en el partido. Entonces veremos si de
verdad el guión de Reid es tan bueno, y tiene soluciones para cualquier
circunstancia.