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Tebow a los Pats y que Dios nos coja confesados

Mariano Tovar

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Bill Belichick dormitaba tranquilo, regurgitando criadillas de condenados y soltando ventosidades a diestro y siniestro, que es lo mínimo que se le exige a quien descansa a la derecha de Belcebú, en lo más profundo del infierno. Entonces vio como su demonio menor favorito, Josh McDaniels, corría hacia él dando saltitos con sus patas de cabra, mientras lanzaba sus habituales aullidos pedigueños: “tito Bill, tito Bill, ¡¡¡cómprame un Tebow!!!

Bill levantó la vista amodorrado y aburrido, harto de los caprichos de su favorito. “Niño, deja de joder con la pelota. Tim está ahí arriba en el cielo, y no hay ningún camino que una ambos lugares. Solo se me ocurre que le tientes con la exmujer de Ochocinco, para que deje de vivir en las nubes y descubra lo que es el infierno. Quizá así consigamos que baje del guindo”.

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Pero Josh no contestó. Se limitó a mirar hacia arriba mientras señalaba embobado. Bill siguió la línea que marcaba la garra de su discípulo y, por primera vez en eones, alzó la vista hacia el lugar en el que eternas nubes negras sumen el averno en la oscuridad más absoluta. Entonces contempló el milagro.

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Un finísimo hilo de luz cruzaba el cielo como una flecha de plata, a través de un minúsculo agujero que se había abierto de la nada entre el putrefacto humo del abismo. Terminaba, exactamente, en el centro de la frente de Belichick. A Bill se le pusieron los ojos en blanco, comenzó a gemir como si Faith Hill le estuviera dando un beso criminal, y levitó, ascendiendo hacia la luz mientras satanás le agarraba de una pierna y Josh tiraba de otra.

El fino hilo fue creciendo hasta que se convirtió en una gran corona de luz que alumbró toda la sima. La imagen era grotesca. Bill ascendiendo mientras el demonio y McDaniels tiraban de él hacia abajo. Pero lo que veían a lo lejos no era menos surrealista. La luz terminaba allá a lo lejos en la frente de Tebow, que descendía arrobado desde el cielo, mientras San José y el arcángel San Gabriel tiraban de él hacia arriba, sin conseguir frenar la caída.

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Y ahí iban los dos grupos, a ritmo de colisión, mientras Bill y Tim se contemplaban cariñosos y sacaban morritos. El encuentro era inevitable y tuvo lugar en la superficie de la tierra, a medio camino entre el cielo y el infierno. Y ambos se fundieron en un abrazo interminable de amor verdadero. Después de tantos años, de tantos rumores, de tanto cotilleo y patraña, consumaron una unión inevitable, mientras Josh bailaba de alegría a su alrededor, daba palmas y hacía cabriolas, y San Gabriel y el maligno discutían sobre cómo solucionar el entuerto inexplicable.

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Por fin, en un alto de la discusión, miraron a su alrededor y se dieron cuenta de que estaban sobre el emparrillado del Gillette Stadium, en el corazón de Foxboro, y tuvieron una idea que terminó culminando en pacto: Bill y Tim vivirían juntos a partir de ese momento, pero su destino quedaría sellado. Ambos bajarían al infierno o subirían al cielo juntos, pero nadie podría separar un enlace que estaba predestinado desde 2010. Ese año Tebow se presentó al draft y McDaniels se entrometió con una elección incalificable en primera ronda que impidió lo que todo el mundo daba por hecho: que Bill Belichick incluyera a Tebow entre los ingredientes de sus pócimas.

Dicho todo lo anterior, estoy convencido de que Belichick le dará una patada en el culo a Tim Tebow en agosto y terminará definitivamente una historia que todos deseábamos vivir aunque parezca extravagante.

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El caso es que los Patriots han fichado a Tebow in extremis, cuando todos ubicábamos al jugador en la Arena Football League. No le querían ni en Canadá. Casi todos los analistas piensan que Belichick se ha limitado a satisfacer un capricho de Josh McDaniels, su coordinador ofensivo. Yo no pienso así. Creo que el viejo entrenador tenía ganas de intentar moldear a Tebow, que particularmente es un malísimo quarterback, pero globalmente tiene alma de estrella de la NFL.

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Pienso que Bill Belichick hace mucho tiempo que perdió su toque como estratega, pero que sigue siendo un genio trabajando con jugadores. Mientras tuvo en su equipo un bloque defensivo desequilibrante, fabricado por él pieza a pieza con la paciencia de un orfebre, Belichick fue el terror de la NFL. Era capaz de mantener una ventaja de un solo punto durante varios cuartos, con un juego que exasperaba a sus rivales y a un público que empezó a odiar a los Pats.

Con el tiempo su defensa dejó de dominar y los Patriots se convirtieron en un equipo básicamente ofensivo. En esa mutación, Belichick perdió su toque. Posiblemente se pueda señalar el momento exacto. Fue aquella noche en que intentó un cuarto down contra los Colts y que terminó con una derrota que les rompió el alma. Pocas decisiones han provocado tal riada de tinta. Y que conste que pienso que fue la correcta, pero desde ese momento perdió el atrevimiento, dejó de intentar dominar los partidos decisivos con las armas disponibles y buscó refugiarse en una defensa que ya nunca respondió como debía. Los Patriots, siempre brillantes en temporada regular, perdieron la iniciativa en postemporada cuando a Bill le empezó a fallar el guión con el que se siente a gusto.

Belichick, genial incluso en su decadencia, siguió siendo el orfebre capaz de fabricar joyas a partir de jugadores que los demás desprecian. La lista es larga, e incluso revolucionaria, que sus inventos han arrastrado a muchos equipos a cambiar sus sistemas de juego.

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No tengo ni idea de lo que piensa hacer Belichick con Tebow. Tom Brady es mejor que el ‘gator’ en cualquier faceta del juego. Incluso en la goal line, donde al marido de la Bündchen no le importa retar a un choque de cascos al mismísimo Ray Lewis.

Y por eso me atrae tanto la idea de una unión que, en el fondo, casi todos pensábamos que era inevitable. La noticia nos ha parecido divertida, pero no descabellada. Tim y Bill estaban predestinados.

Pero sí que estoy seguro de que esta es la última oportunidad de Tebow. En Boston, como le sucedió en Nueva York, no le valdrán el 'Tebowing' ni las miradas al cielo. Ahí tendrá que rendir o los patriotas que disparan los mosquetones al aire tras cada anotación calarán sus bayonetas y cargarán contra él sin compasión. En Boston solo hay dos opciones: o juegas a tope o te largas. Incluso algunos terminan largándose a pesar de jugar como bestias.

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Así que Tim tendrá que despelotarse sin vergüenza y hacer exactamente lo que tito Bill le pida que haga. Es el último salvavidas que le queda para ser un deportista de élite.

Casi todos apostamos porque el matrimonio se romperá en agosto, cuando Bill, desesperado, descubra que no sabe lo que hacer con Tebow, pero creo que ambos tipos son geniales, cada uno a su manera, así que no es descartable que la mezcla funcione, y Tebow empiece a jugar de quarterback-fullback-running back-tight end-receptor-tackle, con alguna aportación en equipos especiales, mientras acerca el agua a sus compañeros y hace el pino con las orejas. Y en ese caso volvería a reproducirse el conflicto apócrifo ¿Quién habría ganado, el cielo o el infierno?

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl