Packers: quien abre la boca se equivoca
Mariano Tovar
Porque una vez que se abre la boca, es como un aventurero que se tira de un avión sin saber muy bien si su paracaídas se abrirá o no. Cuando terminan las vibraciones de la última letra pronunciada, hay que contar con que el receptor del mensaje tiene las orejas abiertas, libres de cerumen y de cualquier defecto auditivo, ha prestado la atención debida al mensaje, tiene la capacidad intelectual y el conocimiento suficiente del idioma como para entender todas las palabras, su cerebro es capaz de procesar la idea, analizarla y entenderla…
Me diréis que soy un exagerado, pero solo hay que darse un paseo por twitter, donde tienes que concretar un mensaje en 140 caracteres, para descubrir que si uno escribe: “me voy a casa a dormir”, casi nadie concluirá que uno se marcha a casa a dormir, sino que todo el mundo buscará interpretar el mensaje para encontrar un motivo oculto. Entonces seguro que habrá alguien que se ofenderá. Que pensará que lo que se ha querido decir es no se sabe muy bien qué. Casi todo el mundo tiene una tendencia inexplicable a la interpretación, como si los análisis de texto que hacíamos en el colegio hubieran calado tanto en nuestro psique, que durante el resto de nuestra vida lo debiéramos pasar buscando segundas intenciones, en lugar de intentar procesar los mensajes sin buscarle los tres pies al gato.
El asunto alcanza tintes dramáticos cuando alguien intenta ironizar. La ironía necesita el doble o el triple de procesamiento cerebral, una gran viveza, reflejos y capacidad de análisis, una dicción y expresión exquisita y una osadía insensata. Porque para ser capaz de interpretar una ironía hace falta estar pendiente de los gestos faciales y corporales del charlatán, un conocimiento bastante profundo del tema tratado y una buena cantidad de sentido del humor e inteligencia. En este caso ni hablo de cerumen ni de orejas abiertas. Ironizar es suicida.
En resumen, os doy un consejo de amigo: el que está calladito casi siempre está más guapo, cae mejor, parece más listo, e incluso es mejor entendido por los que le rodean. Abrir la boca es una profesión de riesgo que no merece la pena. Os recomiendo una película: “Bienvenido Mr Chance” con Peter Sellers.
¿Que a qué viene esta homilía? Pues porque uno de los culebrones del verano ha sido la sucesión de declaraciones de Greg Jennings, Donald Driver y Charles Woodson sobre el liderazgo de Aaron Rodgers. A pesar de que era un tema jugoso, no lo he tratado hasta ahora por mi autoimpuesta misión de terminar todas las previas antes del comienzo de la temporada, un hito que no había alcanzado hasta ahora y que culminaré en los próximos días con el análisis de los Seahawks.
Para empezar, los tres mosqueteros que terciaron en la polémica, Greg Jennings, Donald Driver y Charles Woodson tienen en común que se han marchado de los Packers esta offseason. El primero a los Vikings, el segundo a su casa, a disfrutar de un merecido retiro, y el tercero, como los elefantes, regresa a sus Raiders para pasar sus últimos días como profesional.
Solo se me ocurren tres razones. Primera: Jennings es un mal bicho que ha querido desestabilizar al quarterback de un equipo que ahora es rival directo de división. Segunda: Jennings ha salido achicharrado de Green Bay y como venganza a decidido sacar a pasear la manguera de mierda. Tercera: Jennings no quiso decir eso, y si lo quiso decir no consiguió comunicar correctamente la idea, con lo que quedó magnificada. Podéis estar de acuerdo con cualquiera de las tres razones. Todas son posibles, salvo porque Jenning le cogió gustillo al asunto y se dedicó a repetir la gracia una y otra vez. Las dos primeras razones cobran ventaja y se suman dos nuevas: la posibilidad de que Jennings sea un cabrón, o de que diga la verdad y Rodgers vaya a su bola.
Pero entonces es cuando entra en escena Donald Driver, que en vez de dedicarse a beber Caipiriñas mientras se rasca los mismísimos, decidió meterse en el charco. Será cosa del calor. La primera impresión era que quería terciar en el asunto y acercar posturas, pero una vez metidas las manos en el fregadero se vino arriba y terminó diciendo exactamente lo mismo que Jennings: Rodgers tiene un problema de liderazgo. “Cuando fue seleccionado en el draft fue muy soberbio. Dijo que él debió ser la primera elección global y no Alex Smith” (y tenía toda la razón del mundo, digo yo). Pero claro, después del palo llega la zanahoria. Así que Driver concluyó su inspirada intervención diciendo que Rodgers es un gran tipo.
Y como no hay dos sin tres, terminó apareciendo Woodson, que pasaba por allí, para decir que ni liderazgo ni leches. Que Rodgers es la repera y que si fuera posible querría un hijo suyo. Amor verdadero y elegancia, aunque otra vez las buenas intenciones lo único que hicieron fue alimentar la hoguera y reactivar la polémica. Si me quieres ayudar no me ayudes, por favor.
Yo no sé si Rodgers es un soberbio que va a su bola, se chiva de sus compañeros y les mete chinchetas en las zapatillas. Es muy probable que las declaraciones de Jennings y Driver tengan bastante de verdad, pero en realidad a nadie le importa mientras el tipo siga lanzando pases como si fuera Zeus fabricando una tormenta perfecta. Lo que tengo claro es que él ha sido el único que ha hecho lo que debía en toda esta historia. No ha abierto la boca ni para decir que es suya. Y eso, tenga o no que ver con el liderazgo, es un punto muy grande a su favor. ¡Viva la ley del silencio!
Y como dice Guzmán el Bueno: “Al que no le guste León, por ahí está la estación”.
mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl
Así que olvida lo que fuera que tuvieras pensado hacer, pásate por Fumble Lost y descárgate inmediatamente el PDF, porque le vas a dar muchísimo uso durante toda la temporada.
Muchas felicidades a Jorge y Cía.