Darcis, otro héroe por accidente
Como hace un año, Nadal protagonizó un batacazo mayúsculo en Wimbledon. Una nueva y preocupante derrota, en la que pesan tanto los méritos del rival como los problemas físicos del balear. Esta vez fue en tres sets… De nuevo con problemas evidentes en las rodillas. De nuevo sobre la alfombra verde del All England Club, la misma que le viera alzar el trofeo de campeón en 2008 y 2010.
Es evidente que el zurdo de oro sufre mucho más sobre esta superficie, en la que la pelota bota más rápido y más bajo y los tenistas se ven obligados a jugar con la suspensión deportiva siempre conectada. En mayor o menor medida, todos los grandes de la raqueta han marcado época gracias a su movilidad en la pista y su fortaleza mental. Y Nadal no es una excepción.
Nadal ganó Wimbledon con un plus de agresividad, pequeñas variaciones sobre su habitual patrón de juego y sin limitación alguna en sus desplazamientos. Todo lo contrario a lo acontecido en sus últimas dos encuentros en Londres. En hierba el golpe liftado no coge tanta altura y resulta más fácil contrarrestarlo con duros golpes planos, lo que reduce mucho el tiempo de reacción y las opciones de alargar los puntos con opciones de éxito. Más si cabe cubriendo la pista de una manera tan asimétrica.
Sin embargo, no caben lamentos. La derrota debe servir para valorar más si cabe la hazaña de Nadal en su vuelta a las pistas y para ponderar la competitividad del circuito. (Tahití no hubiera ganado a España en la Confederaciones ni con una epidemia de gripe en el equipo de Del Bosque). No quisiera restar valor alguno al triunfo del belga. Pero como le sucediera a Rosol en su día, Darcis vivió su momento de gloria tras convertirse en un nuevo héroe por accidente.